"El Ejecutivo del Estado moderno no es más que un Comité que administra los negocios comunes de toda la burguesía" (K. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista).

lunes, 29 de marzo de 2010

Paréntesis

           Cuando el ejército o la iglesia toman la calle (suelen ir juntos en las procesiones), lo más recomendable es salir huyendo, sobretodo si son mayoría. Cuando la situación se normalice, lo que tradicionalmente sucede el lunes de Pascua, estaré de vuelta.

sábado, 27 de marzo de 2010

La luna y el dedo

          Dice el chiste popular que cuando alguien señala al cielo, todos miran a la luna menos el idiota. El idiota mira al dedo. Es la misma conducta del que confunde las políticas (la luna), con el ministerio que las realiza (el dedo): evidentemente políticas sociales, de igualdad, de vivienda... hay que hacer. Lo que es más dudoso es que se necesite un ministerio para cada una de las políticas. Es más, en algunos casos podría ser contraproducente: ¿alguien se imagina un ministerio para la reducción de la burocracia?

            ¿Por qué entonces este empeño en no reducir algún ministerio y potenciar las políticas correspondientes con el ahorro que eso supone? Porque, como acertadamente leí a Rafael Reig una vez (Carta con respuesta) sobre el “valor pedagógico de los actos del Gobierno”, las políticas de este Gobierno no consisten en hacer sino en exhibir: no hay verdaderas políticas sociales: en su lugar una serie de personas encaramadas al mástil mayor haciendo señales de cómo deberían ser las cosas.
           De esta forma las políticas de igualdad sólo consisten en crear un Ministerio de Igualdad, las políticas de Vivienda se agotan al crear un Ministerio de Vivienda, los problemas de la ciencia en este país se solucionan todos al crear el correspondiente Ministerio de Ciencia... No es algo nuevo, es algo intrínseco de la forma de hacer política de nuestro Presidente, siempre atento al dedo y no a la luna. ¡Y así nos va!

viernes, 26 de marzo de 2010

De fábulas y bipartidismo

Un hermoso día de primavera,
la tortuga y la liebre,
una carrera echaron.
Pero no eran la tortuga y la liebre
de la fábula,
Se trataba, más bien,
de una liebre coja
y de una tortuga asmática.


La liebre da dos pasos,
y, al suelo.
La tortuga da otros dos,
y se desmaya.
Así, poco a poco,
fueron cubriendo la distancia.
Tardaron más de diez días,
en llegar hasta la meta,
pues, cuando una no se caía,
la otra quedaba muerta.


Viendo que no acababan,
echaron mano a sus aficiones,
que en volandas las llevaron,
hasta el día de las elecciones.
Quién ganó no se supo,
pues eran tan iguales
las fuerzas de sus incondicionales,
que llegaron empatadas,
y las dos reclamaron los honores.


Con lo cuál se demuestra,
que si de una carrera electoral se trata,
no hay que hacer buena o mala carrera,
si no sólo meter menos  la pata,
y, eso sí, tener una buena hinchada,
que, hagas lo que hagas,
siempre te lleve contenta a sus espaldas.

jueves, 25 de marzo de 2010

La bola de cristal

          La subida que se avecina de dos puntos del tipo general (del 16% al 18%) y de uno del tipo reducido (del 7% al 8%) para la Ministra no va a suponer un alza de los precios de un dos por ciento; ¡qué va! Será de un puntito o así: un puntito se lo “chupa” el consumidor, otro puntito se lo “come” el vendedor y así “santas pascuas”: siempre de buen rollito. ¡Mira!, incluso nos viene bien: se ponen de acuerdo, tú cedes un poco, yo cedo otro poco y así favorecemos la solidaridad, la concordia, el juntos podemos, el “estoloarreglamosentretodos”...

        Todo esto lo sabe, por supuesto, mirando la bola de cristal.
          El fenómeno por el que un impuesto (o un coste en general) en un mercado acaba pagándolo el vendedor (oferente) o el comprador (demandante), independientemente de quién resulte legalmente obligado a ello, se conoce en el gremio como “traslación impositiva”. Tú, Hacienda Pública, di lo que quieras sobre quién quieres que lo pague, pero ya veremos sobre las espaldas (o bolsillos) de quién realmente recae.
          No hace falta ser economista para saber que quién pagará el pato no es una cuestión de patriotismo, ni de buenas vibraciones: es una cuestión de quién tiene más o menos “fuerza” en el mercado, si los vendedores productores, oferentes... o los compradores, consumidores, demandantes. Y esto depende del producto de que se trate y de la “elasticidad” de las curvas de oferta y demanda, para cada mercado en cuestión.
           Como esto último así dicho suena a chino, pondré un ejemplo: imaginemos que creamos un nuevo impuesto (o subimos el existente) sobre un producto donde los demandantes tienen muy pocas posibilidades de dejar de comprarlo: por ejemplo, sobre los ataúdes: porque haya un nuevo impuesto sobre ataúdes nadie va a dejar de morirse, ni es fácil que pidan menos de un ataúd por muerto (un Papa incluso necesita tres), ni siquiera creo que existan ataúdes “tres cuartos” para la ocasión. En estas circunstancias los vendedores de ataúdes no tendrán reparo en aplicar una subida del precio de este peculiar mobiliario prácticamente de la totalidad del nuevo impuesto, y el muerto (o sus familiares) tendrán que aguantarse. Esto se debe a que la curva de demanda de este producto es “inelástica”, es decir, que le eches lo que le eches, el consumidor tendrá que pechar con ello.
            Lo contrario sucede en el mercado de perfumes: si ponemos un impuesto sobre este producto y el vendedor trata de repercutirlo al comprador, se encontrará con que éstos se pasarán a la más limpia y barata costumbre de emplear agua y jabón para su higiene y, en caso de comprar, el frasquito les durará más (de día del Padre hasta Navidad fácilmente), lo economizarán mejor. En estas circunstancias, es poco probable que el vendedor pueda subir el precio del producto en la misma cuantía que el impuesto, por lo que tendrá que ser el que acabe pagando el pato, salvo que quiera reducir su clientela hasta quedarse sólo con el gremio de los políticos “chotunos”. Esto sucede porque en el mercado de este producto la curva de demanda es muy elástica: el comprador, en cuanto le subes el precio “se las pira” y se compra otra cosa, o se pasa sin ella(*).
            Sabiendo esto hay que tener una bola de cristal muy, pero que muy pulida, para poder determinar cómo se va a realizar la traslación impositiva de la subida de este impuesto en julio. Pero hay alguna pista sobre ello, que demuestra que la bola de la ministra tiene algunas dioptrías: la mayor parte del ingreso por IVA procede de tres consumos: la electricidad, el teléfono y los carburantes. Curiosamente los tres (todos al 18% en julio) tienen tarifas, más o menos fijas, y, por lo que respecta a este artículo, curvas de demanda bastante inelásticas: la gente podrá apagar algo más las luces, pero no creo que desenchufe la nevera por la noche o deje de cocinar o poner la lavadora. Tampoco creo que hable menos por teléfono porque, de hecho, el móvil crea adición. Y respecto de los carburantes, no creo que dejen de ir a trabajar a la nave en coche, a hacer la compra al “carrefú”, a usar el coche hasta para ir a mear...: en algunos casos porque no hay alternativa, y en otros, porque llevamos años adoctrinándoles para que vean en el “buga” la prolongación de su falo y, claro, ahora no se lo vamos a cortar.
           Por todo esto, recomiendo, Señora Ministra, que se ponga las gafas de ver de lejos (ésas tan raras en política) y que vuelva a mirar la bola de cristal: ¡a ver qué sale esta vez!





