"El Ejecutivo del Estado moderno no es más que un Comité que administra los negocios comunes de toda la burguesía" (K. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista).

lunes, 31 de mayo de 2010

The Godfather

          Los comentaristas de este blog han hablado sobre la conveniencia de leer muchos libros una vez, pocos libros muchas veces, muchos libros muchas veces... pero creo que todo el mundo coincidirá en que por lo menos hay que leer los libros que sustentan tus convicciones por lo menos una vez(*).

         Ya Smith en “La riqueza de las Naciones”(**) indica que para que haya mercado deben existir una serie de condiciones todas ellas, como estamos viendo en la serie K, imposibles de cumplir: pluralidad de oferentes, pluralidad de demandantes, información perfecta... Pero existe una condición previa que se necesita para que exista el mercado: seguridad en el cumplimiento de las obligaciones: no basta que vendedor y comprador se pongan de acuerdo, además hay que cumplir los tratos (“pacta sunt servanda”), para lo que es imprescindible la existencia de un poder organizado que vele por el cumplimiento de los acuerdos entre las partes. Ese poder organizado es el Estado: de hecho, entre los clásicos, esta es una de las pocas funciones que le atribuyen al Estado, la de “policía de mercados”, como a mí me gusta llamar, pero que Adam Smith califica como “gastos de justicia”, de los pocos en que, según ese autor, el Estado debe incurrir (junto con los otros dos que describe en el Libro quinto: defensa, obras públicas).
           Para el desempeño de esa función se necesita el monopolio de la fuerza, de la coacción, de la violencia. Por eso mismo suponer ausencia de violencia en la economía de mercado, no sólo es imposible, sino que además impediría el “buen” funcionamiento del “invento”: lo que sucede es que la violencia está institucionalizada, y, como tal, nos hemos acostumbrado a ella.
           Saltemos ahora a la Teoría del Estado: Un estado necesita tres elementos: Territorio, pueblo y gobierno. Sobre los dos primeros el gobierno ejerce su autoridad, mediante el “monopolio de la coacción”(***), lo que implica establecer unas normas (ordenamiento jurídico) y tener la capacidad de imponerlas (coerción). Sabiendo eso, suponer que la existencia de violencia institucionalizada (gobierno) es igual a ausencia de violencia es de una simplicidad similar a pensar que el monoteísmo está más cercano al ateísmo que el politeísmo, por la simple razón que al creer en un sólo dios se está más cerca de acabar no creyendo en ninguno que si se cree en varios.
            Y esto, sobre la violencia monopolizada por el Estado; sobre la “otra” violencia, que padecemos día a día en estos países paraísos de las libertades, la explicación es más sencilla: ayer, cuando volvía de dar un paseo, una señora rebuscaba en un contenedor para encontrar comida. Seguramente lo hacía porque no tenía otra forma de conseguir alimento. Pero eso, claro está, no quiere decir que vivamos en un sistema violento, ¡qué va!¡si vivimos en una serie de Disney Channel!¡Corre, papá, que viene a Madrid Hannah Montana!



(*)Los católicos cumplen el mandato a rajatabla: todos se saben la biblia de memoria.
(**) No es de extrañar que la derecha lo lea tan poco: ¡es que  doscientos  años después, los derechos de propiedad intelectual siguen reservados!: eumed
(***) Por eso es tan difícil distinguir el Estado de la mafia: porque posee los mismos elementos esenciales. Esto se ve sobretodo en aquellos territorios donde la una ha suplantado al otro.

domingo, 30 de mayo de 2010

Citizen K. y la competencia imperfecta. Episodio 8

         Ciudadano K. está delante de la pantalla de su ordenador con un “mandado” de su cuñada: “búscame unas vacaciones baratitas para este verano, tú que sabes tanto de internet y encuentras tantos chollos en la red”. Y ahí está K. buscando ofertas en un mercado de competencia, según él, perfecta.

