Esta semana un nuevo escándalo relacionado con las retribuciones a directivos de las Cajas ha estallado en mi terruño: en este caso "se riza el rizo", hasta ahora se regalaba dinero a quién, por lo menos, estaba en la Caja, ahora se regala también por no estar, previo una serie de ascensos profesionales, firmados por los amigos, sin necesidad de pasar por la molestia de ocupar un puesto de trabajo.
Propio del personaje oportunista conocido en estos andurriales como "Paco Raquetas" (seguido del slogan, "la mejor raqueta de la Caja" que siempre apostilla un compañero mío de trabajo), el raquetazo que ha pegado se me antoja cojonudo. Pero este blog, a diferencia de los programas rosas, no es para hablar de las miserias de un individuo, que, dicho sea de paso, resentido con los ricos y señoritos de esta "mierda de ciudad" (que diría Kortatu), ausente de idelogía y de solvencia moral, ha acabado asimilándose a ellos, como su congénere Napoleón en la Granja orwelliana: es lo que tiene ser de derechas y acabar militando en el PSOE por revanchismo, que terminas con una esquizofrenia que no te la cura ni el psiquiatra Rojas.
Pero vamos a lo importante, Paco y personajes como Paco, no son la causa de la degeneración de la vida política y los partidos, son la consecuencia. Precisamente porque previamente se ha producido una desideologización de la política en la que por el camino se han quedado ideas, pensamientos y moral; porque se ha olvidado la función transformadora y democrática de estas entidades, es por lo que, una vez vaciada la organización, la "cáscara" ha sido tomada al asalto por cuadrillas de sinvergüenzas como el que nos ocupa: el político ya no es un ser vocacional que aspira a transformar la sociedad; es un profesional que vive de esto y, cómo cualquier otro empleado, vivaquea de un lado a otro, buscando el mayor lucro posible: en algunos casos mediante el robo (corrupción) y en otro caso mediate tretas y recomendaciones. En cualquier caso, Paco, deberías grabarte en el jersey, el lema de tu compañera de partido en Marbella, Isabel García Marcos: "si el león no come, el león no trabaja".
¿Y qué solución hay para esto? La más obvia, pero también la más costosa es "recapitalizar ideológicamente" los partidos políticos, reflotarlos. Así todos estos aventureros tendrían que emigrar a otro sitio para ganarse el garbanzo.
La solución más rápida es otra. Con lo aficionado que soy a poner nombres rimbombantes a las cosas, algo conocido por los lectores habituales, propongo lo que llamo el "método Eichmann": una vez caidos del poder, ¡nada de olvido!: hay que perseguirlos allí donde se encuentren, conseguir juzgarlos aunque sea drogándolos y vistiéndolos de azafata (o, alternativamente, metiendo una papelina en su bolsillo), para que, con sus huesos en la cárcel (lo de la soga se lo dejaremos a los israelitas) paguen por sus crímenes: solo de esta forma se conseguirá disuadir al resto de los sinvergüenzas que todavía pululan por los aparatos de los partidos a hacer lo mismo. De lo contrario la idea de que de éstas se sale impune, alentará la llegada de más aventureros.