* La traslación depende también de la elasticidad de la curva de oferta pero por no marear al lector, no voy a explicar cómo.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Completo por vacaciones

          Con las vacaciones de Semana Santa a la vuelta de la esquina, les tengo que comunicar una mala noticia: este año, todos los sitios, absolutamente todos los sitios, estarán más llenos que nunca. Por culpa de o a causa de la crisis, naturalmente.

            La idea de que viajar abre la mente, estimula la inteligencia, aumenta la cultura, etcétera... no es más que un “eslogan” de la industria del turismo. En realidad viajar no sirve para nada esto: no hay más que ver en la tele algún programa tipo “callejeros viajeros” o “españolitos po'l mundo de dios adiante” para darse cuenta de ello. Los especímenes que circulan por esos programas habrán viajado mucho y habrán vivido mucho en otros países, pero de inteligencia nada de nada. Para abrir la mente lo que hay que hacer es ir hacia la estantería, coger un libro, y... leerlo.
          Viajar es, antes y ahora, una cuestión de “estatus” (antaño de “alto estatus” y hoy de “estatus de medio pelo”). Se viaja, básicamente, para dar envidia a nuestros vecinos y para atormentarlos, al regreso, con millones de fotos digitales y vídeos, que prueben que, efectivamente, estuvimos allí y nos gastamos una pasta.
           Siendo, por tanto, el viajar un “bien de consumo ostentoso”, en época de crisis podemos reducir su consumo, pero no hasta el extremo de prescindir del mismo, so pena de ver cómo se deteriora nuestro estatus social: no podemos decir a los amigos o a los colegas que este año no nos vamos a ningún sitio, claro que no: salir se sale, aunque sea a Sanserenín de la Sierra, a casa del abuelo, a “pegar la gorra”. Cualquier cosa antes que demostrar a nuestros conocidos que ya no podemos con la risa y que, como unos “pringaos”, tenemos que quedarnos en casita.
           Evidentemente consumir se consume menos, viajar se viaja menos, pero lo poco que se hace, se hace precisamente en estas fechas “tan señaladas”: en Semana Santa, en Agosto, en Navidad, en algún puente en el que todos los del “curro” van a algún sitio... Por eso, en esas fechas, hay más gente que nunca: porque nadie quiere parecer un pobre, de los que no viajan a ningún sitio, casi, casi, como un inmigrante...
           Esto está estudiado y, desgraciadamente, no pasa sólo en España: en las crisis la gente concentra sus viajes en determinadas fechas, los “festivos tradicionales”; es propio del estúpido urbanita occidental.
            Pero la mayoría de la gente, incluso en estos países desarrollados, no tiene este problema: no viajaban ni siquiera en las épocas de vacas gordas. Por  supuesto, a esa mayoría silenciosa no se la oye llamar a gritos al camarero, mientras se dejan los últimos euros de su cartera en pagar el doble en unos días en el que todo se disfruta la mitad. Tampoco salen en los telediarios contando las horas de atasco que llevan, ni lo bien que se lo han pasado aguantando un par de horas, a pie quieto, que pasara una procesión, para acabar siempre con un “pero ha merecido la pena”. Y todo esto, sólo por el “qué dirán”. Luego dirán que no nos tenemos merecido lo que nos pasa.

martes, 23 de marzo de 2010

El arte de la guerra

         En el moderno arte de la guerra, se debe a Clausewitz y más recientemente a L. Hart la formalización de una estrategia militar conocida desde la antigüedad: la aproximación indirecta.

          Mediante esta estrategia, en lugar de combatir directamente al enemigo, se busca un debilitamiento progresivo que incapacite al rival a seguir batallando. “En la estrategia indirecta, la fuerza pasa a un plano secundario y en su lugar se da prelación a un hábil planeamiento que mediante acciones psicológicas y bajo un decidido y eficiente liderazgo afecte gravemente la moral del contendor ” (*).
           Una aplicación práctica de esta estrategia de aproximación indirecta es lo que está sucediendo con las propuestas de limitar el gasto de las Comunidades Autónomas: en primer lugar se crea la idea de que las Comunidades son un lujo superfluo, que derrochan el dinero y que no sirven más que para enchufar a amiguetes y compinches de partido. A continuación se exige que se sometan a una rígida disciplina presupuestaria, que reduzcan sus gastos, que eviten endeudarse, que reduzcan su tamaño.
            Pero nos olvidamos (los que han puesto en marcha esta estrategia está claro que no) que los gastos relevantes de las Comunidades Autónoma, los que están haciendo desequilibrar sus presupuestos, son los gastos en Sanidad, Educación, y, recientemente en Dependencia. De este modo, apretando de esta forma tan “indirecta”, se consigue, finalmente, reducir el gasto social, el gasto social de las Comunidades Autónomas, que son las principales administraciones que gestionan este gasto.
           Como se ve, no ha sido necesario atacar directamente al Estado de Bienestar ni recortar sus conquistas en una gran batalla: es más eficaz seguir esta estrategia: así todos de acuerdo (izquierdas y derechas), y a seguir recortando Estado Social, como si tal cosa.
            Nuestro Presidente estuvo pensando en contratar a Sun Tzu como asesor en la Moncloa, antes de que fichara para los de la calle Génova. Afortunadamente, alguien muy cercano le dijo que no podía hacerlo, porque Sun Tzu había fallecido, según creía, hace poco.








* Puyana G. , Teorías de la guerra en Moltke y Liddell Hart, Revista de Estudios Sociales, no. 15, junio de 2003, 109-121.

lunes, 22 de marzo de 2010

¡Qué se mueran los viejos!

          El mismo día que desde los púlpitos de las iglesias se predicaba el pasaje del evangelio según San Juan en el que se dice que “el que esté libre de pecado, tire la primera piedra”, desde el púlpito de la derecha económica, el “Diario del neoliberalismo en español” se podía leer lo siguiente: “El envejecimiento de la población repercute sobre el gasto farmacéutico: los pensionistas, que no pagan nada, generan hasta el 70% del gasto en medicamentos” (Editorial El País ). Mientras los unos se preocupan de los niños, los otros se preocupan por los viejos.

