"El Ejecutivo del Estado moderno no es más que un Comité que administra los negocios comunes de toda la burguesía" (K. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista).

viernes, 23 de diciembre de 2011

Nuevo Gobierno

Esta es la alternancia gubernamental con algo más de detalle que la que aparece en los medios tradicionales:
- Ministro neoliberal: entra Luis de Guindos y sale Miguel Sebastián.
- Ministro de la "puerta giratoria" (con el sector privado): entra Morenés y sale Garmendia.
- Ministro de la porra: entra Jorge Fernández y sale Rubalcaba(*).
- Ministro de la torpeza: entra Montoro y sale Salgado.
- Ministro del euroombliguismo: entra Margallo y sale Jiménez.
- Ministra tonta del bote: sale Leire Pajín y entra Ana Mato.
- Ministro contra el Medio Ambiente: entra Cañete y sale Aguilar.
- Vicepresidenta diva, divina y prepotente: entra Soraya y sale María Teresa (aquí los apellidos sobran, al igual que con las estrellas, nos basta con el nombre artístico)
- Encargado segundo: Sale Zapajoy y entra Ratero.
- Encargada primera: repite Angela Merkel.
- Mandamases: repiten Goldman Sachs, BSCH, Deutsche Bank, Siemens...
(*) Me permito alguna licencia poética en recuerdo de viejas glorias zapateriles.

P.D. Puesto que yo me rijo por el calendario laboral del Gran Wyoming, nos vemos de nuevo el día 9. Felices fiestas a todos.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Muchopsoeporhacer.com

 

A continuación os trascribo la “carta” que he enviado a la “corriente” muchopsoeporhacer, y que, sin duda, habrá ido directamente  a la papelera de reciclaje:

 

Estimados vecinos ideológicos:

El socialismo o la socialdemocracia, o “hacia el socialismo por la democracia”, o como quiera llamarse vuestra ideología, es, ante todo y sobretodo un pensamiento económico. Sobre esta base y sobre el modelo económico que se deriva (una economía mixta, en transición hacia una economía socialista) se asienta todo lo demás (políticas sociales, avance en los derechos, reconocimiento de nuevos derechos civiles): si los cimientos se caen, el resto del edificio “progresista” se desmorona. Este es, a mi juicio, la raíz del problema en que os veis inmersos.

Cualquier análisis no debe desconocer los aspectos del pasado, presente y futuro, relevantes para poder encontrar las soluciones. En mi opinión estos aspectos son:

I.- Pasado:

Respecto del pasado, nada vale la crítica de aquello que ya no tiene solución, ni tampoco sustituir la crítica a las políticas por la crítica a las personas. De nada os sirve llorar por la leche derramada, ni culpar de ello a determinadas personas, muchas de las cuales ya han abandonado la vida política. Pero sí es interesante retener dos hechos:

1.- En primer lugar sin crisis el PSOE (me resisto a llamarlo Partido Socialista, porque creo que de Pablo Iglesias sólo quedan las siglas) no hubiera perdido las elecciones: luego la causa determinante de la derrota es la crisis. Esta conclusión es importante, porque también es posible que si la crisis (dios no lo quiera) continúa, o incluso si se agudiza, también sea la causa de una futura derrota del PP, lo que es un acicate para “dejar las cosas sin hacer” y esperar al devenir de los tiempos. Algunos, con seguridad, se apuntan a esta solución: aguantar.

2.- En segundo lugar los errores del gobierno del PSOE ni sólo se producen a partir de la crisis, ni tienen que ver (“solo” repito) con las medidas antisociales de la última época: los errores proceden de un modelo económico neoliberal o socioliberal, diseñado por “la nueva vía” e implementado ideológicamente a partir del XXXV Congreso del PSOE. Tan dañinas como las medidas antisociales de la última época, fue la gestión en la época del crecimiento insostenible. Estaba fuera del alcance de nuestro gobierno evitar la crisis mundial que se avecinaba, pero sus políticas en esa época del “tutto bonito” han sido determinantes para que en el Estado Español la crisis sea mucho más aguda. Los errores de esa época (2.004-2.008) son de tres órdenes:

a) En primer lugar se renunció a cambiar el modelo productivo, negándose incluso la existencia de una burbuja inmobiliaria.

b) En segundo lugar se olvidó el paradigma keynesiano que exige, para mantener una senda de crecimiento estable, la adopción de políticas anticíclicas, que permiten compensar los supéravits presupuestarios de las etapas de crecimiento con los déficits de las épocas de recesión, buscando el presupuesto equilibrado en el ciclo. El abandono de esta posición (socialdemócrata) supuso rebajar impuestos, rebaja que fue además absolutamente injusta pues se suavizó la tributación de las rentas del capital y de las ganancias de capital, blindar la tributación de las SICAV, se permitió la práctica exención de la tributación de los beneficios que las grandes empresas obtenían del extranjero (ETVE, deducción del fondo de comercio financiero…), se suprimió el Impuesto sobre el Patrimonio y así un largo etcétera de despropósitos en materia tributaria, que, al igual que la cigarra del cuento, permitió llegar al invierno con la despensa vacía.

c) En tercer lugar se renunció a desarrollar el “cuarto pilar” del Estado del Bienestar: guarderías, residencias de ancianos… Hasta la Ley de la Dependencia llegó tarde. En su lugar el desarrollo del Estado de Bienestar se sustituyó por una política de “cheques” (cheque bebé, 400 euros, continuación de la deducción por madre trabajadora), medidas que eludieron la responsabilidad que obligaba a un gobierno socialdemócrata, que también fueron procíclicas en lugar de anticíclicas y que, en su consecuencia, “calentaron” más la ya recalentada economía española.

Lo peor de todo ello es que nada se hizo por azar, sino que correspondía a la hoja de ruta que el modelo económico de un “socialismo neoliberal” (Nueva Vía) tenía en mente, a veces de forma directa (“la política económica se hace con la mano derecha y la política social con la mano izquierda”), a veces de forma solapada (diciendo una cosa y haciendo todo la contrario, como ha sucedido en la lucha contra el fraude fiscal, con una Ley que se ha convertido en una nueva atadura a las actuaciones de inspección) . La conclusión que se debería sacar es que el PSOE no puede abandonar su modelo económico socialdemócrata, o dejará de existir. Haberlo abandonado probablemente haya ocasionado ya un daño irreparable.

II.- Presente:

Interesa invertir el orden de las cosas, manteniendo una actitud de resistencia hasta que se pueda planificar el futuro. En ese orden de cosas hay tres acciones inmediatas:

1.- Una oposición muy dura a cualquier iniciativa económica del gobierno que se aparte del modelo socialdemócrata, venga impulsada por el propio gobierno español o por mandato de la Unión Europea: se trata, por encima de todo, de ser fiel a vuestra ideología, no de ser fiel a las instituciones.

2.- Una recuperación de los municipios y comunidades autónomas donde existe una mayoría de izquierdas. Desarbolado el poder territorial del PSOE a unas cuotas que difícilmente aseguran su supervivencia (pues los partidos viven, también, de gestionar los presupuestos) interesa recuperar poder pactando con Izquierda Unida, al precio que sea: si para ello hay que apartar personalidades históricas o ceder cuotas de poder a esa coalición, debería hacerse. Hay que tener en cuenta que IU sigue sin capitalizar el descontento del votante de izquierdas y que sus estructuras están aún más anquilosadas que las vuestras, por lo que es posible que cualquier coalición revierta, incluso en beneficio vuestro. El caso de Extremadura es paradigmático: es una afrenta que una comunidad cuyos ciudadanos se expresaron mayoritariamente por una opción de izquierdas haya acabado en manos de la derecha: pasados los momentos iniciales de “desquite” es necesaria ya una moción de censura. Otro tanto cabe predicar de municipios en los que se produce esta misma circunstancia.

3.- Una defensa numantina de la Comunidad Andaluza: deben retrasarse las elecciones autonómicas todo lo que sea posible y presentar, para entonces un proyecto absolutamente regenerado, con caras y planteamientos nuevos: El tiempo es un factor esencial, pues cuenta en contra del PP y a favor de la regeneración, pero hay que empezar ya.

III.- Futuro:

Al PSOE se le abre el dilema de elegir entre ser un partido “del cambio” o “del recambio”: si elige este segundo camino, desde luego el más fácil, sólo queda esperar a una posible alternancia al estilo Cánovas-Sagasta. Pero si elige la primera vía tiene que actuar en los siguientes órdenes:

1.- Debe empezar limpiando la casa por dentro, recuperando (si es que alguna vez la ha habido) la democracia interna. Mecanismos como las primarias son fundamentales, pese a quién pese, pero también lo es la necesidad de que buena parte de las decisiones se tomen de acuerdo con modelos de democracia participativa, incluso en las decisiones más nimias de una agrupación local. En las sedes hay que tirar los tabiques de los despachos para hacer salas de reuniones: cualquier cargo debe estar expuesto a todo tipo de críticas de afiliados y simpatizantes: y si no está dispuesto a ello, que abandone la nave: “no da el perfil”.

