Año 2.010 D.C. Toda España está dominada por los dictados de los mercados financieros internacionales que piden un recorte presupuestario de dónde sea. ¿Toda?: no, una pequeña aldea resiste y seguirá resistiendo al invasor con una poción secreta que les hace invencibles. ¿Cuál es el secreto de esa poción?: la dignidad.
Se ha abierto la veda de la caza del funcionario, ese “ser vago de habilidad indefinida”. La primera estrategia de las legiones neoliberales es crear en el imaginario colectivo la idea de que un funcionario es algo parecido a lo que sale en las viñetas de Forges: un “tío” (o "tía") calvo y gordo, puesto en la ventanilla para cabrear al personal la mitad de los días; la otra mitad tumbado a la bartola en su casa pretextando cualquier enfermedad. Pero lo cierto es que funcionarios son los maestros, los jueces, el policía y el guardia civil, el médico y la enfermera (aun cuando se consideren personal estatutario), el barrendero (si no se ha privatizado el servicio), el bombero, el asistente social... y así un largo etcétera de profesiones que gozan de un gran respeto por la sociedad y que sí, son ejercidas por funcionarios.
La segunda idea falsa es que al funcionario hay que reducirle el sueldo: ¿pero no se le ha reducido ya lo suficiente? Si en una fábrica hay dos trabajadores, uno de ellos se jubila y el otro continua haciendo el trabajo de los dos por el mismo sueldo, lo cierto es que le han rebajado el sueldo a la mitad. Por la misma regla de tres ¿qué está sucediendo cuando no se reponen las jubilaciones en las plantillas de la Administración Pública? Pues que, de hecho, ya se están bajando los sueldos a los funcionarios: los que quedan tienen que hacer el trabajo de todos. No debería ser extraño que, en algún momento, alguien se equivoque de medicamento en un Hospital o algún barrio quede sin protección policial.
Los sueldos de los funcionarios no son dinero tirado: el funcionario, como todo ser vivo, consume: parte de su sueldo (si no todo) se emplea en la adquisición de bienes y servicios provistos por las empresas cuyos dueños habitualmente despotrican en contra de ellos: consciente o inconscientemente estos empresarios muerden la mano del que les da de comer.
Los funcionarios no están bien pagados: el mayor número de “mileuristas” se encuentran entre este colectivo y está situación no se ha corregido ni siquiera en las épocas del “boom” económico. Y entre los niveles superiores de la Administración un funcionario cobra entre tres y diez veces menos que el puesto directivo equivalente en la empresa privada. Y por si los datos no fueran elocuentes mirad los comportamientos: el paso de un funcionario siempre es hacia la empresa privada (esa que reparte dividendos) y casi nunca es hacia la Administración Pública (esa que reparte dividendos sociales).
En España no hay demasiados funcionarios: en Francia o en Alemania el número de funcionarios en proporción a la población es mucho mayor que en España, justo al revés de lo que sucede en Senegal o Mozambique. ¿con quién nos queremos comparar?
Los funcionarios tampoco se beneficiaron de la burbuja del crecimiento, no incurrieron en los vicios de estos años, no se vendieron por un plato de lentejas... Pero, pese a todo, hay que ir por ellos ¿por qué?
Evidentemente porque, en una situación como la actual, resisten al invasor: siguen estando más o menos organizados sindicalmente, gozan de una estabilidad laboral (que no hay que eliminar sino extender a los demás colectivos de trabajadores), son independientes, en muchos casos accedieron a sus puestos de trabajo por un principio de capacidad y mérito, administran los resortes necesarios para que funcione un Estado Social y Democrático de Derecho... Todo esto es, sencillamente, imperdonable.
No es que en algún momento vaya a ocurrir, ya ha ocurrido que muchos barrios han quedado sin protección policial y que alguien se ha equivocado de medicamento en un Hospital. Y es que la coletilla "si no se ha privatizado el servicio" no sólo es válida para el barrendero; en este país se puede aplicar también, entre los ejemplos del post, a los maestros, el médico y la enfermera (de ahí muchas de esas equivocaciones de medicamentos de fatales consecuencias), y, si afinamos, a la vigilancia de los mismos edificios públicos, en manos de empresas de seguridad subcontratadas.
ResponderEliminarPor último, el mayor número de mileuristas, ¿no eran los empresarios?. En cualquier caso, allí donde prevalezca la envidia sobre las ganas de moverse del sofá, se pondrá en la diana al funcionario, en vez de al político neoliberal.
La tendencia es irse al modelo USA. Privaticemos todo para pagar menos impuesto, asi vemos cosas como esta:
ResponderEliminarhttp://www.frickr.es/2009/01/02/por-que-somos-ricos-en-espana/
Asi mejor para todos, si no te puedes pagar la sanidad te mueres, si no puedes pagar una colegio privado a tu hijo comprale un revolver. Hagamos seleccion natural y distingamos de manera mas radical unas clases de otras, acabemos con el funcionariado en España y paguemos de nuestros bolsillos seguridad,sanidad,educacion y lo que se tercie, acabemos con el gordo, calvo y malhumorado hombre de la ventanilla.
Eso si, parafraseando a Pocoyo, el sueldo de los politicos: "NO TOCAR".