           El Pacto Sanitario resulta ser, al final, un pacto de recorte de medicamentos: pero lo cierto es que el gasto médico por habitante en España es de los más bajos de la Unión, mientras que el gasto en medicamentos es, efectivamente, de los más altos. ¿Por qué pasa esto? El que lo explica divinamente, es Vicenç Navarro (www.vnavarro.org) Yo lo único que puedo hacer es poner un ejemplo.
             Pongamos dos países hipotéticos: a uno de ellos, pura coincidencia, lo llamaremos España; al otro, también por casualidad, lo llamaremos Suecia.
           Modelo 1.- A la consulta médica de España llega un cariacontecido paciente con unos análisis de sangre bajo el brazo: tiene el colesterol alto. El médico mira los análisis, le receta unas pastillas contra el colesterol y listo. Tiempo de consulta: cinco minutos.
            Modelo 2.- A la consulta médica de Suecia llega un paciente con el mismo problema. El médico se interesa por el tipo de vida que lleva, le propone una dieta alternativa, mayor ejercicio, en fin, una vida más sana. Fija una nueva cita para ver como evoluciona el colesterol de este individuo. Hace un seguimiento continuado del paciente. Finalmente, si es el caso, le receta un medicamento.
Ambos modelos están exagerados, pero en ellos se ve claramente dónde está el problema: en el primer caso el coste sanitario en medicamentos es alto pero el coste “en médicos” es bajo. En el segundo modelo el coste en medicamentos es bajo pero el coste en personal médico es más elevado. Y usted como paciente, ¿cuál prefiere?.
          Reducir el problema de la Sanidad española “a que los viejos gastan mucho en medicamentos” es de una simpleza propia de los medios que proponen estas teorías, que, además, no son inocentes: si los viejos gastan tanto en medicinas, “sin pagar nada” o bien habrá que empezar a cobrar por ello, o bien, directamente, habrá que eliminarlos del mapa.
           Por supuesto debates serios ni los hay ni se los espera. Todo se reducirá a meter la tijera en el gasto en medicamentos y a seguir tirando: ahora cuando un anciano, de estos que El País ha llamado “parásitos sociales” vaya al ambulatorio a pedir recetas, el médico tendrá que decirle: “tómese la pastilla un día sí y otro no”, a ver si, con un poco de suerte, el día que no le toque la pastilla para la tensión, le da el pampurrio.

domingo, 21 de marzo de 2010

De hombres y hombros

          Supongamos como hipótesis de trabajo que organizamos un experimento sociológico (vulgo "reality show") para el que reclutamos a elementos de todas las clases sociales. Cojamos a Bill Gates, a Ratzinger, a Díaz Ferrán, a un MBA del IESE, a un oficinista, a un jornalero del campo y a un miembro de una tribu de recolectores-cazadores del África Central. Soltémoslos en un paraje deshabitado (La Pampa va bien) separados unos de otros y esperemos a ver qué pasa. 

            Al cabo de dos meses es seguro que tendremos que recoger los restos mortales de los cuatro primeros. En el caso del oficinista es probable que también tengamos que hacerlo, sobretodo si ha seguido por televisión los consejos del insufrible Calleja. Lo normal será que encontremos al jornalero más o menos vivito y coleando. El que seguro que no tendrá ningún problema es el africano (más a gusto que en casa porque, por lo menos en la Pampa, no hay leones).
             ¿Por qué se invierte la pirámide económica y social? Al parecer porque ninguno de los ricos y poderosos (ni el urbanita desclasado) tiene, ni sabe nada de la vida, que le permita la supervivencia. ¡Pero en la vida "normal" son ricos y famosos!, ¿de dónde sacan sus "superpoderes"?

               Como se ve, no de la gracia divina, ni del RH, ni de su condición de emprendedores, inteligentes, occidentales o demócratas... No. Sus superpoderes proceden de algo más sencillo: de vivir en sociedad. Son ricos y poderosos porque hay una Sociedad de la que pueden extraer la riqueza: el origen de sus riquezas es la Sociedad y ellos sólo se valen de sus habilidades sociales (más o menos éticas) para apropiárselas. Por eso mismo es lógico que a la Sociedad corresponda una parte de esa riqueza, si no toda.
           Desgraciadamente no soy original en la idea de tan interesante experimento social: se utiliza como ejemplo en un libro del excelente portal de noticias, www.rebelion.org : "Millonario por la gracia de..." de Marno Ridao, que podéis localizar en la red (por ejemplo, desde aquí: "Millonario por la gracia de..." ), libro que sirve para demostrar que la imposición sobre el patrimonio y las herencias no es algo propio de radicales bolcheviques, sino que se justifica en el mismo origen social de la riqueza de la que se han apropiado estas gentes.
             Einstein dijo una vez que un científico es un enano a hombros de un gigante (los avances de todos los científicos anteriores a él). Pues lo mismo es un rico: un enano a lomos de un montón de pobres que forman una sociedad.

jueves, 18 de marzo de 2010

Leña al mono

         ¡Leña al mono!¡Hasta que hable en inglés! Este parece ser el proyecto educativo que queremos para nuestras crías. El que tengan la cabeza bien amueblada o pensamiento crítico es secundario si uno sabe conectarse al mesenller o ver los vídeos del yutuf, y, por supuesto, si chapurrea el idioma del imperio. Y no nos falta razón porque sabiendo inglés, se pueden coger mucho mejor las comandas, ¡dónde vamos a parar! 

            El hecho es que no falta colegio público, privado o concertado que no tenga su propio proyecto educativo bilingüe, que, en lo básico consiste en agarrar una asignatura y darla en el idioma de Chéspir. Para ello se coge un libro de un proyecto editorial bilingüe, proyecto que consiste en traducir al inglés un libro de texto previamente escrito en castellano (me temo que harán lo mismo con el catalán, el gallego o el vasco, que serán "refritos" del texto base en la lengua de Aznar).
            Un resultado de este sistema lo tenemos en el libro Science Primary 6, editorial SM, ISBN 978-84-675-3314-9. En su hermano gemelo (pero primogénito), llamado Conocimiento del Medio 6º de Primaria, Editorial SM, proyecto Timonel, ISBN 978-84-675-3265-4 podemos leer "Los Montes de León, al noroeste de la Meseta" y "El Macizo Galaico, al noroeste,..." (página 114). Este es el libro que estudian los pobres desheredados de colegios que no son bilingües.