           Al principio, entraba en Google y tecleaba “ofertas vacaciones” o cosas así; pero, enseguida se dio cuenta de que eso era perder el tiempo: parecía que había muchas ofertas pero todo se reducía a tres o cuatro agencias de viajes “on line” dónde merecía la pena mirar: atrapalo, rumbo, logitravel, lastminute, hotels... y para de contar. Para su cuñadita, que además le cae gorda, con mirar en las dos primeras, asunto liquidado.
           Ciudadano K. recibe, con la nómina, ofertas de tres o cuatro entidades bancarias, que le tientan con visas gratis o peesespes, por domiciliar su sueldo. Son tres o cuatro, quizá alguna más si contamos alguna caja de ahorros, donde, dios nos libre, K. jamás meterá un duro (es idiota pero no tanto).
           Ya hemos acompañado a K. a su compra semanal (para comer fresco y sano todos los días) en una gran superficie, pero una rápida visita no nos vendría mal: los famosos yogures a elegir: la lechera, puleva, pascual o danone; mermeladas: helios, hero o la vieja fábrica; galletas: fontaneda, siro o gullón... La verdad es que es realmente difícil encontrar siquiera una docena de proveedores de muchos de estos productos: sin embargo, ciudadano K. cada vez que atraviesa la puerta automática que da acceso a su gran superficie favorita (que antes de la absorción era Pryca), se siente el “amo de la pista” y, orgulloso dice a su hijo pequeño (el que le acompaña en la compra, porque la mayor ya “passsa, o sea que no, que qué rollo, que no, o sea”): “hijo mío, esto es el cénit de la economía de mercado: miles, millones de oferentes ponen a nuestra disposición montones de productos para que nosotros, consumidores soberanos, decidamos qué comprar, cuánto y a qué precio”. No sabe que en realidad sólo hay unos trescientos proveedores para todos los productos y que la media de proveedores por producto apenas alcanza la media docena, y eso cuando no se disfrazan bajo marcas aparentemente distintas.

          - “La verdad es que no puedo entenderlo”, le dijo una noche a su economista de cabecera, “llenar el carro de la compra me cuesta cada día más dinero. Y da igual la marca que elija, me da la sensación de que todas suben a la vez, y prácticamente en la misma proporción sus precios”.

           - “O rebajan el tamaño de sus envases”, contestó el economista. “Pero, tontín, resulta que lo que tienes ante tí no es un conjunto infinito de proveedores (que por otro lado, si los hubiera, no cabrían ni en el Carrefour ni en el Alcampo), sino unos pocos y además “conchavados”: es lo que se llama un oligopolio; y en un oligopolio de oferta, como es el caso, los oligopolistas se alían como lo haría un monopolista para que, incautos como tú, paguéis mucho más de lo que corresponde por sus productos

          - “Pues tendré que ir a comprar a otro sitio

          - “Vete donde quieras; siempre te encontrarás lo mismo. El mercado donde más oferentes encuentro es el rastro, para los productos tipo bragas, calzoncillos y calcetines. Y aún ahí, creo que todos son primos o parentela, por cómo les oigo hablar unos a otros. ¡Ah! Y también está la plaza de los sábados. ¡Pero no sólo de lechugas y bragas vive el hombre!

           Al final K. compró por internet las vacaciones de su cuñada, y como es normal en Celtiberia, también las suyas, para poder ir los dos matrimonios juntos y tener con quién hablar, que la parienta esta muy vista. El camino hasta Benidorm es muy largo y los críos no dejaban de pelearse: “hagamos un trato: estaos quietos hasta que veáis diez gasolineras de distintas marcas. Luego podéis pegaros todo lo que queráis”. Y así los tuvo tranquilos todo el viaje.

viernes, 28 de mayo de 2010

Rima XXI

        Hace unos días recibí la siguiente carta de mi banco privado: “JMR (Director de la Organización Noroeste) y AMC (Director de la Oficina de León), tienen el honor de invitar a Don ATM a la conferencia sobre 'Perspectivas para los mercados de EEUU, Europa, España y Emergentes', que tendrá lugar el próximo jueves 27 de mayo a las 20:00 h. en el Parador Hostal San Marcos (Pza. De San Marcos, 7 de León), y al cóctel que se servirá a continuación. Se ruega confirmación. Invitación para 2 personas.

- ¿Qué son los mercados?, dices, mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul,
¡Qué son los mercados! ¿Y tú me lo preguntas?
Mercados ¡hideputa!... eres tú.