2.- Una vez limpia la casa hay que pensar en ampliar los cimientos, la base: se trata de dar acogida a todos los grupos e individuos definidos o autodefinidos como “de izquierdas”. Debe cesar la persecución a determinadas corrientes como “izquierda socialista” y, aún más, debe fomentarse la existencia de corrientes dispares. Hay que salir a la calle a “captar” militancia, en lugar de encerrarse en el menor número de personas que me permitan tener controlada una determinada agrupación. Hay que colaborar y conseguir integrar a “oenegés” especialmente en el ámbito la economía y lo social.

La percepción que muchos hemos tenido estos años es que el PSOE se parecía al clero: un grupo de personas, encerradas en palacios episcopales y coches oficiales que permanecían sordas y despreciativas a cualquiera de los que nos encontramos fuera pero en el entorno, simplemente como si fuéramos basura. Esta situación debe cambiar: allí dónde se vea cantera hay que fichar. Sólo así el PSOE podrá ser el “gran” partido de la izquierda. Una de las críticas más severas de la gente que se considera de izquierdas es el bipartidismo y la poca visibilidad que alcanzan, grupos, partidos, grupúsculos minoritarios. Esto, en sí, no es un problema, siempre que puedan ser oídos, estar representados y ser partícipes de las decisiones de un gran partido de izquierdas; pero, sin embargo sí es un gravísimo problema si, todas esas sensibilidades no encuentran otra salida que presentarse en las elecciones o en la calle, de forma fragmentada: no hay que enfrentarse a ellos pensando que debilitan la izquierda, hay que plantearse qué errores hemos cometido, para no ser capaces de integrarlos en nuestro (vuestro quiero decir) partido, pese a ser primos hermanos y una fuente de ayuda formidable.

3.- Si se lograra hacer todo esto, y se retornara a la senda del socialismo o de la socialdemocracia (pues ambas sensibilidades conviven en el alma del partido) habría que sentarse a redactar un proyecto en lo material y en lo formal. En lo material hay que retornar a los principios clásicos de la socialdemocracia o del socialismo, con todas las modernizaciones que se quiera pero sin que esas modernizaciones contradigan el estado general de los cimientos, o, lo que es peor, que inviertan la carga, y haga recaer el peso, en vez de sobre los pilares o columnas de la ideología, sobre los adornos o aspectos accesorios de tal o cuál moda.

¿Y cuáles son los pilares de la socialdemocracia? Son, como dije al principio, pilares económicos que se centran en el cambio de las relaciones de producción y en la distribución del producto. No hay que olvidar que, como en la economía, vuestro modelo tiene dos caras: la producción y la distribución.

En el ámbito de la producción se necesita, desde luego, “más Estado”: más estado, en forma de regulaciones, para controlar las empresas, para evitar los desmanes de las “empresas financieras” o de los que deslocalizan la producción o de los que producen a costa del medio ambiente, o del bien común. Hace falta también más Estado para nacionalizar la producción de aquellos bienes y servicios en régimen de monopolio natural o que se consideren básicos (Sanidad, Educación…). Hace falta más estado para evitar que sean los mercados los que manden, que se produzca sólo lo que el mercado demande, o que la soberanía caprichosa del mercado nos empuje hacia el final de la humanidad sólo porque el último trozo de recurso disponible se entregue al que está dispuesto a pagar más por ello. Hace, finalmente, falta más estado, para ir avanzando, paso a paso, hacia el socialismo.

En el ámbito de la distribución las posiciones socialdemócratas implican una redistribución pacífica de la riqueza. Hace falta quitar al que menos necesita para dar más al que más lo necesita y, hay que reconocer que, a falta de solución mejor, las necesidades tienen que ver con la capacidad económica, por lo que no nos tenemos que ruborizar si identificamos al que más tiene con el que menos lo necesita y al que menos tiene con el que más necesita. Por lo tanto, hay que desarrollar políticas redistributivas tanto en la parte del gasto como en el ingreso.

Las políticas redistributivas en la parte de los ingresos han sido las grandes olvidadas en la época del gobierno del PSOE y deben ser rescatadas, tanto porque forman parte de las esencias de la socialdemocracia (que pague proporcionalmente más el que más tiene) como por las necesidades financieras presentes. En esta línea hay que recuperar y actualizar impuestos como el de Patrimonio (y no su simple restablecimiento) el de Sucesiones y Donaciones (haciendo tributar las herencias y donaciones de alto importe con independencia del grado de parentesco) y el tratamiento de las rentas “pasivas” en el IRPF. Además hay que crear nuevas figuras impositivas , contra el deterioro ecológico, contra la especulación como la Tasa a las Transacciones Financieras Internacionales e incluso revisar los aranceles en contra de aquellos países que practican la explotación descarada de sus trabajadores. Estas últimas medidas, es obvio, trascienden al ámbito nacional, pero deberían ser propuestas programáticas recogidas igualmente y compartidas con el resto de partidos socialdemócratas del mundo.

En la parte de los gastos la redistribución va en defensa de los pilares del Estado de Bienestar: pensiones, educación, sanidad, desempleo, dependencia. Todo esto no debe recortarse sino ampliarse, a costa de un aumento de la recaudación impositiva procedente de los que más tienen. Pero no tenemos que quedarnos sólo en la consignación de la cuantía presupuestaria, es necesario defender también una forma de gestionar estas prestaciones: la gestión pública. Debe haber pensiones, sí, pero pensiones públicas, en sistema de aportación intergeneracional (y no en capitalización), gestionadas por la Seguridad Social y financiadas con los recursos necesarios, cuotas y todos los demás que sean necesarios, en lugar de elevar la edad de jubilación por insuficiencia de los recursos afectos (cuotas a la Seguridad Social): si estos se revelan insuficientes habrá que complementarlos con recursos generales. Otro tanto sucede con la educación: debe ser pública y gratuita en los niveles previos a la universidad, y, para ello debe desplegarse una red de escuelas públicas de calidad que haga sencillamente estúpida la decisión de los padres de llevar a sus hijos a la enseñanza concertada, siendo ésta peor que la pública. La Sanidad también debe ser gestionada públicamente, con criterios no de rentabilidad en el tratamiento, sino con el criterio médico pertinente: esto, por cierto, sólo se consigue si la gestión no está sometida a la rentabilidad económica.

Se trata en definitiva no sólo de pelear por las cantidades, que desde luego deberían ser más elevadas que las actuales, sino también en la forma de gestionar, que en un modelo socialdemócrata sólo debería ser una: La gestión pública.

4.- Cualquier programa socialdemócrata trasciende las fronteras de los Estados, exista o no una Unión Europea. Las primeras Internacionales políticas y de trabajadores se concibieron de esa manera en un mundo en el que los Estados frecuentemente estaban en guerra entre ellos. Pero con la Unión Europea esta necesidad es mucho mayor. La solución a los males de la socialdemocracia no saldrá de España, pues nos falta relevancia ideológica, moral y de conocimiento frente, no sólo al mundo, sino a países con partidos progresistas e individuos intelectualmente más desarrollados. Pero el PSOE puede ser parte de la solución si se incorpora a un proyecto europeo verdaderamente socialdemócrata. Hay que internacionalizarse, siempre y cuando sepamos claramente cuál es la línea ideológica en otros países que más claramente nos representa y no demos por sentado que cualquier partido, por el hecho de pertenecer a una Internacional Socialista es, precisamente, socialista: ello implica analizar programas de otros partidos en otros estados, y tratar de enlazar vínculos, oficiales y oficiosos, con aquellos partidos que de verdad contengan algo socialdemócrata en sus programas.

Pero con la Unión Europea existe una cuestión adicional. Al margen de las afinidades de partido, las estructuras institucionales forman parte de nuestras propias estructuras y eso es algo insoslayable. En mi opinión no es posible abandonar esas estructuras de forma alegre, ni siquiera es conveniente abandonar ese invento del maligno que es el euro, ahora que ya lo hemos incorporado a nuestro “acervo” institucional. Pero, esto es una cosa y otra es negar la existencia de alternativas. ¡Claro que las hay! No debemos renunciar a transformar las instituciones europeas y su política, su forma de hacer las cosas. Para empezar hay que democratizar estas instituciones, fortaleciendo el poder del Parlamento Europeo en detrimento de todos los demás órganos de gobierno de la Unión. Hay que desplazar la idea de un gobierno “tecnocrático” y pasar a un gobierno europeo “político” (realmente ya lo es) y “democrático” (esto no lo es). Y además hay que conseguir una verdadera unión social y no sólo económica. Pero esto no se hace si no se cuenta con aliados en forma de partidos en todos los estados de la Unión.

El mundo de la izquierda puede que ya no sea eurocéntrico. Es posible que Latinoamérica haya tomado ya el relevo (yo así lo espero) y que no nos hayamos enterado, sencillamente porque no hemos mirado para allá o lo hayamos hecho con la prepotencia de un antiguo imperio colonial o con la ignorancia de unos medios de comunicación que presentan la realidad política de esos países como algo histriónico y subdesarrollado. En este sentido mi consejo es mantener los mismos lazos con los partidos, movimientos, intelectuales… de esa parte del globo que con los homólogos europeos y estar muy pendientes de sus iniciativas sociales y económicas: y, en muchos casos, simplemente copiarlas.