            En la edición en inglés se lee: "The León Mountains are to the north-east of the Plateau" y "The Galician Massif, to the north-east..." (página 94). Y no les falta razón: todavía recuerdo que, cuando estuve destinado en Cataluña: unos fines de semana íbamos de excursión al Teleno y otros a comer los riquísimos percebes de Palamós. ¡Qué tiempos aquellos!.
            Lo peor no es esto, un error lo tiene cualquiera. Lo peor, es que, cuando esta mañana dejaba a mi hijo en la parada, me preguntó: "¡Papá! Entonces... si preguntan dónde están los Montes de León ¿qué digo?". "Pues dices el lugar donde están de verdad, no donde dice el libro". Y en ese momento me asaltó la duda: ¿cuántos padres estarían diciendo: "pon lo que pone el libro" o "pon lo que diga el maestro"? En el fondo da igual, ¡pon lo que quieras!, el caso es que esté en inglés.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Nuevas formas de delincuencia

         En un dispositivo de ámbito estatal, conjunto, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han detenido, esta semana, a los siguientes presuntos delincuentes: 

         Primero.- A.R.M, varón, español, de 47 años: se le acusa de estar ahorrando parte de su sueldo, en lugar de consumir, provocando, con su conducta, un agravamiento de la crisis económica. Alegó en el momento de su detención que lo hacía porque temía quedarse en el paro (trabaja en el grupo Marsans) y que tiene dos hijos con contratos temporales en Carrefour, que cree que no les van a ser renovados. En dependencias policiales también confesó que lo hacía porque creía que no tendría suficiente, el día de mañana, con la pensión de jubilación y dudaba del estado de la Sanidad Pública dentro de unos años. La Policía considera su conducta especialmente peligrosa porque, entre otras cosas, parte de sus ahorros los escondía dentro de un colchón y no los llevaba al banco.

           Segundo.- G. F. R, varón, español, de 45 años: se le acusa de acudir a un banco para pedir un préstamo para que su hijo pueda estudiar en una Universidad de prestigio. Con ello su déficit personal se ha disparado por encima del 3% de sus ingresos (conducta tipificada en el Nuevo Código Penal) y su endeudamiento, supera, en varias veces su salario. Aunque no hay duda de que podrá ir pagándolo en el futuro y que incluso la cualificación de su hijo ayudará a que éste encuentre un mejor trabajo y la familia mejore económicamente, su conducta, en el momento actual, es gravemente peligrosa para la estabilidad monetaria. De hecho, sobre este ciudadano pesan los mismos cargos que en el caso de falsificación de moneda.
            Tercero.- A.H,H, mujer, senegalesa, de 27 años: se la acusa de permanecer en territorio español pese a perder su puesto de trabajo como limpiadora de un centro comercial. Pese a ser reconvenida por las autoridades para que regresara a su país ahora que aquí las cosas están peor que en Senegal, ella se negó repetidas veces a su retorno. En el momento de la detención se la ocuparon sendas fotografías de sus dos hijos, Karim y Ahmed, muertos en su país por no haber recibido, a tiempo, la vacuna de la malaria. Agrava la situación el hecho de que en los últimos meses había venido cobrando la prestación por desempleo por la que cotizó cuando trabajaba. Es de religión musulmana, por lo que es probable que esté vinculada con el terrorismo islamista radical.
               Cuarto.- T.P.J, varón, de 25 años, alias "Tontín": antiguo empleado de una inmobiliaria, actualmente en paro. Compró una vivienda para lo que firmó una hipoteca a cuarenta años. Tiene varios créditos personales. Hasta hace unos días poseía un BMW serie 5, hoy embargado por deudas. Posiblemente afectado por el conocido síndrome "los españoles somos los reyes del mambo", enfermedad contraida en el 2.005, tras una larga exposición a la influencia de los medios de comunicación. Se le considera responsable de haber introducido en España la burbuja inmobiliaria y financiera que ha asolado este país. En un primer registro de las maletas que portaba a la vuelta de sus últimas vacaciones, hace unos días, a la Rivera Maya, no se ha encontrado material sospechoso.

           La operación no está cerrada y se esperan todavía más detenciones. Si usted ha visto a alguna persona con un comportamiento sospechoso parecido a los descritos en esta nota de prensa, por favor, comuníquelo a la policía. El Ministerio de Economía y Hacienda y la Comisión de la Unión Europea se lo agradecerán.

martes, 16 de marzo de 2010

Del mal, el menos

          Una vez aceptada de grado o por la fuerza ("a la griega") la idea de que hay que reducir el déficit presupuestario como sea, sacrificando cualquier posibilidad de crecimiento y salida de la crisis a ese nuevo becerro de oro que es el euro, sólo nos queda reconocer que esa reducción se puede hacer de dos maneras: aumentando los ingresos o recortando gastos. 

          En esto, hay que reconocerlo, existen diferencias dependiendo de la facción del bipartito de los poderosos que nos gobierne: el PSOE, de momento, parece proclive a no tocar el gasto social, mientras que el PP, aunque no lo diga (no son tan tontos), precisamente ve en esas partidas las primeras que se deben recortar para conseguir el fetiche del "presupuesto equilibrado". En resumidas cuentas: el partido del Gobierno se prepara a aumentar los ingresos públicos mientras que la oposición afila la guadaña del recorte social para cuando le toque gobernar, en el 2.012.
         Evidentemente, de los dos males, aumentar el ingreso (los impuestos) es menos malo que recortar el gasto. La pena es la oportunidad perdida: los impuestos que hay que subir, Señor Presidente, no son lo indirectos sino los directos. Y no me diga que no tiene campo para ello: puede, desde luego, eliminar determinadas deducciones (cheque-bebé, vivienda...) a los más pudientes. Puede también elevar la tributación "del ahorro": los dividendos, los intereses de los usureros y las ganancias "en el intradía" de los especuladores tributan a un tipo fijo del 19% o 21% (los trabajadores empiezan en el 24%). Puede también eliminar la exención o bonificación del 50% de las rentas de los ricos propietarios que arriendan pisos o chabolos a los jóvenes, inmigrantes... Puede subir, como han hecho en Portugal (45%) o Reino Unido (50%) el tipo marginal de los que declaran más de 150.000 euros y, por supuesto, haga tributar a los pobres futbolistas a este tipo. También puede recuperar el Impuesto sobre el Patrimonio e incluso redenominarlo "de grandes fortunas" para gravar a los contribuyentes que tienen patrimonios superiores al millón de euros (eso sí, sin quitarles "bienes afectos"). Puede replantearse la tributación de las SICAV's (cuyos beneficios tributan al 1%, pero eso sí, hágalo antes de que entren en pérdidas) y de las SOCIMI (que tributan al 18%). Persiga, pero esta vez de verdad, el fraude fiscal. Y por favor deje de decir la tontería de que en el Impuesto sobre Sociedades se rebajan los tipos para aliviar la tributación de las empresas que lo están pasando mal, porque en ese impuesto, como en el IRPF se gravan rentas: si una sociedad o un empresario no obtiene beneficios no tributa porque, que yo sepa, todavía no se pagan impuestos por las pérdidas.
           Y si después de hacer todo esto (más otro tanto que se me queda en el tintero) resulta que los ingresos no alcanzan a los gastos, entonces, y sólo entonces, suba el IVA, pero, ¡por Dios Bendito!, no me sea tan vago, ni tan cobardón...

lunes, 15 de marzo de 2010

El becerro de oro

         Si hubiera que buscar un icono del sistema capitalista-consumista, éste sería, sin duda, el motor de explosión. Difícilmente se encuentra una mercancía, el automóvil particular, que contenga, todos los valores éticos (y estéticos) del sistema: 

         La propiedad privada total, de uso y disfrute exclusivo de quién quiera y pueda comprarlo; el carácter de bien privado puro: rivalidad en el consumo y exclusión (si lo tengo, no lo tienes tú); el instrumento  por excelencia de ostentación social y económica (más grande, más potente, más caro), de degradación ecológica (agotamiento de reservas, contaminación, destrucción del medio ambiente con carreteras y autopistas) e individualismo (todos juntitos en caravana, pero dentro de nuestra burbuja, sin mezclarnos los unos con los otros). 