            Y tus acciones, y tus fondos de inversión, y tus planes de pensiones, y tu cuenta en ING direct (¿de dónde crees que sacan tus intereses?), y el crédito de tu VISA y tu seguro de vida (y el del automóvil), y la parte de tus cotizaciones a la Seguridad Social que el Gobierno invierte en los mercados...

jueves, 27 de mayo de 2010

Citizen K. y los mercados incompletos. Episodio 7

         - "¡Venga!, ¡Venid todos a ver esto!,¡Hoy se "abre" (sic) un hito en esta casa!", gritaba ciudadano K. desde el salón de su casa, llamando a la concurrencia. El motivo de tanto alborozo no era otra cosa que la llegada de un nuevo cachivache tecnológico ("gadget" diría K.): la consola "multigamecenter3000": una maravilla de la tecnología puntera, "state of art" como diría K. porque, si bien no lo he dicho, K. además de un cretino neoliberal contemporáneo, está medio idiotizado con el tema del inglés, con lo que finalmente ha logrado no hablar bien ni su propio idioma, ni el de adopción ideológica. A punto estuvo de llamar a sus hijos Jessica y Kevin, pero finalmente se impuso la influencia de (Don/San) Jose María (Aznar/Escrivá) para bautizarles con los nombres de Loreto y Pelayo, algo mucho más convencional, en la burbuja social en la que vive. 

             - "¿Y qué tiene esta consola?", pregunta su mujer, un poco mosca con el precio del cacharro, sobretodo teniendo en cuenta que sigue en el paro después de su despido en Porcelanosa. 

              - "De todo. Tiene de todo: para empezar la potencia de su cpu es doscientas veces la de la PS3, vamos, que hay países del tercer mundo que ni sumando toda la potencia de cálculo de los ordenadores de sus universidades pueden competir con ella: ¡y toda esta potencia al servicio del ocio de esta familia!¡Somos la leche!. Y luego mira, reprodución de video en el nuevo formato hiper-HD, el formato del futuro, salida de imagen SMCHDMI, 38.000 dpi de resolución de pantalla: ahora todavía no se han desarrollado teles con esa resolución, pero ya verás dentro de unos años. Lo que digo, un aparato del futuro traido a esta casa". 

             - "¿Y que juegos trae?", preguntó Pelayo, entusiasmado ante la idea de un nuevo cacharro para entretenerse sin salir de casa. 

              - "De momento ninguno, pero mira el catálogo de novedades: todo, absolutamente todo: el FIFA2014, el pro23, GTA8, Need for speed carbono 47, uncharted 57...

              - "¿Y, o sea,  para mí, o sea, que hay?", preguntó Loreto. 

              - "Tienes el superchat con cámara web y photoshop incorporado que te hace quininientas veces más  guapa que en la realidad, lo que ya es difícil

              - "Jo, papá como eres, o sea, qué guai, ¿no?

          Y así la multigamecenter3000 se colocó en el lugar privilegiado que es el altar de los hogares burgueses: el centro del salón junto a la televisión. Y a esperar... 

           - "¡Papá!, ¿Ha salido ya el FIFA2014 para la consola? Es que mis amigos que tienen la "play", ya lo tienen". 

            -"No te preocupes, hijo mío. Es que tienen que hacer las conversiones para este monstruo (que, de momento, a duras penas servía para ver screeners de estrenos bajados por el emule). Pero ya verás cuando lo hagan, ¡cómo vas a molar con tus amigos!". 

              - "Cariño, ¿ha salido ya la edición de coleccionista de todas las temporadas de "perdidos"(*) en hiper-HD? Es que he quedado con las amigas para ver los capítulos inéditos y como en blueray ya está en el mediamarket, pensaba que...

               - "Están en ello, pero ya sabes como son en Hollywood: hasta que no está todo perfecto no sueltan prenda..." 

            El tiempo pasaba y nada... Un día en el Telediario dieron la noticia de que las multinacionales que habían desarrollado  la "multigamecenter" habían abandonado el proyecto y que los "estándares" hiper-HD, SMCHDMI se abandonaban a su suerte... Así ¡con un par!: alegaban que las empresas de desarrollo no se habían decantado por estos formatos: en su lugar se había impuesto el sistema "cutrelux" mucho menos potente, pero propiedad de las grandes empresas del sector. 

