"El Ejecutivo del Estado moderno no es más que un Comité que administra los negocios comunes de toda la burguesía" (K. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista).

martes, 10 de julio de 2012

El leuro (IV)


Soluciones

                Pero nada de esto se hizo y ahora hay que pagar esas deudas. Esas deudas están denominadas en euros (que es nuestra moneda) con lo que no podemos trampear con el valor de la moneda, que para eso ya está el BCE, que mamonea con ella de continuo para favorecer los intereses de los acreedores, manteniendo artificialmente un valor demasiado alto (el euro empezó cercano y en periodos estuvo por debajo, en el intercambio, con el dólar). Además el peso de la deuda deteriora nuestro crecimiento económico por lo que tenemos menos capacidad para poder hacerla frente.

                La solución aparentemente más fácil es salirnos del euro para poder recuperar nuestra política monetaria y entonces, por un lado, pagar nuestras deudas en una moneda que podamos mangonear y por el otro (pero también es lo mismo) devaluar la moneda para aumentar lo que eufemísticamente se llama la “productividad” (que no es otra cosa que el grado en que se aprovecha el capitalista de nuestro trabajo).

               Si se analiza bien, entre seguir en el euro o salirnos de él no hay dilema alguno: en ambos casos nos empobrecemos: si seguimos en el euro porque no podemos hacer frente a unas deudas cuyo intento infructuoso de pago, además supone destruir la (poca) actividad productiva que tenemos en este país. Si salimos nos empobrecemos porque una devaluación es un empobrecimiento (rápido, eso sí) generalizado (menos para los de siempre que tienen sus activos fuera de aquí). El gran economista y conservador (o quizá economista y gran conservador, pero en cualquier caso “engañaprogres”) Krugman defiende esta segunda solución, lo que sirve para que una parte poco ilustrada y bastante alelada de la población que dice ser de izquierdas lo acoja como solución a nuestros problemas. Se descartan al parecer otras soluciones, como si ya aceptáramos que esta crisis la vamos a pagar los de siempre, en euros o en pesetas.

              Pero podría ser aún peor: volver a la peseta no implica recuperar la política monetaria, o por lo menos no recuperar “toda” la política monetaria. Nuestra inserción en el mundo europeo, occidental y capitalista no nos permitiría, ni en pesetas, aplicar políticas (exitosas, éstas sí) como las que han aplicado determinados países latinoamericanos: se nos dejaría, en parte, pagar deuda con pesetas, pero no se nos permitiría dejar de pagar deuda ilegitima, no se nos permitiría restringir la libertad de capitales, podríamos tener que ser, pese a todo, rescatados con condiciones aún más duras (por chulos)... En definitiva, con pesetas, seguiríamos teniendo el dogal al cuello, eso sí, probablemente tirado por tres manos, la del BCE (ya conocida), la de Botín y la de Rosell.

                Luego la solución no es ni la salida del euro ni el empobrecimiento. La solución debe ser el cambio de la política monetaria, concepto distinto de la recuperación de la soberanía monetaria, porque de nada sirve que ésta cambia de manos, si va a manos parecidas o peores. Una de las razones por las que la izquierda patria es tradicionalmente europeísta es porque, dicho sea en términos escatológicos, ante la mierda de poderes fácticos españoles que tenemos (empresarios, políticos, iglesia, burgueses, banqueros...) aspirábamos a depender de la basura de los poderes fácticos europeos (primos hermanos de los de aquí pero un poco más civilizados). El camino debería ser ahora el mismo: tratar de cambiar la política monetaria europea, antes que devolverla a manos del poderoso cavernícola español.

1 comentario:

  1. La política monetaria es perfecta, basta mirar los exitosos ejemplos... suerte que ya tenemos nuestro plan (hoja de ruta, que dicen algunos) para arreglarlo todo y ponernos en el mismo lugar que nuestros compañeros de la unión(*).. 18 mesecitos y listo.

    Cambiar la política monetaria... qué cosas tienes!

    (*) que cada cual se imagine a qué compañeros vamos a acompañar en un lugar común.

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