          El poder del lobby de la automoción es impresionante: desafío al lector a que encuentre un sólo medio escrito que no dedique semanalmente unas páginas o suplemento al "mundo del motor". Todo esto sin olvidar las ayudas públicas al sector, que se mantendrán hasta que de los pozos petrolíferos se extraiga la última gota de combustible. 

           El motor de explosión...¡Ése es nuestro dios!

           Pero faltaba un acto litúrgico que visibilizara nuestra comunión con esta mercancía: Afortunadamente llega la Formula 1, brindándonos los domingos (El día del señor) nuestra misa (bi) semanal a través del instrumento mediático por excelencia: la televisión. 

           El pasado domingo empezó el año litúrgico: organizado por una estructura corrupta (¿recuerdan Valencia?) formada por los más ricos del planeta (con un filonazi al frente). 

            En los salones de las casas y en los bares, todos los españolitos alentaban a un mercenario domiciliado en algún paraíso fiscal. Todo el país vibra ante el circo del "antideporte": un espectáculo contaminante y ruidoso en el que el esfuerzo lo hacen los motores y en el que se juntan envidias, venganzas, enfrentamientos y odios, por supuesto, dentro del mismo equipo. Y todo ello patrocinado por los grandes poderes económicos: bancos, tabacaleras, bebidas alcohólicas, fabricantes de coches... 

           En el día de la resaca, todos los medios llevan a portada la victoria del piloto fiscalmente ex-español y premio Príncipe de Asturias. Todos, sin excepción alguna: a los medios conservadores les conviene, a los medios progresistas... ¡pero si uno de ellos tiene los derechos de retransmisión! ¡Acabáramos!. 

            Y, al que se opone a este "circo de la Fórmula Uno", una ración de lo que mejor se sabe hacer en este país: ¡Antiespañol! ¡Hereje! ¡A por él! ¡A la hoguera!

domingo, 14 de marzo de 2010

¿Con ellos?

          Por segunda vez, los personajes más mediáticos del “stablishment” prestan su jeta y su voz para una nueva campaña del neoliberalismo rampante: “esto lo arreglamos entre todos”. Y digo por segunda vez, porque ya hicieron lo mismo cuando trataron de vendernos (en España con éxito, por cierto) otro crecepelo neoliberal: La Constitución Europea. Echo de menos esta vez, con todo, las voces y poses de Gabilondo o de Valdano: el primero porque quizá haya visto la luz, el segundo porque andará a otras cosas.

            Lo más grave de la campaña (*) es, con diferencia, la idea de que esta crisis se soluciona con ánimo, Con “buen rollito” y cosas así. Después de décadas de injusticias sociales, de aumento de las desigualdades, de pérdida de poder económico de las rentas salariales, de especulación inmobiliaria... cuando el sistema quiebra, la solución es poner buena cara, mucho “karma”, buenas vibraciones... y, a seguir como cualquier cosa.
           No sé lo que tiene que pasar para que los de arriba se enteren que esto no es una crisis psicológica, ni de crédito, ni de confianza, ni de las demás “potencias del alma”: esto es una crisis sistémica: del modelo y forma de producción, de cómo se distribuye la riqueza, de cómo se está destruyendo el medio ambiente, se agotan los recursos naturales, aumentan las diferencias entre ricos y pobres... Cuando se den cuenta de ello, la clase dirigente, entre los que se encuentran estos abnegados comunicadores, se darán cuenta también de que los que sobran son ellos y de que, efectivamente, esto tiene arreglo pero que solamente podemos arreglarlo sin ellos: www.estosololoarreglamossinellos.org.
¿Con ellos? Con ellos, como dicen en mi pueblo, no voy “ni a atropar dinero”.

           (*) Lo segundo más grave es que la campaña “esto lo arreglamos entre todos” se ofreció primero al Partido Popular con el slogan “esto lo arreglamos nosotros”, como denuncia el digital Cuarto Poder: "del nosotros al todos, Moncloa incluida"

sábado, 13 de marzo de 2010

Río revuelto

          La periodista (que no economista) Naomi Klein, en su libro “La Doctrina del Shock” sostiene que el capitalismo consigue sus avances aprovechándose de los desastres que sufren las sociedades. Para ello toma como referencia la frase del economista y Premio Nobel, Milton Friedman que asegura que “Sólo una crisis, real o percibida como real, permite un auténtico cambio”.

            Se puede discutir sobre la existencia de una “mano negra” que incluso prepare meticulosamente las catástrofes naturales que sirven para golpear las sociedades antes de empujarlas al cambio, pero, lo que parece fuera de duda es que cualquier crisis genera oportunidades, al menos en el bando de los que lo tienen todo. La doctrina del shock es lo que, en estos pagos, se define como “a río revuelto, ganancia de pescadores”. De los beneficios de los peces no se dice nada, probablemente porque, con el río revuelto, no obtienen ninguno.

           La nevada caída sobre Cataluña la pasada semana y la serie de apagones sufridos, sobretodo, en la provincia de Gerona, parecen un capítulo más del libro de Klein: una catástrofe, indudablemente propiciada por un fenómeno natural, más o menos imprevisible, pero causada, ante todo, por la falta de mantenimiento del tendido eléctrico y por la desidia de las compañías eléctricas.

            En ese escenario, la gente sin luz ni calefacción en sus casas, sin poderse mover... la sociedad catalana se encuentra en estado de shock. ¿y cuál es la oportunidad de negocio que se abre para cambiar sus conductas? Han bastado unos pocos días para oírlo de boca de los gobernantes: El MAT, la línea de muy alta tensión: “con ella esto no hubiera sucedido”, afirman, impudicamente, en un ejercicio intelectual propio de la ciencia ficción.
           Con esto todo cobra sentido: la falta de mantenimiento de las líneas, la pereza de las eléctricas a la hora de reparar los daños, el desprecio a los ciudadanos por parte de la clase política autonómica y nacional... todo iba orientado a un fin: demostrar a los ciudadanos reticentes a una infraestructura mastodóntica, destructiva y sin sentido, que la vida sin el MAT, va a ser muy, pero que muy dolorosa. ¡Ya se encargarán ellos de que así sea!