5.-Queda la parte del “enfoscado”. Quizá el PSOE se vea abocado a un proceso de “refundación”, en cualquier caso habrá un nuevo PSOE, y en ese nuevo PSOE no pueden “dar la cara” (otra cosa es trabajar en cocina) todas las personas. Hay gente que no puede dar la cara porque las ideas de ese nuevo PSOE y en general las ideas de la socialdemocracia no son las suyas y es difícil que piloten algo en lo que no creen. Pero, además, tampoco puede dar la cara gente demasiado comprometida con el “régimen anterior”: es muy difícil que la ciudadanía entienda el travestismo de quién hace poco tiempo representaba todo lo contrario de lo que antes defendía y esa falta de entendimiento se traduce en pérdida de credibilidad, desconfianza en el cambio y desafección a la hora de votar. Quizá sea un sacrificio injusto, porque es posible que esa gente de verdad crea en el nuevo proyecto y es posible que siempre hayan estado (en minoría) sosteniendo estos valores, pero es un sacrificio necesario. En un mundo mediatizado es muy difícil que el observador entienda algo si siempre siguen las mismas personas.

IV.- Conclusión:

Trabajo hay mucho por hacer. Hay mucho PSOE por hacer. La cuestión es que ”la mies es mucha y los jornaleros pocos”. Tampoco está asegurado el resultado pues el descrédito en el que ha caído el PSOE entre la ciudadanía llevará varias generaciones solventarlo. Pero merece la pena intentarlo. Cuando todos estos problemas, que hoy nos parecen insalvables, hayan sido solucionados, nos (“os” quería decir) quedará la tarea más difícil: si se recupera el poder, no volver a traicionar al electorado.

Un abrazo de un amigo.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Espolí

                Menudo espolín están armando algunos con el dichoso "expolio fiscal". Y digo espolín porque la primera vez que oí el término a "halftraducir" el "boli" instintivamente se me fue al papel para poner una "x" encima de la "s": luego ya ví que el término catalán original "expolio" es "espoli" y, claro, a la hora de traducir, la cosa queda a medias.

               Ahora viene lo más curioso. Tomemos el término "espolín". Según el diccionario de la Real Academia Española (DRAE), academia que, por cierto, los incultos la llaman "Real Academia de la Lengua Española", institución a todas luces inexistente, según ese diccionario, decía antes de la digresión ("disgresión" para los anteriores), "espolín" quiere decir:

1. m. Espuela fija en el tacón de la bota.
2. m. Planta de la familia de las Gramíneas, con cañas de más de tres decímetros, hojas parecidas a las del esparto, y flores en panoja con aristas de cerca de tres decímetros, llenas de pelo largo y blanco, por lo cual sirve en algunas partes para hacer objetos de adorno.
3. m. pl. Par de rollizos que por un extremo se enganchan en la trasera de carros y camiones y por el otro descansan en el suelo. Sirven a modo de rampa para la carga y descarga de objetos pesados, especialmente toneles y bidones.

             Lo curioso viene ahora: en mi tierra, espolín tiene otro significado: jaleo, alboroto, vocerío. Con este simple truco de magia ya podía dar por resuelto este "post". Pero, en fin, mis obligaciones implican ir más al grano.


                 En este tipo de debates conviene empezar recordando que los impuestos no los pagan los territorios sino los contribuyentes. Es tan absurdo decir que el IRPF lo paga Cataluña como decir que lo paga Somosaguas o la Moraleja: son los contribuyentes de Cataluña, Somosaguas o la Moraleja los que verdaderamente pagan los impuestos. Si en ese territorio, comarca, barrio o comunidad de vecinos hay muchos contribuyentes el ingreso será mayor. Si, además suponemos que la imposición es progresiva, esto es que proporcionalmente paga más el que más tiene(*) resultará que el ingreso tributario será mayor en aquellos territorios, barrios, casas... en los que tengan su residencia fiscal los contribuyentes con mayor capacidad económica.
            Es un principio básico de cualquier Estado Social y Democrático de Derecho, y subrayo "social" tratar de distribuir la riqueza: esto implica que el Estado debe hacer de Robin Hood y quitar a los ricos para dárselo a los pobres: ¿A qué pobres? ¿A los parias de la tierra, o a los pobres de mi comunidad, parroquia, barrio, familia...? Aquí entra en juego el concepto de soberanía fiscal. Aunque a mi juicio y el de otros internacionalistas "piraos" la redistribución debería ser en favor del ser humano más desamparado ("no hay más patria que la humanidad"), la existencia de muros, murallas, muretes y alambradas, físicas y jurídicas, supone que esa redistribución se quede mayormente entre "nuestros pobres domésticos". Para los demás quedan las "oeneges", la beneficencia y el telemaratón (de ahí el interés de defender "el 0,7%).
             El concepto de "redistribución de la riqueza" es fundamental porque los impuestos no son la contraprestación a los servicios que el Estado presta, o no sólo eso, va más allá. Uno de los fundamentos del neoliberalismo es concebir el impuesto como una tasa o precio público, algo que se paga a cambio de un servicio o de la utilización o aprovechamiento de un bien de dominio público. El daño que esta concepción neoliberal ha causado es muy elevado pues ha destruido cualquier concepto de solidaridad (o de fraternidad en la terminología revolucionaria francesa). Desde este punto de vista la idea de un "expolio hacia Cataluña", basado en las trucadas balanzas fiscales (que ahora no puedo entrar a rebatir) no es más que una variante del "expolio hacia los que pagan más de lo que reciben", es decir, del expolio a los ricos.

                   Por otra vía, Vicenç Navarro llega al mismo resultado en una reciente entrevista (hay que leer hasta el final, pero merece la pena): incluso acuña el término "expolio social" como reverso del "expolio nacional": se trata no de cerrar las fronteras en el Ebro para que los (menos) pobres catalanes retengan sus impuestos antes de que se "fuguen" a los (más) pobres extremeños, por ejemplo: ¡No! De lo que se trata es de que los pobres catalanes, extremeños, murcianos... exijamos que los ricos empiecen a pagar impuestos, sean esos ricos madrileños, catalanes, gallegos o valencianos. Porque lo cierto es que hasta ahora no lo han hecho y se ríen (cuando no las incitan) de las peleas que tenemos entre los pobres por un "chusco" de pan.

              Por esta parte de Celtiberia me mato a predicar que no conozco ni creo que exista ningún catalán tan malnacido que prefiera que el dinero que se le detrae en impuestos se destine a poner mármol en las aceras de Cataluña antes que a enseñar a leer a los niños extremeños o a operar de una cadera a una octogenaria andaluza; aunque, posiblemente tuviera algo que decir si el destino fuera hacer una pista de patinaje sobre hielo en el centro de Antequera. Lo sigo pensando, pero cada vez creo más que los neoliberales tienen mejores equipos de "marketing" social que yo.




(*) El término "proporcionalmente" es esencial: no se trate de que pague más el que más tiene: esto se puede hacer con un modelo regresivo en el que, por ejemplo, el que gana 100 paga 10 y el que gana 1.000 paga 20. En este caso el que gana más paga más, pero proporcionalmente paga menos que el más pobre. Esta pregunta es un clásico en los exámenes de mi asignatura.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Highway

