"El Ejecutivo del Estado moderno no es más que un Comité que administra los negocios comunes de toda la burguesía" (K. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista).

lunes, 22 de febrero de 2010

Estos tipos chiflados en sus locos cacharros.

         De lo visto y oído, clasificaría a los “expertos” en esta crisis en los siguientes grupos:

          En primer lugar están los ingenuos y/o malintencionados: son gente que cree que la crisis se ha producido por la avaricia desmedida de unos pocos (los directivos de la banca americana, ¡nosotros no, por supuesto!..). La crisis es un problema de valores y ni siquiera de la falta de valores de toda la sociedad, sino sólo de los de arriba. Una vez que se les reemplace por otros directivos "con valores", el modelo, con sus recetas neoliberales, puede funcionar perfectamente. Es la tesis de los abadías y compañía, pero no sé si es ingenua o simplemente malintencionada. Que el capitalismo se autorregule o que puede haber capitalistas con ética me parece  como dejar libre a un psicópata asesino que se comprometa sólo a “apiolar” a los enfermos terminales que han pedido la eutanasia. No sé si tanta ingenuidad no es prueba de mala fe...


          El segundo grupo lo forman los alquimistas: creen que la crisis es puramente financiera y que, se soluciona con medidas de política monetaria. Es el “gastad, gastad, malditos” de nuestro Presidente y de los que creen, como él, que restableciendo el crédito, todo está solucionado. Por supuesto, no se plantean que para que exista consumo, o aumenta la renta real de los consumidores, o se les endeuda hasta que no pueden más (sobretodo pensando que este dinero ¡hay que devolverlo!). Son como alquimistas porque, al igual que éstos, piensan que con unos polvos se convierte el plomo en oro, o que impregnando de alcohol una piedra se consigue que arda. No aspiran a nada más profundo. Desgraciadamente los gobiernos y partidos de la izquierda parlamentaria europea están plagados de estos individuos.


           El siguiente grupo lo forman los keynesianos: reconocen que el sistema capitalista a veces “se cala” porque no hay consumo para tanta producción. Proponen que cuándo esto pasa se puede “embragar” mediante la acción pública con grandes programas de gasto y con una cierta redistribución de rentas: lo que se llama una política fiscal. Una vez puesto en marcha el motor, pues nada: primera, segunda, tercera... así hasta el siguiente parón. Este grupo de apuntaladores está formado por “viejas glorias”, pero hay que decir en su favor que, al igual que pasa en el fútbol con Pushkas, Di Stéfano, Pelé o Maradona, lo que ha venido luego ha sido bastante peor.


          Finalmente está el grupo de los marginados: estos creen que estamos ante una crisis “sistémica”, en la que confluyen factores polìticos, sociales, económicos, medioambientales... pero saben que el verdadero problema es el capitalismo: no se puede basar todo en un modelo de producir-consumir, con un crecimiento ilimitado a partir unos recursos limitados, aumentando las desigualdades y enviando directamente a la mayor parte de la humanidad a la pobreza... Como esto no es sostenible por algún lado tiene que estallar: puede ser que el detonante de esta crisis sean las hipotecas ninja, pero, si salimos de ésta, habrá otras nuevas originadas por los samurais o por los daimíos: así hasta el hundimiento del sistema capitalista o la extinción del ser humano, lo que primero suceda.

          De lo que se trata no es de apuntalar el capitalismo como quieren los grupos anteriores, sino de sustituirlo por algo mejor. Y en esto, de nuevo, hay dos grupos: los que sabiendo lo que sucede se dedican a contemplar el hundimiento del sistema como el abuelo y el niño del último capítulo de “La guerra de las salamandras” ante la anegación de Praga, o bien, los que tratan por transformar el sistema: aquí desde luego podemos incluir a los marxistas, pero también a los pocos socialdemócratas que saben que socialdemocracia es una abreviatura que quiere decir “hacia el socialismo por la democracia”.

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