P.D. Y que mis paisanos asturianos y leoneses se vayan preparando porque después les tocará a ellos: la línea Sama-Velilla está en marcha.

jueves, 11 de marzo de 2010

Publicidad en las camisetas

         Cuando el Ministro de Trabajo confesó que tenía un plan de pensiones privado y que estaba muy contento con él, no quería decir, por supuesto, que pensara sustituir el Sistema Público de Pensiones por planes de pensiones privados: simplemente nos hacía una recomendación, de amiguete a amiguete, de colega a colega, como en los anuncios esos de la cuenta naranja: “yo me lo hice, hazme caso, te conviene.... ¡lo ves!, ¡ya lo sabíaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!".

          No es la primera vez que esto ocurre: cada verano, el Ministro del Interior nos recomienda, si dejamos nuestra vivienda vacía, que alguien nos recoja las cartas, poner temporizadores que enciendan y apaguen las luces, puertas acorazadas, barrotes en las ventanas, instalar una alarma conectada a una central de una empresa de seguridad... No es que la policía se vaya de vacaciones, es que estaremos más seguros si hacemos esas cosas... “Yo mismo -dirá el Ministro- instalé una alarma de éstas, y ahora puedo dormir tranquilo”.
           Y, en breve, veremos a la Ministra de Sanidad o a algún Consejero de Sanidad, recomendarnos algún seguro médico privado, como complemento a la Sanidad Pública (“para cosas pequeñas”, “por si no nos gusta esperar”...) de la misma forma que ya nos recomiendan cocinar con aceite de oliva, comer pescado azul o jamón ibérico y, si nos duele la espalda, ir a cursos de pilates. El Ministro de Educación no se cansa de decir que tener internet y ordenador en casa contribuye a que nuestros hijos estén más formados, y de ahí, saltará a la conveniencia de las actividades extraescolares, los campamentos de verano, los cursos de inglés por correspondencia...
              Que, en las sociedades capitalistas, los políticos dirigentes son empleados al servicio del poder económico es algo de lo que no cabe duda (y que justifica la frase de Carlos Marx que encabeza este blog). Lo que sucede es que, con la crisis, los tienen pluriempleados: ahora les hacen, además, anunciar sus productos.
           A este paso sólo nos queda esperar. Por cierto, ¿Qué viernes se aprobará la próxima equipación del Consejo de Ministros?

miércoles, 10 de marzo de 2010

El juego de las diferencias

          Encuentre las diferencias entre estos tres textos: 

         Primero: ¡Desengáñese! En el mundo que vivimos la policía no puede garantizar su seguridad de forma absoluta: existen bandas de atracadores muy profesionalizadas, psicópatas, terroristas dispuestos a suicidarse por cometer una masacre... En estas circunstancias, hemos decicido suprimir los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. En su lugar, permitiremos que los ciudadanos puedan portar y utilizar armas, al estilo de la Segunda Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos.
          Segundo: ¡Desengáñese! En cualquier país del mundo los más ricos van a encontrar una forma de eludir los impuestos y evitar pagar a Hacienda (paraísos fiscales, ocultación de bienes, testaferros...) En estas circunstancias, hemos decidido suprimir la tributación de las rentas altas (SICAV's, Impuesto sobre Patrimonio, retribuciones de futbolistas, SOCIMIS...). En su lugar, cada uno de nuestros ciudadanos tendrá que buscarse la vida, la sanidad, la educación... como buenamente pueda.
          Tercero: ¡Desengáñese! En este país los trabajadores han cogido la mala costumbre de no morirse en el tajo y, en cambio, cada vez llegan más a viejos, con lo que no podemos pagar sus pensiones, ni vamos a exigir a los más favorecidos que lo hagan. En estas circunstancias, hemos decidido retrasar la edad de jubilación y aumentar el periodo de cotización para recibir una pensión. En su lugar, los ciudadanos que quieran llegar a disfrutar de una jubilación, sin morirse de hambre, tendrán que suscribir planes de pensiones privados.

            Efectivamente, ha encontrado las diferencias: en el primer caso estamos hablando de un discurso neoconservador. En el segundo y tercero estamos hablando del discurso que nos ofrecen, en España, tanto el Gobierno de izquierdas como la oposición de derechas. En todo lo demás, los tres textos son iguales.

martes, 9 de marzo de 2010

¿Crisis?, ¿Qué crisis?

          Empecé mi negocio en el 2.004: un pequeño bar en una zona residencial de una pequeña ciudad. Al principio todo iba bien: la gente venía, sobretodo antes de comer y los fines de semana, pedían tres o cuatro rondas: aquí un ribera, allá un somontano, dos riojas... En poco tiempo me hice una clientela fiel, a la que conocía por sus nombres y sus gustos.

           A finales de 2.007 algo empezó a cambiar: los clientes eran los mismos pero ya no pedían riojas ni riberas... empezaron a pasarse a las cañas. Las niñas pijas dejaron de pedir caneis y lambruscos y se pasaron, progresiva pero ineludiblemente, a la clara y al corto “con mucho gas”. La caja lo notó, pero lo peor estaba por llegar.
           Un año después, los clientes, “mis clientes” (pues todavía no había perdido ninguno) dejaron de pedir tres o cuatro rondas y pasaron a tomar una. En algunos casos, si venían en grupos muy grandes, a alguno no le apetecía tomar nada, o como mucho, un vaso de agua del grifo. Las cañas se volvieron cortos, pero, curiosamente, se tiraban el mismo tiempo “pegados a la barra” que cuando abrí el negocio: sólo que antes tomaban tres vinos (y de marca) y ahora sólo uno (y peleón). El bar seguía a rebosar de gente, pero la caja se hacía, día a día, más pequeña.
           Pero tuve suerte: otros bares de la zona cerraron y su clientela vino al mío, aunque sus gustos eran los mismos que los de mis clientes: apalancarse con una consumición un par de horas. Había días que aquello estaba tan lleno que mucha gente no entraba porque no cabía en el local: ¡todos esos clientes que perdía!.
           Entonces entró aquel tío... y va... y dice...: "¿Crisis?, ¿qué crisis? ¡Si están los bares llenos!" Y, entonces, Señoría, compréndalo, yo no quería pero... ¡tenía el cuchillo jamonero tan a mano!

lunes, 8 de marzo de 2010

El malo, el tonto y el vago

        Entre las teorías que explican el comportamiento de los votantes (preferencias unimodales y bimodales, votante mediano, mayorías cíclicas...) una de especial aplicación a este país es la del “voto de castigo”. Los votantes no transmiten con su voto la ilusión por una propuesta de gobierno atractiva, sino que emplean el voto para castigar a quién nos gobierna (y, a veces, a la oposición): no se “vota para” sino que se “vota contra”.