                  Con nada que hacer la "peña" esta semana,  ausente el que nos va a intentar gobernar los siguientes cuatro años, desconocidos sus secuaces y silenciadas (aunque conocidas) sus políticas los medios de intoxicación tienen que recurrir al viejo tópico de todos los años: ¿la navidad?, ¿el derbi “madridbarsa”? ¡No, hombre, no!:  la utilidad de los “puentes”.
                   Y aquí, como en el “fumbo” dos bandos irreconciliables: por un lado los que opinan que son nocivos, perjudiciales para la economía del país; en el otro los que defienden su utilidad como incentivador del consumo. Unos y otros cuentan la feria según les va y al final, "reunión de pastores, oveja muerta", es decir, trabajador (aún más) jodido.
               Es sorprendente, pues todos coinciden en que una de las causas por las que la crisis económica es más aguda en el solar patrio que en otros países, es el desplome del consumo interno. Y es sorprendente también la ignorancia de las condiciones determinantes del consumo:
-          En primer lugar está, como no, la cartera: si hay “guita” se consume, si no hay se muere uno de hambre (o de frío, o de alguna enfermedad) ante la indeferencia de los economistas liberales. A partir de ahí  coinciden teorías económicas “clásicas” y keynesianas: consume más el que más pasta tiene, pero proporcionalmente más el que menos tiene. Conviene no confundir la cuantía del consumo (consume más el que más tiene) con la propensión marginal al consumo (el pobre consume más parte de su renta  (toda si no le alcanza para vivir, casi toda si apenas le alcanza…)  que disminuye a medida que aumenta la renta. Es una interesante reflexión para deducir que si lo que quieres animar el consumo, el euro se lo tienes que dar al pobre de la esquina, para que lo gaste, aunque sea “en vino”, antes que al Tío Gilito, para que lo almacene en su depósito.
-          En segundo lugar está la percepción psicológica: si a fin de mes uno piensa que la nómina que cobra va a ser la última que cobre (o la penúltima) tratará de conservarla como oro en paño. Lo mismo hace el funcionario con la paga extra si piensa que le van a recortar el sueldo. Esta mentalidad de hormiga en lugar de cigarra, tan ponderada entre los economistas clásicos y los empresarios que esperan vender sus productos a los marcianos, es devastadora para los mismos que la preconizan… ¡Pero es que la gilipollez empresarial no tiene cura!
-          En tercer lugar, y es lo que viene al caso, se necesita tiempo para consumir. Si no se tiene no se puede consumir, porque los días se pasan en currar, comer y dormir. Si uno acaba su jornada laboral “baldao”, como mucho verá la televisión. Si se le da libranza tres horas cada quince días (como pretende la patronal) podrá irse a tomar un vino, pero difícilmente se hará el “tour de los pueblos blancos”, suponiendo que los tres maravedíes que le dé el patrón, alcancen para ello. De ahí la importancia de los días feriados, las horas libres, las vacaciones: permiten al obrero tener tiempo libre y poder consumir, al menos una parte, de la mierda que produce y que es la que permite que la rueda del hámster, conocida como capitalismo, rule.
                   Pero , al final, como os decía, ninguna opinión es libre ni inocente. Hay negocios para los que los puentes son una jodienda, para otros es indiferente, y, por último, para otros los puentes son una bendición. Entre los primeros tenemos actividades como la telefonía  (la gente se levanta más tarde, llama menos porque se vé más), los medios de comunicación (en vacaciones y fiestas, se consume menos tele, se leen menos periódicos) o la construcción (se enfría el encofrado). Entre los indiferentes intuyo que ha de encontrarse la banca y los sectores financieros: estos no descansan, siempre, en alguna parte del mundo hay un mercado abierto y todas las transacciones son electrónicas, para ellos la gente es un “accidente prescindible”. Finalmente  entre los que se frotan las manos están los centros comerciales (encima este puente es siempre “prenavideño”), también el pequeño comercio, la hostelería, la restauración y (¡ay!) las gasolineras…
                         Que el simple de Francino se incline por su supresión es normal, en el fondo trabaja para el primer grupo. Que la CEOE también quiera que se elimine un puente como éste tiene más difícil explicación, sobretodo si se tiene en cuenta que la mayoría de los empresarios de este país son pequeñas empresas que se dedican a la hostelería o  al comercio. Acredita, una vez más, que esta organización no vela por los intereses de los pequeños empresarios, sino por el de las grandes empresas: es un dicho común (que yo comparto, venga ¡hala, a criticar!) que “no hay nada más tonto que un obrero de derechas” a lo que habría que añadir que “no hay nada más gili que un pequeño empresario afiliado a la CEOE”)

PD. Aprovecho este puente para tragarme la serie entera de novelas de Markaris sobre el detective Jaritos (son siete novelas, la última, “con el agua al cuello”, si no la piratean en breve, me la tendré que comprar): me encanta este autor: su estructura narrativa funciona como mi cabeza, sus novelas son una ácida crítica social, su lenguaje sirve para “afilar” el mío: luego dicen que lo que  hablo/escribo es soez...

sábado, 3 de diciembre de 2011

Tirar a bulto

                ¡Bueno, venga, va!: La parte cómica de la hijuela: la palabreja “emprendedores”. Quizá se merezca un sillón en la Real Academia Española, en la salita de palabras y personajes huecos, o directamente en el salón de payasos de esa Institución (para que Pérez-Reverte no se encentre tan solo). Podríamos incluso acompañarla de la palabra “gobernanza” (y juntarle con Cebrián, que también es académico) o incluso la de “empresista”, palabro que he visto en los carteles de los, en el futuro, extintos Colegios de Titulares Mercantiles y que asocio a una especie de parásito (simbiótico) del capitalista al cuál le hace el trabajo sucio y, a cambio, come.

                   No sé si ya he comentado en este blog (si lo he hecho, permitidme, que como el abuelo Cebolleta, me repita) la profunda impresión que me produjo, estando tomando unas cañas con mi mujer, en el establecimiento que hay enfrente de mi casa cuyo nombre empieza por e y acaba por ele (vivo en barrio “enemigo”, oir a una tipa, de estética pepera (rubio de bote, pelo liso o alisado, pendientes de perlita, carita de Ana Mato (¿hay clínicas estéticas para ellas? Y, si las hay ¿sólo tienen un molde?) decir que su hijo lo tenía muy mal en este país porque aquí no se cuidaba a los “emprendedores” (más mimines a los emprendedores que diría la Chacón, empezando en este caso, obviamente, por su marido): entonces me dí cuenta de que, efectivamente, éste era el problema de este país: que “emprendedores” hay muchos, pero camioneros, fontaneros, carniceros, fruteros, arquitectos, gasolineros “y tal y tal”, hay pocos, tal vez ninguno.

                 Antonio Muñoz Molina (exfuncionario del Servicio de Aguas del Ayuntamiento de Granada) decía una ver en un artículo que la sociedad (incorrectamente, aclaraba) veía a los funcionarios como seres vagos, de habilidad indefinida”. No se me ha olvidado la definición porque jamás ví una descripción más certera de lo que yo soy, parecía que lo hubiera redactado pensando en mí. Parafraseando podemos decir que el “emprendedor” es un ser de habilidad indefinida y, por lo mismo, también un ser vago pues, de otra forma, hubiera aprendido un oficio (para ejercerlo como autónomo o como quiera). O bien es eso, o es que le da vergüenza decir a qué se dedica, como en el caso de Antonio Recio, prototipo del perfil socio-económico-laboral del “emprendedor” celtibérico, o más bien un escalón por encima, porque, al menos, él se define como “mayorista” aunque, eso sí, “no limpia pescado”.

                 La moda del “emprendedor” empezó, como no podía ser de otra manera, en los tiempos de la burbuja inmobiliaria que tan generosamente empezó a soplar el dueño del dedo que designó a nuestro futuro presidente del gobierno. En aquella época todo el mundo era un “bisnesman” dedicado al negocio inmobliario: Si su familia tenía un terreno a ver cómo se lo recalificaban, haciéndose amiguete del concejal o alcalde de turno. Si no lo tenía pero era “pispo” y con contactos en la autonomía se hacía “agente urbanizador”. Si trabajaba en un banco y tenía crédito fácil (o aún más facil que los demás) dedicarse a hacer “pases inmobiliarios” y si no trabajaba allí, pero tenía un amiguete que sí, a hacer “clubs de inversión”, o, en su defecto a abrir una inmobiliaria como antes se abría un videoclub. Si a uno le iba más lo gansteril, a juntar y dirigir cuadrillas de peones, a ser posible de inmigrantes, que exigen menos, y si gritan cuando les estás arrancando los huevos, nadie les hace caso bien porque son negros, bien porque no se les entiende lo que dicen...

               Bueno, pues a toda esa fauna que no sabía hacer la “o” con un canuto y que de actividad productiva estaban al nivel del “prota” de pretty woman (¡a ver si por fin la echan en televisión, que tengo ganas de verla!), con la diferencia de que el tal Gere lo reconocía (lo que no reconoce, el muy cabrón, es que no es actor)..., a toda esta fauna, digo, había que ponerle un nombre: y que mejor que “emprendedor”: se conoce que alguien, en su juventud, había leido algo de Julio Verne (¿capitanes intrépidos?) El término prosperó entre estos rufianes y aunque ahora les han “chapao” el chollo, la tropa sigue dando la tabarra con la falta de oportunidades, la necesidad de ayudas del gobierno, bajada de impuestos... Estos lo que quieren es una pensión (pública, "of course") por los servicios prestados.

             En León era muy conocido un personaje singular que se paseaba por el centro de la ciudad con un enorme redondel de cartón en el pecho (le ocupaba todo el cuerpo) en el que, imitando el logotipo de los movimientos antinucleares de la época, se leía: “Curas y monjas no. Que trabajen”. A ver si me lo presta un rato para ponérmelo, con el mensaje “Emprendedores no. Que trabajen”.



P.D. Ya sé, Hank, que tú no eres de ese grupo. Tú, al menos vienes de casta, como el galgo. Pero, por favor, no te etiquetes como emprendedor: ¡No me hagas el ridículo! Defínete más como “empresario”, que además casi rima con tu nombre.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

El Violinista en el Tejado


   Es un elemento constitutivo (¿constituyente?) en el ser humano su capacidad para flotar en ensoñaciones, y sobre esas ensoñaciones construir castillos en el aire. Por eso no nos extraña la habilidad de los arquitectos sociales de, desafiando a la ley de la gravedad, empezar las casas por el tejado. Nada mejor que recordar la frase de Marx y Engels: “ese hombre que ha dejado de vivir en la realidad para transportarse al cielo vaporoso de la fantasía filosófica ”.

              El movimiento del 15M, del que he hablado en otro “post” (en el que denunciaba lo que, a mi juicio, eran sus dos principales puntos débiles: la falta de organización y la confianza en soluciones “pacíficas”), sigue dando muestras de la ensoñación.

            Desde luego es impactante la pintada en las paredes del Congreso: “abajo el régimen”, pero no es menos impactante concluir que el régimen “político” caerá o no caerá como consecuencia del cambio previo del régimen “económico”: cuando cambie nuestro sistema económico, el capitalismo, “todo lo demás se os dará por añadidura”.