           - "¿Por qué me pasa a mí esto? 7.500 euros a tomar por saco. No hay derecho" se quejaba Ciudadano K. ante su economista de la guarda. 

            - "Mira, imbécil tecnológico mio. Lo que te ha pasado es una cosa muy conocida en economía: se llama fallo por mercados incompletos, en este caso en concreto, fallo por mercado complementario. Mira lo que digo en mi manual: "Supongamos que a la gente sólo le gusta el café con azúcar, un empresario que estuviera considerando la posibilidad de producir café desistiría, ya que se daría cuenta de que no vendería nada; lo mismo ocurriría si un empresario estuviera considerando la posibilidad de producir azúcar, ya que también se daría cuenta de que no vendería nada, al no venderse café. Sin embargo si los dos empresarios pudieran unirse, habría un buen mercado para el café con azúcar. Actuando por separado ninguno de los dos podría servir al interés público, pero sí actuando conjuntamente. Este ejemplo es deliberadamente sencillo; en este caso, las propias personas (el productor potencial de azúcar y el productor potencial de café) podrían conseguir fácilmente la coordinación precisa sin necesidad de que interviniera el Estado. Sin embargo, existen muchos casos en los que es necesaria una coordinación a gran escala, especialmente en los países menos desarrollados, para lo cual quizá sea precisa cierta planificación estatal"(**). Pues eso es lo que ha pasado: que tu consola era el café y los juegos el azúcar:  en vez de dejar de producir o de ponerse de acuerdo los unos con los otros, han encontrado pardillos tecnoadictos como tú, que les han hecho el negocio". 

           Al día siguiente K. bajó al trastero la consola y la puso en la misma estantería donde tenía el video Beta, el reproductor HD, el software OS/2 y el cassete de cartuchos de ocho pistas. Y así hasta hoy... 

(*) Gracias a la alumna que me contó el chiste de que era fan incondicional de "perdidos", porque se había perdido todos los capítulos desde el primero al último de la serie. A mí me pasa igual. 

(**) Luego dicen los alumnos que mi libro es abstruso y que no se entiende.

miércoles, 26 de mayo de 2010

The Queen

         El post sobre el uso de la violencia es cuento largo... Hay que ir preparando las cosas y las mentes. Y que mejor que empezar por un entrenamiento "suave": Fijémonos en la ceremonia de ayer en el Palacio de Westminster, Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Más allá de carrozas y colorines y, salvando el hecho de que la ceremonia de "Apertura de Cortes por la Reina" es un medio invento turístico de Eduardo VII, tres hechos (simplificadamente contados, el que quiera un doctorado protocolario e histórico que se vaya a Oxford o aquí: State Opening of Parliament) merecen la atención: 

           Primero.- El discurso se realiza en la Cámara de los lores, porque ningún Rey/Reina "pisa por" la Casa de los Comunes desde que en 1.642, Carlos I y sus hombres violaron el recinto para detener a cinco diputados "sediciosos": que se diera hoy un garbeo el monarca por ahí sería considerado una provocación. 

          Segundo.- La Reina da la orden a los comunes para que acudan a su presencia: envía a un emisario (“el Black Rod”, el "Tío la Vara" más o menos), al que los Comunes le dan literalmente “con la puerta en las narices”; aunque más tarde le abren, cuando “tira de vara”. Los comunes hacen lo que “les sale de los huevos”: van, no van, la mandan a tomar vientos (de hecho es tradición que los comunes republicanos, que los hay, hagan rechazo ostensible de la “invitación"). En definitiva: el Rey ordena y el pueblo resiste. 

           Tercero.- Mientras su Graciosa Majestad está "en territorio hostil", para garantizar que su Real Cabeza no va a sufrir una dramática separación de su cuerpo, aparte de rodearse de un pelotón de sus "beefeaters" (los únicos perros humanos que en tiempos pasados les echaban de comer carne), exige que un diputado sea encerrado en Buckingham Palace como rehén (“hostage MP”, para mejor asegurar su integridad personal(*). 