          Si este factor es el fundamental para determinar el voto, entonces, no nos podemos quejar de los resultados: no esperamos nada del ganador, sólo que desplace o venza al perdedor: ahí se acaba el programa electoral del partido (o persona, ahora veremos) que gana las elecciones.
          Al voto de castigo somos muy aficionados los españoles: en otros países es más raro de ver: En Estados Unidos, desde luego la victoria de Obama no viene como castigo a Bush, ni a Mc Cain, ni siquiera al Partido Republicano, sino que nace de la creación de una ilusión (el tiempo dirá si fundada o no) en el primer Presidente negro de los Estados Unidos(*). La victoria de Tony Blair también fue parecida al vender con éxito su “Nuevo Laborismo” (tan nuevo que ya de laborismo no tenía nada). Sarkozy no obtuvo su victoria con un voto de castigo contra Royal, sino porque los franceses (¡pobres!) creyeron que era el mejor para solucionar sus problemas. Y así podríamos citar a Lula, Chávez...
         ¿Por qué España es diferente? Baste recordar el “Váyase, Señor González”, el castigo a las mentiras del 11-M, el miedo a la vuelta de la caverna...

         Se me ocurren dos razones para entender la diferencia: Por un lado creo que algo tiene que ver con la limitación de mandato de otros países que permite la renovación de las personas en política y diluye el voto de castigo. Por otro lado creo que ayuda el que el partido tenga identidad propia frente al líder de cada momento, de forma que no se “manche” con las acciones de su caudillo. ¿Hay algo de esto en España?¿Por qué se habla del PSOE de González, del PP de Aznar, del PP de Rajoy o del PSOE de Zapatero?¿Son o no son los mismos partidos políticos? Si el líder influye tanto en el partido es lógico que las tortas le caigan al partido aunque el jefe ya no se presente...

           Y, a todo esto, ¿dónde queda la ideología?


(*)Sí pudo haber voto de castigo cuando Carter perdió la reelección por el asunto de los rehenes en su embajada en Irán y cuando Bush padre fue desbancado por Clinton ("la economía, estúpido, la economía").

domingo, 7 de marzo de 2010

Sólo el necio...

         Es frecuente escuchar a los gregarios de la pomada neoliberal que “una cosa (empresa, acción producto...) vale lo que dice el mercado”, o que “el precio es la medida del valor de las cosas”.

        Para desmontar esta falacia no se necesita ser doctor, economista, catedrático... Sólo hay que tener sentido común.
          Si el mercado es el que fija el valor de las cosas... ¿qué pasa con las cosas que NO están en el mercado?¿qué pasa con los parques naturales, jardines, carreteras, bibliotecas...?¿no tienen valor?
          Lo cierto es que todos estos bienes tienen valor, muchas veces un gran valor: lo que no tienen es precio. Conocer cuál es el valor de un parque es complicado, pero al menos hay tres métodos que debemos considerar:
          En primer lugar podemos fijar el valor de un bien por su coste: una carretera “vale” lo que costó hacerla: movimiento de tierras, cimentación, asfalto, pintura... Este método es útil si queremos elaborar un presupuesto, si queremos saber lo que vamos a desembolsar por llevar a cabo ese proyecto.
           En segundo lugar podemos también saber cuál es el valor de un bien por la cantidad de trabajo que lleva incorporado en su fabricación: una camisa no es más que la suma de unos lienzos más el trabajo del sastre y a su vez los lienzos son el resultado de añadir a unos hilos de algodón el trabajo del telar, y los hilos a su vez el algodón en bruto más el trabajo del hilador... y así sucesivamente. Este concepto de valor es muy interesante a la hora de distribuir la plusvalía obtenida en el producto entre sus factores de producción: entre el capital (el poseedor de los medios de producción) y el trabajo (el que alquila su esfuerzo personal). Pensad por un momento en unas zapatillas nike: ¿por qué se produce beneficio en su venta?¿quién debería, por tanto, apropiarse de ese beneficio?

         En tercer y último lugar podemos valorar un bien que no está en el mercado (en el ejemplo, una carretera) no sólo por los costes que cuesta construirla sino también por los beneficios que produce, aún cuando no sean de carácter monetario: la facilidad de que pueda llegar al pueblo una ambulancia o un camión de refrescos, el ahorro de vidas que se produce si se incorporan mejoras de seguridad en la misma, el ahorro del tiempo de la gente que viaja a la ciudad a arreglar papeles... Para completar el modelo también habría que tener en cuenta otra serie de costes que tampoco son monetarios: se ha dividido un valle en dos, ha habido que desviar un río, la gente del pueblo tiene que soportar más ruido y contaminación...
          El modelo de análisis coste-beneficio, en los proyectos públicos, atiende a estos ingresos monetarios y no monetarios y a los costes monetarios y no monetarios. Así podemos saber el valor de una inversión.
           ¿Y ahora pregunto? Si en ese parque (o carretera) empezáramos a cobrar la entrada o un peaje: ¿cambiaría el valor del bien? ¿sería el precio lo que determinara el valor del bien y no todo lo analizado hasta ahora? La respuesta es clara.
          Por eso, los mercados sólo sirven para asignar y (mejor o peor) distribuir los bienes y servicios entre quienes los producen y quienes los quieren (y tienen para ello) y fijan los precios (más o menos) en función de oferentes y demandantes, y nada más... Por eso, en el mercado de trabajo, el “sueldo” de Cristiano Ronaldo es infinitamente mayor que el de una limpiadora, que, también, es menor que el de una invitada a programas de corazón: no quiere decir, por supuesto, que el trabajo de CR o el de AR sea de más valor que el de la señora de la limpieza (o el del Presidente del Gobierno). Simplemente el mercado les ha dado un precio distinto.
           No hay más que tener un poco de sentido común para verlo: ya lo dijo Machado: “Sólo el necio confunde valor y precio”.

sábado, 6 de marzo de 2010

Una, Grande y Libre.

         Que la culpa del déficit en España la tienen las autonomías es algo que estamos acostumbrados a oír en los medios de la caverna; lo que es más sorprendente es empezar a oírlo también entre las voces de izquierda (Escolar-Público).