               Lo contrario, desgraciadamente, no funciona: podemos cambiar el “régimen” incluso, si somos menos ambiciosos podemos contentarnos con algo de “chapa y pintura” (Ley d'Hondt, supresión del Senado, rebaja del sueldo a los políticos...), pero, en el fondo, nada habrá cambiado. Respeto a los bienintencionados que, de nuevo, confían en cambiar las cosas “por la punta” (“renovadores por la punta”) en lugar de “por la base” (“renovadores por la base”) y prevengo de la existencia de aventureros que, emboscados en el descontento sobre “el todo socio-económico-político”, pretenden sólo cambiar el tejado dejando intacto todo lo demás. El fin de estos aventureros no es eliminar la dictadura de los mercados o del capital, sino, por el contrario, “homogeneizar”: establecer la dictadura también en lo político, como siempre lo han hecho: bajo los términos “verdadera democracia”, “democracia real”, “libertad constituyente”...

                   Es común a estos “movimientos” legitimarse “ex post”: compartir postulados y visiones de lo pasado, para operar como “lobos entre corderos” (sobre esta frase también escribí un post). A estas alturas de la película es lugar común hablar de una crisis mundial, más o menos sistémica, basada en la hipertrofia del sector financiero y de la burbuja inmobiliaria (salvo para algunos tarados que siguen creyendo que la crisis se debió al exceso de regulación), así como darse cuenta que las estructuras políticas, los gobiernos, los partidos, los sindicatos... no han sabido, podido o querido evitarla (¡pobrecillos!, ¡pero si son lacayos del poder económico!). Pero convenir en ese análisis no acredita, “per se” la legitimidad de las soluciones propuestas: si se cree que el simple cambio político, de régimen político, de sistema político, soluciona el problema económico, o se es un imbécil o se es un filibustero, que es el término que empieza por “f” más cercano a lo que realmente estoy pensando.

          Un buen método para averiguar a qué categoría pertenece cada uno de esas personas, grupos, movimientos o como se les quiera llamar, es sencilla: aquellos que aborrecen del capitalismo y la economía de mercado y creen que el cambio de régimen político transformará el sistema económico están en la categoría de los imbéciles; los que creen que el modelo armónico es el cambio de régimen político dejando el sistema económico como está, o incluso aumentando el poder del mercado y del capital están en la casta de los filibusteros.

             Esto es lo que hay: a este sistema económico (capitalismo) corresponde este sistema político (democracia parlamentaria) y no hay más. Son lentejas: ¡o las tomas, o las dejas!

                Y, por cierto, tampoco se precisa solución activa para destruir el capitalismo: de eso ya se encarga el propio capitalismo él solito. Para lo que se necesitan soluciones activas es para tomar las riendas del proceso de destrucción/superación del sistema capitalista, conducirlo hacia dónde queremos (al socialismo) y evitar que nos explote en la cara, a costa, como siempre de los más desfavorecidos. O eso, o acabar todos como en Guinea Ecuatorial...

lunes, 28 de noviembre de 2011

Cargar con el bulto


            “Decíamos ayer” (esperemos que no tenga que decir esta frase habiendo pasado lo que pasó Fray Luis de León) que la educación es “tarea de nadie”: pues nada, lo mejor que podemos hacer es dejarla pendiente... Esa es desgraciadamente, la lógica aplicada por el capitalismo en general y por nuestro capitalismo cañí en particular y por las superestructuras políticas (vulgo Gobiernos) que del poder económico en general y del poder económico “escopeteronacional” en concreto, emanan.

          Vamos con el mecanismo de “endosos”: ¡qué lo haga el estado y qué lo haga bien!

                ¡Qué lo haga el estado!: ya estamos socializando las pérdidas y privatizando los beneficios. Una vez que el estado los ha formado, dónde antes el obrero me rendía el 10 por uno, ahora que ya está más adiestrado, me rinde el ciento por uno, si le pongo la máquina adecuada, que ya me jode ya, ahora que tenía pensado pasar un fin de semana loco en el Dorita's Night Club; pero, en fin, todo sea por echar una mano al pobre Mariano... 

              Y puestos a examinar quién se lleva los beneficios tampoco está de más recordar que el trabajador o profesional “formado a cuenta de todos” una vez que se convierte en ingeniero, médico, registrador de la propiedad o controlador de AENA, se olvida de quién le puso ahí, justificándose en que todo se debe a lo listo y esforzado que es, o a las dos o tres tasas que pagaron sus padres, olvidándose de que gente tan lista y esforzada como él nacen todos los días, y a los dos días, desaparecen del mapa, por hambre, guerra o enfermedad, simplemente por no haber nacido en el momento y lugar adecuado.

                 Reconozcamos que, con todo la educación (no sé si “la instrucción pública” de Esperanza tiene el mismo efecto, lo veremos dentro de un rato) produce un efecto benéfico para más gente que para el capitalista, porque de otra forma, ya habría acabado el post, mandándola a tomar por saco. De hecho, la educación, en su concepto más economicista, es un bien que produce grandes externalidades o economías externas positivas: ¡Qué es como el medio ambiente, vamos! Y qué por eso mismo hay que darle “muchos mimines” (aunque no sé si exactamente de los de la Chacón, porque, con unos carros de combate detrás, no me fío, no me fío...). Bueno, por eso y porque la educación, la buena educación es, además, la palanqueta para hacer saltar este sistema: “la combinación del trabajo productivo con la enseñanza desde una edad temprana es uno de los más potentes medios de transformación de la sociedad actual” (K.Marx, crítica al programa de Gotha): Hay, pues que apuntar a la base.

            ¡Qué lo haga bien! Y ¿qué es hacerlo bien? Según los que, a la postre, van a ser los principales beneficiarios de la educación, los capitalistas, bien consiste en educarlos de forma que resulten más productivos, es decir, que sirvan mejor al proceso productivo mediante el cuál, el capitalista obtiene una mayor ganancia.

              Fuera, por lo tanto toda veleidad de estudiar cosas que, en el mejor de los casos “no sirven para nada” y en el peor incluso “hasta pudren las mentes de la sana juventud”. De ahí el salto que la múltiples veces Grande de España, Esperanza Aguirre propone al sustituir educación pública por instrucción pública, ideas que, con esa boquita que dios la ha dado, no se cansa de repetir pero que otros, a la chita callando, practican de igual forma: estos últimos, además de darte por saco, te dedican, al final, una sonrisita. Para ejemplo, basta un botón, digo un Bolonia.

                Desde luego, coincido con la aguerrida Aguirre en que lo mejor es evitar que el Estado eduque “en sus valores” entre otras cosas porque, como no puede ser de otra manera, el Estado educa en los valores que son sus nutrientes: el capitalismo, el individualismo, el consumismo... Como es lógico no va a educar en los valores del socialismo, la revolución, la lucha de clases o la supresión del sistema económico y de la economía del mercado... Nadie es tan tonto de tirar piedras contra su propio tejado. En ese sentido, prefiero dejar al crío en un colegio de curas para que lo adoctrinen en una serie de ideas precapitalistas (aunque acomodaticias con el capitalismo) antes que encargar que lo modelen en una troqueladora del sistema capitalista neoliberal.

               Conviene repasar una serie de textos clásicos, para ver la incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace: Se dice “Educación popular general e igual a cargo del Estado” y todo el mundo aplaude con las orejas. Pero “¿Se cree en la sociedad actual (que es de la que se trata), la educación puede ser igual para todas las clases? ¿O lo que se exige es que también las clases altas sean obligadas por la fuerza a conformarse con la modesta educación que da la escuela pública, la única compatible con la situación económica, no sólo del obrero asalariado, sino también del campesino? ” (K.Marx, ibídem) Al final, ¿qué es lo que tenemos? Un mal sistema público, insuficientemente dotado, del que huye quién pueda y en el que sólo permanece el que no tiene medios para escapar de él o el que, dentro del sistema público recibe lo que Navarro llama “atención preferencial”, con ejemplos tan curiosos como el que los príncipes o las hijas de Zapatero hayan estudiado en la escuela pública o que yo haya tenido que preparar la oposición en la residencia privada “Pío XI” (y a comer en el verano al "yoni"), por no tener credenciales de “atención preferente” para entrar en la residencia pública “César Carlos”, dónde estoy seguro, han pasado la mitad de los altos cargos de la Administración cuyas familias no residían en Madrid.

              Se dice “Asistencia escolar obligatoria para todos. Instrucción gratuita”, pero se quiere decir “que sean “gratuitos” también los centros de instrucción superior, sólo significa, en realidad, que allí a las clases altas se les pagan sus gastos de educación a costa del fondo de los impuestos generales” (K.Marx, ibídem). Desde luego que, en aquellos tiempos, una política de becas era inconcebible pero este párrafo da que pensar, sobretodo a cualquiera que ha pasado por la Universidad y ha visto su “clientela”: ¿educación superior gratuita o educación superior por su coste junto con una política de becas? ¿una política de becas por capacidad económica o por resultados académicos?¿una política de becas o una política de préstamos (recordad lo que decía arriba sobre el médico olvidadizo de cuáles eran sus méritos propios y los de los demás en su formación)? Yo lo dejo ahí, que diría Borja Pérez, encima de la mesa... Porque no recuerdo en el “debate-show-bisnes” ni en ningún momento de la campaña haber oido nada al respecto.