           ¿Qué lecciones sacamos de esto?¿Qué los ingleses son los reyes mundiales de la payasada teatral? Nada de eso: lo que sucede es que en los países que han conquistado la democracia constitucional, sigue presente la idea de conquista frente al enemigo (en este caso la monarquía absoluta). En los países que nos hemos adherido a esos principios "por moda", o para que nos dejaran entrar en el Mercado Común y gracias al pasteleo de la transición esto se ha convertido en una "casa de coleguitas" en las que el Rey resulta ser el más campechano de todas las fiestas.

            Otro tanto sucede con las conquistas sociales, de las que tanto se habla en este blog: se conquistan, no nos las regalan. El capitalista, el rico, el poderoso, gratis “no da ni la hora”: hay que "luchar" por las mejoras, y hay que seguir luchando porque no se pierdan... y hay que ir “a por más”. Y esas luchas son dolorosas. En el mismo Reino Unido, donde ayer gracias a Al Jazzira pudimos ver la ceremonia, en el siglo XIX miles de obreros se partían la cara y se dejaban la vida en revoluciones "pacíficas" como la "chartista" (nada que ver con la bolsa, queridos seguidores neoliberales). 

            Eso en el país más tradicionalista y conservador del mundo. ¿Y en el nuestro?: Viendo a Nadal en otra cadena.

(*) Sugiero a los Comunes republicanos que dejen de rehén a una "pajín" cualquiera y luego corten la cabeza a la Reina: así matan dos pájaros de un tiro.

martes, 25 de mayo de 2010

Glasgow smile

          La nómina de famosos que se incorporan a las campañas de publicidad de las grandes compañías ha registrado una brillante incorporación este último mes. Si ya estábamos hartos de ver a  Alonso vender las excelencias de un banco o a Casillas las de una entidad de seguros que, hace mucho, dejó de ser una mutua; se incorpora ahora Su Majestad a vender las maravillas de nuestro Sistema Público de Salud: "Aquí te atienden mejor que en ningún sitio, saben más que nadie, y te curarán hasta de lo que no tienes. ¡Compra Sanidad Española!"(*) 

           Lo cierto es que el Sistema Nacional de Salud español sufre desde hace tiempo de trastorno bipolar: mientras es puntero en las últimas técnicas médico-sanitarias, se tambalea, como ningún otro en el mundo occidental, en la atención básica o primaria, hace mucho tiempo dejada de la mano de dios. Es posible que sea en España (en los Hospitales españoles, algo que "nos llena de orgullo y satisfacción") dónde se realice el último tratamiento genético para eliminar de la descendencia de una persona una enfermedad hereditaria, dónde se realice un trasplante no intentado nunca hasta ahora en la "pista de la cirugía", o que se consiga "el más difícil todavía" en cualquier especialidad médica. Sin embargo, en ese mismo Sistema Nacional de Salud, las Urgencias se colapsan con una simple gripe, los pasillos de los Hospitales se llenan de camas, faltan vacunas en la atención primaria y los ambulatorios se convierten en fábricas de recetas. Lo que sucede, Majestad, es que sólo acude al hospital (al mejor hospital) para cosas graves: para cosas leves ya tiene su equipo médico de Zarzuela. 

              No le voy a pedir, Majestad, que lea los numerosos informes al respecto, ni lo que ha escrito Vicenç Navarro sobre este problema, en su doble condición de médico y economista. No se lo voy a pedir porque soy consciente de que, a su edad, la vista cansada no perdona. Pero le sugiero que realice un experimento: salga a la calle, hable con sus paisanos, los de los barrios, sobretodo con la gente que es de su edad. Pero no preste atención a lo que hablan, sólo fíjese en su boca, en el estado de su dentadura(**): ese es verdaderamente el más fiable indicador del desarrollo de la Sanidad de un país. ¿Lo ve, Majestad?: lo que yo le decía.


(*) En diecisiete sabores distintos. Ya disponible en tu Comunidad Autónoma. 