          La realidad es otra: al margen de los “a-ochos” de Touriño, circuitos de formula 1 en Valencia o Cortes faraónicas como las de Castilla y León, lo cierto es que el déficit de las Comunidades Autónomas procede de la asunción de dos de las competencias que más gasto público suponen (y más deberían suponer en un Estado subdesarrollado como el nuestro): la Sanidad y la Educación. Como quiera que, además, la transferencia de tales competencias NO ha ido acompañada de la financiación suficiente, el déficit fiscal de las Comunidades Autónomas parece desorbitado. Ocultando este hecho, la “basca neoliberal” pretende que se recorten los gastos de las Comunidades Autónomas y, de esta forma, recortar también el gasto en Sanidad y Educación.
           Por eso, por paradójico que resulte al profano, la solución al déficit de las Comunidades Autónomas no consiste en recortar sus gastos sino en mejorar sus ingresos: aumentar su capacidad de financiación. En esto sí son culpables las autonomías porque la mayoría de ellas viven muy a gusto gastando la propina ,mientras que el papá de la Administración Central tiene que ir casa por casa a recaudar los dineros necesarios. En algún caso, incluso, determinadas Comunidades Autónomas se han permitido el lujo de rebajar su (escasa) imposición directa, favoreciendo a las grandes herencias de los ricos instalados en sus territorios.
           También hay que reconocer que cuando una Comunidad ha reclamado una mayor capacidad de financiación (como es el caso de Cataluña) los grandes partidos nacionales se la han echado encima como fieras: unos de forma descarada (como el caso de PP) y otros de forma sibilina (PSOE), mediante engaños, traicionando sus propias propuestas (pacto territorial Santillana), y dejando colgados de la brocha a los militantes de esa Comunidad.
           Si la solución no es recortar el gasto de educación y sanidad, ni “devolver” estas competencias al Estado, sino establecer la corresponsabilidad fiscal real de las Comunidades Autónomas, de forma que puedan gestionar todos los impuestos que se recaudan en su territorio, y subirlos, si es necesario, para atender las demandas sociales, parece cierto lo que muchos pensamos: que el Estado de las Autonomías era un primer paso hacia el Estado Federal y que sólo éste último resolverá muchas de las contradicciones que hoy se mantienen fruto de que no somos “ni chicha, ni limoná”. Y no, Señor Escolar, a España le queda mucho para ser un Estado Federal.

miércoles, 3 de marzo de 2010

El país de las pajaritas de papel

         En un país llamado Conejolandia, de pronto, se pusieron de moda las pajaritas de papel. Todo el mundo compraba y vendía pajaritas: era un negocio redondo porque, cada día que pasaba, las pajaritas subían más y más: comprabas una pajarita hoy, la vendías mañana, y ganabas cien reales: ¡sin hacer nada!. Con ese dinero podías comprar otra pajarita más cara o más cantidad de pajaritas, volverlas a vender y así hasta forrarte: todo era cuestión de tiempo.

           Si no tenías dinero para comprar pajaritas no tenías que preocuparte: el banco te prestaba el dinero y también salías ganando porque, mientras que el préstamo no subía, la pajarita sí que ganaba valor: la vendías y con el precio obtenido liquidabas el préstamo y todavía te quedaba ganancia: podías hipotecarte por cien, mil, un millón de pajaritas... o por unas pajaritas de mejor papel, más caras, de colores, más bonitas... en fin, lo que quisieras: aquello era el paraíso de las pajaritas.
           Enseguida la gente empezó a viajar, a comprar coches caros, yates... se aficionó al golf y a la enología, a los trajes de armani y a los calzoncillos de versace. Si no se tenía dinero para comprarlos daba igual: te lo prestaban siempre que tuvieras al menos una pajarita, porque, como siempre subían de valor, el banco estaba seguro de cobrar y tú podías seguir viviendo a todo trapo.
         Las fábricas de papel echaban humo, y, ni aún así, eran capaces de fabricar tanto papel como el que hacía falta para producir tanta pajarita. Había trabajo para todos: de cortador de papel, de doblador, de pintor de ojos de pajaritas... Incluso vinieron expertos en origami desde Japón para hacer las pajaritas más bonitas que se habían visto jamás. Y mucho trabajo de currante: plegando y plegando cuartillas.
           Los gobernantes de Conejolandia vieron aquello y dijeron (como Yahvé en el Génesis) que “todo era bueno”. Siguieron y siguieron alimentando el frenesí papirofléxico con sus políticas económicas.
            Y un día, de repente, las pajaritas pasaron de moda: ya nadie las quería, estaban cansados de ver pajaritas, no sabían qué falta hacían tantas pajaritas... Y el precio de las pajaritas cayó en picado...
            Muchos habitantes de Conejolandia se quedaron sin nada... sin nada salvo sus préstamos, que siguieron pagando religiosamente a los bancos. Aparecían continuamente pajaritas tiradas en los contenedores de basura y en las cunetas de la carretera. Las fábricas de papel empezaron, una a una, a cerrar, pues ya nadie necesitaba pliegos, folios, cuartillas... Con ello llegó el paro... La gente de Conejolandia lo empezó a pasar mal.
            Y, entonces, el Gobierno tuvo una idea: no se dedicó (ni antes, ni ahora) a enseñar a sus súbditos para que se dedicaran a otras actividades, ni procesó o encarceló a los magnates (mangantes) que habían creado el negocio de las pajaritas... No, no, ¡qué va!: propuso, como solución al cierre de las fábricas de papel, que la gente dejara internet y volviera a escribir las cartas a mano.
           Se ve así, querido Fabio, que cada país tiene el gobierno que se merece.

martes, 2 de marzo de 2010

Consumir menos, repartir mejor.

         La receta de los mandos de la economía global para salir de la crisis es clara: consumir, consumir, consumir... Al contado o a plazo (de ahí el interés en restablecer el crédito, ¡cómo si no hubiera que devolver los préstamos!), consumo público o privado... ¡más consumo!, ¡es la guerra!.

         Aplicando estas recetas no se si llegará la solución a la crisis económica, pero la destrucción del Género Humano está garantizada (la del planeta Tierra no, éste seguirá hasta que se lo trague el Sol).  A lo mejor no hay que ir a Minessota para entender que la solución está en los libros de cocina de la abuela: consumir menos, repartir mejor. 

         En las recetas de esos libros siempre aparece: para cuatro personas, para ocho, para seis... y a continuación se acompaña de un cálculo de ingredientes en razón del número de comensales, en iguales proporciones: no se dice "700 gramos de ternera para cada uno de los del primer mundo, 300 para los del segundo, 50 para los del tercero..., sino una taza de arroz por persona..." Pues eso, repartir mejor

         También se dice "si el precio del producto A es muy elevado o no puedes conseguirlo, se puede sustituir por B y el plato quedará igual de rico". Así se puede sustituir el besugo por merluza, la escalonia por apio, la chalota por cebolla, el caviar por hueva de oricios... Está claro, consumir menos (y si lo dejamos en manos de la cocina de diseño, todavía mejor). 

          ¿Pero se puede consumir menos y repartir mejor? Depende del sistema económico: al parecer los que están basados en el mecanismo de la bicicleta (o pedaleas o te caes, véase acelerador y multiplicador) no. Bueno, pues cambiemos la bicicleta ¿por...? (Se admiten propuestas sobre nuevos (o viejos) medios de transporte.