            Insistimos: “Eso de “educación popular a cargo del Estado” es absolutamente inadmisible. ¡Una cosa es determinar, por medio de una ley general, los recursos de las escuelas públicas, las condiciones de capacidad del personal docente, las materias de enseñanza, etc., y velar por el cumplimiento de estas prescripciones legales mediante inspectores del Estado, como se hace en los Estados Unidos, y otra cosa, completamente distinta, es nombrar al Estado educador del pueblo! Lejos de esto, lo que hay que hacer es substraer la escuela a toda influencia por parte del gobierno y de la Iglesia” (Más Marx, ¡es la guerra!). Lo ya dicho cuando hablé de Esperanza, si acaso añadir que, ¡por dios bendito! Que haya recursos cuasiinfinitos para las escuelas públicas: eso elevaŕa el listón de la calidad de la enseñanza en general: de la pública en concreto y de la privada porque, para competir con ella, tendrá que mejorar o desaparecer: nadie querrá pagar por algo peor, siendo además lo mejor “gratis” (bueno, ya sabemos que gratis no hay nada, quería decir pagado por otro). 

                   En la situación actual, el vídeo en el que para perpetuar la división de clases, los hijos de la chacha van a la escuela pública y los de la señora a la privada es, sólo, relativamente cierto: en la escuela pública se forman a los “blue collars” y en la privada a los “white collars”, oficinistas que se creen más de lo que son... A la estirpe de los capitalistas, la educación es como la caza: un entretenimiento y de la misma forma que se jalea a la presa para que pase por el puesto de tiro, se compra un papel de un MBA de Harvard o del IESE y asunto concluido (¿qué te voy a decir que no hayas visto, Hank?)

              ¿y qué decir de la enseñanza “concertada”? Cómo esa externalización de servicios no estaba vigente cuando vivió Marx, es difícil que opinara sobre ello, por lo que tenemos más margen para decir lo que creamos conveniente sin miedo a desviarnos de la ortodoxia y que nos delate ante el Comité Central el compañero de partido (todo esto es broma, Runner, aclaro): en mi opinión hay cosas que es mejor hacer uno por sí mismo: te haces más hombre y dejas de depender de los demás, qué además no sabes nunca qué cojones hacen con el dinero (¡a ver si, al final, los curas van a ser los mercados)... Así que ¡fuera los conciertos!

              En definitiva, que en materia educación, hay que empezar leyendo... Y en este post, de citas hemos estado leyendo un rato.


P.D. Este blog se parece cada vez más al de Antonio, o a la saga de Harry Potter: post cada vez más largos, sesudos, tenebrosos, plomudos... Prometo enmendarme... o eso, o quedarme sin lectores.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Dairy

              La democracia bien entendida empieza por uno mismo. Y si no es por uno mismo, al menos que sea por su casa. Hay tres bienes perecederos que deberían entrar diariamente en cualquier hogar democrático: el pan (en homenaje a los franceses y su revolución), la leche (en recuerdo de los tíos que inventaron el "habeas corpus") y el periódico (¡Mark Twain, no te olvidamos!).

               Hagamos una incursión a la cocina (¡sí, a nuestra cocina!) y veamos en qué se ha convertido todo esto: unos paralelepípedos de cartón que contienen un líquido blanco, posiblemente ordeñado de una vaca, hace dos o tres meses; una barra de algo gomoso, fabricado a partir de algún polímero mezclado con glutén, precocido y precocinado. Y de la prensa mejor no hablar: se nos podría cortar la digestión de las "delicatessen" mencionadas anteriormente.

                 La resistencia más fuerte, al menos en mi casa, la hemos llevado al campo del pan: todavía es posible, en cualquier pequeña ciudad, al menos, encontrar panaderías que se surten de pan elaborado tradicionalmente, a base de harina, pan, agua, levadura y sal. No son "boulangeries"  por supuesto, pero es que este país nunca ha dado para más que para ser una especie de caricatura de Francia ("en política exterior,  España tiene que hacer  lo que hace Francia, pero un poco menos" le dijeron a Aznar en una ocasión, pero él, como era muy tozudo, se empeñó en meternos en la foto de las Azores): además yo, que soy más bien de la rama constitucionalista de Cádiz, prefiero una buena hogaza antes que una "baguette" de esas, cuyo nombre ya me recuerda la (falta de) contundencia del condumio. ¡En fin!

                    Pero todo proceso es reversible: recientemente en León, se ha instalado un puesto que vende "leche del día": de vacas de la zona, simplemente pasteurizada, sin homegeneizar (los más melindrosos tendrán que rescatar ese instrumento perdido en cualquier  cajón de la cocina: "el colador"), en una única versión (lo que ahora en los supermercados se llama  "entera"), puesto al que hay que llevar unas botellas de cristal para llenarlas. Botellas que, una vez vacías, se lavan con agua, un poco de "mistol", y se llevan al puesto para que te las vuelvan a llenar de leche... Al parecer, otras ciudades como Santander (allí he visto puestos cerca de la estación, y al lado de una gasolinera en Solares) o Girona ya cuentan con un servicio parecido.. En fin, a un socialista como yo le hubiera gustado más que en vez de ser un puesto "de fotomatón" hubiera de verdad un paisano con unos cántaros y un embudo. A un señorito como yo, además, le hubiera gustado que me la llevaran a casa y que me dejaran las botellitas al lado del felpudo, pero, hemos de reconocerlo, esto no es el Reino Unido, y dista mucho de serlo...

                 El próximo paso será rescatar la prensa diaria: a ver si alguien se anima a hacer un periódico que no se te indigeste... Los chicos de Público llevan algunos puntillos, pero habrá que ver hasta que punto se sostienen sin el apoyo de sus amigos y amigas del Gobierno ("muchos mimitos para ellos", por cierto). A ver que pasa... Igual, entre todos, logramos recuperar esta democracia, empezando por lo más importante: la barriga.



P.D. ¿Os esperábais otro post? Es que esto se me va de las manos, se me va de las manos...

viernes, 25 de noviembre de 2011

Escurrir el bulto

            Alguna vez, cuándo voy de la capital al pueblo y no encuentro mejor combinación, me veo obligado a subirme a un autobús de los que, debajo del cartel de la ruta (Valladolid-Mayorga) se ha añadido “con hijuelas” (una experiencia que cualquier europarlamentario os la puede confirmar). Los civilistas pueden pensar que si te subes al autocar heredas un trocito de unas tierras de la abuela, pero los demás sabemos que el “con hijuelas” quiere decir, que, de tanto en tanto, dejaremos la nacional, cogeremos cualquier carreterucha perdida, llegaremos a un pueblo, volveremos por esa misma carreterucha hasta la nacional y seguiremos viaje. Es una versión todavía más mortificante que el tren “con parada en todas las estaciones, excepto Pitis”, porque al menos en este último caso, viajas siguiendo una línea (más o menos recta) y, además, te libras de ver Pitis, que, dicho sea de paso, no merece la pena visita alguna.
              Esto mismo sucede con los comentarios que hacéis a los posts: “hijuelas” que en el lenguaje fino se llaman “off topics” y que no puedes dejar pasar de largo. Esto pasó en el anterior post, pasa en el presente y, me temo, seguirá en los próximos. En este caso, la parada se llama la “formación de los trabajadores”.
                 Es increible la habilidad que tiene la clase empresarial “para escurrir el bulto”: se quejan  de que los trabajadores sólo saben “pasar la llana” y nada más, como si el obrerito que viene al mundo tuviera que nacer ya enseñado. Entiendo que al señorito le hubiera gustado que el que pasara la llana (porque otra cosa no le va a comprar) fuera un ingeniero espacial, porque así resulta más humillante para él, aunque más divertido para el amo... Pero ¡qué se le va a hacer! Y eso que casi lo conseguisteis a base de “escojonar” sistemas políticos ajenos.
                 Por cierto que, seguramente, si algún motor de vuestras fábricas se “gripa” es porque no ha tenido la delicadeza de engrasarse él solito: ¡Qué mundo más injusto, todos conspirando contra el capital!
           La tarea de formar al personal, es decir, a vuestro personal no es del propio trabajador, ni de su familia, ni de la sociedad, ni del Estado: es vuestra, así que, por favor, sacar la cartera, o, al menos poner algo de vuestra parte y enseñarles algo en las fábricas, o en las obras, o (¡ay!) En la hostelería: en fin dónde lo vais a explotar.
             A estas alturas, a los lectores más pertinaces de este blog, ya los tengo medio convencidos de que el sistema económico está montado en que unos pocos (los que tienen medios de producción) vivan a costa de los demás (los que sólo tienen su fuerza de trabajo) y que, para ello, éstos últimos “se alquilan” por 10, para que el amo, les saque del lomo 100 y quedarse con los 90 restantes. El obrero ya bastante hace, con esos 10: comer, vestir y pagar la hipoteca, es decir,  reproducir su fuerza de trabajo, para que pueda llegar al día siguiente a fichar, sin haber muerto de hambre, sed o frío la noche anterior. En un nuevo salto mortal, el capitalista le pide también que de lo que le paga, destine una cantidad también a formarse, porque claro, si no llega al trabajo sin saber hacer la o con un canuto. O en su defecto que lo paguemos todos, es decir, la masa de obreros que formamos mayoritariamente el país, y, por cierto, los únicos que pagamos impuestos.
               Como el mundo globalizado capitalista (es decir todo el mundo, incluyendo China y la India) está inmerso en ese tormento de Sísifo que consiste en ser cada vez más productivo y, como también saben mis lectores, la productividad (como la libertad según algunos) sólo se alcanza mediante el trabajo, la forma de ser más productivo sólo puede consistir en aumentar la cantidad de producto por obrero, o, en su defecto, retribuirle menos. Y en esa batalla estamos: para conseguir lo primero (que un obrero, por el mismo salario, produzca más) es necesario que cuente con formación y equipo:  es el tan manido ejemplo de, en la empresa de limpieza, sustituir la escoba por el aspirador, y enseñar a la gente a usar el aspirador, enchufarlo a la luz y dar al botón (aquí acaban mis conocimientos pero he oído que también hay que cambiar la bolsa, que algunos en vez de bolsa llevan agua y nosequé de cambiar los filtros ).
           La formación ya hemos visto que, como el medio ambiente, en este país, “no es de nadie”, por lo que poco podemos esperar. El equipo ya sabemos que, en principio, lo tendría que poner el "tío" que pone los medios de producción, pero me da la “impre” de que si escurre el bulto en lo primero. en lo segundo se llamara “andanas”: está más ocupado, sin duda, en repartir un buen dividendo para mantener la cotización, generar confianza en el accionista y ganarse a los mercados financieros.
                Pues si en lo “made in Spain” está cerrado el primer grifo de la productividad, sólo nos queda el segundo: ¡a por los obreros, que ganan mucho! (un ratito de descanso para los funcionarios, que tenemos, como en el nescafé, un sueldo fijo para toda la vida). De esta forma nuestros empresarios, siempre que se pueda, han trasladado sus empresas, a países dónde todavía no se ha abolido la esclavitud y en los que por un cuenco de arroz y rodeados de mierda tóxica, pueden producir lo mismo que aquí, porque, como he comentado anteriormente lo que aquí se producía se hacía con unos medios de producción medievales y con una formación de la edad de piedra. Pero no era suficiente: “el mundo nunca es suficiente” que decía no sé si el malo de una “peli” de James Bond  o los mercados financieros, bajo el supuesto de que sean seres distintos.

                La siguiente fase del plan consiste en “chinificar” a los curritos de aquí: que trabajen por menos, que coman menos (¡qué los veo muy gordos!), que dejen de ir al bar (esa iglesia de los pobres), ir al cine, conectarse a internet...¡a dormir y a currar! Y en lo demás otro tanto: despido libre, para hacerlos dóciles, relajar las condiciones de trabajo ( y qué mejor idea que repartir las competencias de la inspección de trabajo entre todas la comunidades, para que se peleen entre sí y rebajen la seguridad laboral al mínimo)... Y, al final, todos (niños y ancianos inclusive, que estos, como los mantienen otros, pueden pedir menos sueldo) trabajando por un cuenco de arroz (aquí será más bien de "chuches", visto lo que proliferan ese tipo de tiendas), diez días a la semana, entre una humareda de gases y residuos venenosos de los que nadie controla dónde se tiran... Es el futuro, "mon ami", si no les paramos los pies.
              Cuenta Marx que, cuando en los Estados Unidos se abolió la esclavitud, hubo negros que murieron de hambre, porque mientras que con el sistema esclavista el amo les daba comida y techo, después, al que no contrataban, no le daban nada. Enseguida aclara que con eso no quería decir que fuera mejor la esclavitud, simplemente exponía un hecho. Él no pero yo sí: quiero volver a la esclavitud: que me hagas trabajar sí, pero  que me des de comer, y techo, que me cuides bien, me laves y cepilles por las mañanas, te preocupes de que no me pase nada, ni de que no me toque nadie: En fin, Hank, que me trates como a tu Lamborghini.

 P.D. Quedan pendientes dos hijuelas más: la educación (sobre la que seguramente empezaréis ya a comentar) y sobre ese término tan cómico llamado “emprendedores”. A lo mejor me repito, porque ya he perdido la cuenta de lo que he escrito aquí, pero dado que los lectores se renuevan continuamente debido a lo cargante, arrogante y autosuficiente que resulto, es posible que nadie se dé cuenta. Y ya de  puestos, ¡qué cojones! Como dice el crío mío “¡Y si somos los mejores, bueno y qué!”, con chulería: ya están escritos todos: Es que a mí las palabras, escritas o habladas, me salen a chorros: ¡bueno y qué! Con tal de que se me entienda claro y alto... y ¡joder! También tengo buen chorro de voz.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Examen


            Un anónimo lector me ponía la semana pasada el siguiente examen:


       1- Si debido a los altos nominales de los títulos de deuda los principales compradores son bancos, si se atacan en el mercado secundario ¿no se están provocando grandes pérdidas a sí mismos como poseedores de esa deuda?

           Entiendo que a lo que te refieres es al sentido que tiene depreciar un título de deuda comprado por ejemplo al 4%, para que hoy esté al 7%: si lo vendiera hoy debería venderlo por debajo, no ya del nominal, sino del valor de adquisición.

                Imaginemos que yo compro un título de 100 euros por el que el año que viene me darán 104, pero al día siguiente, debido a los ataques especulativos, por esos 100 euros me daría 107. Trasgrediendo toda la matemática financiera pero con un cálculo que cualquiera "de letras" sabría aplicar, si lo vendiera al momento siguiente, no me darían por él más que, aproximadamente, 97 euros, cantidad que, al devolver al nuevo dueño el año que viene 104, sería aproximadamente (realmente es algo más), un 7%. Si no se lo vendiera a ese precio, el "tío", pasaría de mí y se iría a comprar uno nuevo, al 7%.

                    Lo primero que hay que pensar es: si no se realiza la venta, ¿cuál es el valor por el que habría que contabilizar el título? Las NIIC desde luego se inclinan por el "valor razonable", pero luego los bancos (y en general las empresas) convertirán ese valor razonable en lo que "les salga del nabo" (convenientemente razonado y valorado por el auditor a sueldo de turno, claro está): luego, muy buenamente, pueden tenerlos contabilizados, por el valor de adquisición, el nominal, o el cuadrado de la superficie de la tierra. Luego, cuando llega el vencimiento, ya veremos, como en los activos que tienen materializados en viviendas, el tamaño del agujero, si es que existe.

            Pero en la realidad, el mundo financiero es de todo menos estático: se compran y venden "de continuo", en el mismo día. Gracias a la prima de riesgo, vemos como  los intereses oscilan de tal manera que se puede comprar en buen momento, o vender en malo, o viceversa, o en una especie de compensación en la que, como en un buen casino, nadie sabe si gana o pierde, pero contabiliza beneficio si le conviene (para repartir dividendos) o pérdida si le interesa (para pagar impuestos).

           Hay un tercer mecanismo, que no comenté en el post en cuestión: la existencia de los seguros, en los cuáles de puede apostar, como en el casino, también a todo: a rojo o a negro, a que se hunda o se salve tal país, a que suban o bajen los intereses de determinada deuda pública, y, lo que es peor, apostar contra bienes que ni siquiera son tuyos: puedo apostar  a que se te va a quemar el coche o a que te vas a caer por las escaleras, de forma que si pasa eso, yo (y no tú) cobro una indemnización. Por si acaso, vigila tu espalda (o, en su defecto, vete a ver "Inside Job"). 

           Bueno, pues los Bancos, a la par que toman un título de esos, contratan un seguro por si bajan los tipos de interés (lo que se llama una "cobertura"): estos seguros, a su vez se estructuran con una serie de títulos que son la antítesis de los primeros (como en la "peli" de "El Protegido"), títulos que, si no los hay, se inventan: a partir de ahí, todo se baraja, se reparten cartas y se procede a un juego que, visto lo visto, tendríamos que reivindicar como el origen de la actual crisis financiera: la mona (o "el burro" según dónde se juegue, o en quién estemos pensando)*.

              2- Si la solución que propone pasa por "darle a la máquina de imprimir euros" ¿esto no arruinaria a la población debído a la deprecición de activos vía inflación?.

              Quería hacer un post sobre ello. Te cuento (a riesgo de repetirme): En el mundo había hace unos años una serie de burbujas más o menos locales y una burbuja global: la burbuja financiera. Según expuso Ramonet en su día (cuando nadie quería oír nada que no fueran cantos de sirena) esa burbuja tenía el tamaño de tres veces la economía real. Cuando explota una burbuja no desaparece por entero, sino que se reduce a un valor más cercano al real (como la cotización de las tecnológicas o el valor de las viviendas): por tanto no ha desaparecido todo el "magma financiero", pero sí se ha reducido a un nivel que algunos consideran intolerable.

               Pero a mí lo que más me interesa resaltar es que, cuando la burbuja estalla, no desaparece "todo el dinero" por decirlo con una expresión burda pero muy visual: hay gente que tiene dinero, mucho dinero acumulado, pero que no lo suelta ni a tiros. De hecho es revelador que la lista de espera para conseguir una caja de seguridad en un banco sea superior a la del "Iphone nosécuantos" (ya te puedes imaginar lo que allí se guarda). Si pudiéramos ver lo que hay en los paraísos fiscales nos quedaríamos asombrados: ¿por qué te crees que se empieza a querer luchar ahora tímidamente contra ellos?

               Pues bien, esa pasta no se mueve ni a tiros: ¿por qué? Porque no existe ninguna "alternativa de inversión", que produzca una rentabilidad suficiente para estos gilipollas acostumbrados a tasas de dos dígitos: por eso se queda en el billetero esperando mejor ocasión. Es un error de los Gobiernos "pintar esa mejor ocasión", lo que hay que hacer es agarrar el tenedor y empezar a pinchar a los "tenedores" para que aflojen.

                 La mejor solución, sigo pensando, es la del "Gato Pérez" (¡venga el monedero!) que, conviene recordar que no es nueva, pues nuestro queridísimo F.D.R. ya impuso, en la Crisis del 29, tipos marginales del 90% (¡Sí, sí! no has leído mal). Pero como esa solución creo que destroza el espíritu de las almas sensibles, pasemos al plan B: cojamos la máquina de hacer dinero, imprimamos lo que nos haga falta y repartámoslo para pagar pensiones, jornales de obra pública, deudas abusivas de países periféricos, etc. De esta forma el "tenedor de la pasta" (sean "espaguetis" o macarrones) ya no andará esperando a ver la ocasión de oro en la que invertir, sino que querrán soltarla a toda costa y cambiarla "por otra cosa" a la vista que, día a día, los papelitos de colores que tienen en la cartera pierden valor.

               Tampoco tenemos  que tener miedo a la inflación: en primer lugar porque en las circunstancias actuales no está claro quién gana el pulso: si la máquina o los precios, por lo que incluso pudiera ser que imprimir billetes sea la única solución a otro problema que nos amenaza (no obviamente en España, por una serie de problemas estructurales respecto del transporte de mercancías que mi hermano conoce mejor): la deflación.

             Cierta inflación es, además, buena porque anima al que tiene a invertir y alivia las deudas del deudor, con lo que mejora la economía. La inflación no perjudica ni al pobre ni al rico: perjudica al que tiene haberes líquidos frente al que los tiene en especie, beneficia al que tiene deudas y perjudica al que tiene créditos (de ahí que haya inventado la "independencia de los bancos centrales"), perjudica al que no puede adaptarse inmediatamente a los nuevos tiempos y beneficia al que sí. Tradicionalmente, es cierto, hemos identificado al asalariado, con una cuenta en una caja de ahorros, como la primera víctima de la inflación, pero deberíamos replantearnos el supuesto, o por lo menos, buscar vías de compensación para esos sujetos (suponiendo que haya en este país alguien sin hipoteca). Psicológicamente la gente que ha vivido deflación e inflación, incluso hiperinflación, teme como ninguna la primera situación: pregunta a tus abuelos a ver que te dicen.

                El secreto mejor guardado, ése que nunca te contará ningún "austriaco", es que vivimos inmersos en la llamada "trampa de la liquidez", concepto que, en esta crisis está por descubrir. Al ritmo intelectual de estos congéneres, cuando se den cuenta de ello, el dinero que tienen en el bolso ya se lo habrá comido la polilla.

              3- ¿existen operadores con tanto poder de mercado y tanta coordinación capaces de atacar a todos los mercados de deuda y bolsas de valores al mismo tiempo para ejecutar su malévolo plan?. 

           "Dame un punto de apoyo y levantaré la tierra" dijo Arquímedes explicando la palanca: si hubiera dicho "dame un euro y levantaré la tierra" hubiera descubierto el apalancamiento financiero, sobretodo si en lugar de "dame" hubiera dicho "préstame". 

             Une esto a la respuesta de la primera pregunta: la "reserva fraccionaria" de nuestros amiguetes, "las ventas en descubierto", "futuros y opciones", ventas y compras a crédito, "seguros exóticos", "coberturas para garantizar los tipos de cambio"..., no son más que juegos de casino en los que uno pone un euro "y puede ganar millones" y lo que es peor "parece que está moviendo millones": con unos productos que, según Greenspan, no podría comprender un doctor en matemáticas, pero que, sin duda entiende perfectamente el trilero de las Ramblas, según opinión de Madoff, la capacidad de manipular el mercado está en manos de cualquiera, de cualquiera no que conozca, sino que controle estos productos y sus mercados, que, recordemos, están fuera de todo control. A partir de ahí entramos en el bonito juego del mus: "órdago a grande, órdago a chica, pares sí, órdago, sí jugué, órdago también" y así, piedra a piedra, te voy dejando seco con tres "gochos" y un cinco.

              4- ¿Ese ataque a corto plazo no traería el secado permanente de sus fuentes de alimentación?.

               Pues no, por lo mismo que te he contado antes: sus fuentes de alimentación para estos jueguecitos son "autogeneradas" siguiendo, en el mejor de los casos un sistema de piramidación tipo Ponzi. Yo soy todavía más escéptico: creo que eso del fraude piramidal era de la época de la burbuja, ahora creo que simplemente "crean" el dinero para las adquisiciones de activos "de la nada" y, cómo te decía, antes, cuando ya no se pueda sostener que le explote al que en ese momento lo tenga en las manos (como la "patata caliente" del Gran Prix): han descubierto el motor de movimiento perpetuo, pero se niegan a revelar los planes a gente como mi hermanito, porque si no se acaba la gracia del "peak oil".

                  5- ¿Como explica las albutadas pérdidas de balance de la mayoría de bancos de inversión, bancos retails y brokers en operaciones de mercados de deuda soberana (Goldman, Dexía, BNP Paribas, MG Global y otros tantos)?...

               Me gustaría alguna vez ver un balance de verdad de una entidad de crédito, no eso que presentan a accionistas, inversores y demás ralea. Es más, me gustaría ver el balance de verdad de una empresa del Ibex; todavía soy más humilde: me gustaría ver (en mi trabajo) un balance "de verdad" de cualquier empresa.

             Mientras no vea los balances de verdad, seguiré pensando que ese es sólo un envoltorio, como el de las plantas carnívoras, para llamar mi atención y el de mi guita (a lo largo de estos años me han ofrecido estructurados de Lehmann Brothers, de Fortis, de Dexia... y yo, erre que erre, con mis iberdrolas y mis fondtesoros). Ahora presentan pérdidas: ¡faltaría más! ¡cómo para presentar beneficios!: ¡entonces los corren vivos! Pero dinero para pagar los sueldos de los directivos hay, y sus bonus, y sus planes de pensiones, y sus vicios inconfesables... ¡entonces hay pasta, hombre, aunque sea devorando su capital: ¡total, esas empresas no tienen dueño! Hasta el día que caen, entonces el balance-telón se desvanece y nos damos cuenta de que detrás de la cortina no hay nada y que, efectivamente, tienen dueño: tú, yo, aquél... y que nos toca apoquinar la pasta.

              Lo que sí estoy contigo es que perder, pierden. Probablemente hasta caer en la bancarrota: pero de ahí a que sea como dice el balance...

             Pregunta final.- Desde luego estas "teorías" del mal son posibles en la imaginación, ahora, en el mundo real son bastante más dificiles de implementar por muchisimas razones:

            Si a lo que te refieres es a que haya un "Doctor No" manejando desde "Espectra" todo esto, y, a la vez, la televigilancia global y ocultándonos el secreto del motor de agua, la vida extraterrestre y la cura contra el estreñimiento,  ya te digo yo que no. 

             En general todo aquello que huele a "tongo" es inmediatamente desacreditado por el que lo ha montado al grito de "conspiranoico": que sirve de igual manera para los que montaron la mentira de estado del 11M y que ahora triunfantes regresaran a la Moncloa, hasta para aquellos que estudian las imperfecciones del mercado y en concreto el monopolio o el oligopolio

              No sé cuál es tu idea de cómo es el sector financiero: quizá sea el de un mercado, como el de tomates y lechugas, que idílicamente, nos pinta cada poco Hank, y que recuerda los bucólicos paisajes de La Comarca, pero a mí se me parece más a la Alcaldía de Mordor: tres o cuatro empresas monopolísticas que controlan el negocio haciéndonos creer que cuando meto un euro en el "Cojofondo derivates 2.020 F.I" o en el plan de pensiones "El seguro eterno P.P. individual" estoy dirigiendo la inversión como cuando hago la lista de la compra o ahorrando como el que mete un euro en el "cerdito". Y, en realidad, son ellos (tres o cuatro, repito) los que, como si tuvieran una "red de ordenadores zombis" dirigen ese simulacro de mercado que llaman "financiero". Pero nada, chico, tu puedes creer que esto sigue siendo como en tiempos de Mister Scrooge: con una escribanía, un tintero y un esclavo para hacer los recados: ¡a jugar al mercado financiero!


Señorita: ya he acabado el examen. No son las tres de la mañana. ¿Puedo irme a jugar al recreo? ¿y quedarme aquí para jugar con la "plasti"?




(*) Por eso pongo el enlace a los 42 juegos de siempre, porque creo que deberíamos prestar atención a los juegos de naipes para poder entender algo de la crisis financiera.