(**) En la campaña electoral del PSD alemán, con Schröder, se presentó un póster con la imagen de un niño de doce años, sonriendo, sin varias piezas dentales. El lema era "No permitamos que se pueda reconocer la clase social de los niños alemanes mirándoles su sonrisa". De nuevo el ejemplo no es mío (pocas cosas en este blog lo son): Navarro lo cuenta en su libro "El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias" que repite textualmente un artículo que publicó en 2.001 en El Periódico de Catalunya ¿Existe la clase trabajadora?. Por cierto, como asesor de Borrell en las legislativas de 2.000,  Navarro propuso una campaña parecida: pero esa campaña fue desarticulada por ese acorazado de la derecha ¿civilizada? de  EL PAÍS. ¿Un entrenamiento para el posterior bombardeo contra Borrell?¿Y lo de Borrell?¿El entrenamiento para un golpe de mano en el partido cuatro años después? Permanezcan a la escucha.

domingo, 23 de mayo de 2010

Citizen K. y los fallos de información. Episodio 6.

          K. coge un yogur de la encimera de lácteos del Carrefour. Lo mira y lo remira: trata de leer la letra pequeña: leche, suero, fermentos lácteos, E nosecuantos, nosequeviene luego... imposible de leer; la  incipiente presbicia le juega una mala pasada. Lo posa(*), coge otro y repite el proceso: lo mismo; cada vez hacen las letras más pequeñas.

         A K.  Le preocupa el “asunto del papeo”, como diría aquel grupo musical cuyo nombre no escribo para que no me lo tengan que censurar.  Quiere comer sano, tiene miedo a todas esas cosas que echan en la comida, no porque envenenen a los demás o degraden al medio ambiente. No, lo que le preocupa es que le envenenen a él y a los suyos: K. Además de liberal, conservador, pijo, imbécil, urbanita... y todo lo que hemos visto hasta ahora, es, además, “ecoegoísta”.

          Al final K. Opta por su plan B: "me llevo los de Pascual, o los de la Lechera, o los de alguna marca “de confianza”: esos tienen que ser buenos a la fuerza, y asunto concluido". Si acaso “carga” con uno o dos de esos que parecen “supermegaecológicos” porque vienen en “tarrina” (como él lo pronuncia) de barro y llevan una etiqueta “como muy artesanal”: los fabrica la cooperativa “Nuestra Señora de Garoña” de Burgos: esos sí que tienen que ser naturales.

              K. llena el carro, paga en caja tras una larga cola, mete la compra en el coche, y deja el euro del carro al gorrilla de los carros: Carrefour debería hacerles un contrato laboral, ya que trabajan dentro de sus instalaciones. ¡En fin! Dos horas y media después de salir de casa para hacer la compra, se dispone a arrancar su BMW, de vuelta a su hogar: gira la llave y ¡nada! Otra vez, con el mismo resultado. Tras un ratito se da cuenta de que el coche está averiado. Su admiración por los alemanes desciende varios grados en su escala de lacayo de los poderosos. Llama a la grúa, se llevan el coche. ¡Un día horroroso!

           Al cabo de unos días se acerca al taller: la avería del coche no tiene arreglo, entre otras cosas porque el motor estaba hecho polvo. Y eso que hacía sólo dos meses que se lo había comprado a un amigo suyo de esos que traen coches de Alemania, que son una maravilla. ¡Ver para creer!

           Ciudadano K. Sigue pensando que, en la economía de mercado de competencia perfecta en el que él se cree que vive, los demandantes pueden, si quieren, tener toda la información disponible de los productos,  de forma que pueda elegir. Pero los acontecimientos de estos días le hacen dudar.

          - “Efectivamente”, le dice su economista de la guarda, el que se le aparece por las noches, “la idea de que en el mercado todos los agentes, y especialmente los más débiles, cuentan con toda la información posible, es algo irrisorio. Quizá cuando se intercambiaban ovejas y lechugas pudiera ser, pero hoy en día...

            - “Pero hay medios, prensa, organizaciones de consumidores, internet... Yo, por ejemplo siempre leo "Ciudadano", y estoy pendiente de todas estas cosas, y al final...

          -“Al final, idiota mío, no sirve de nada. Los oferentes cuentan con dos armas para que tú, consumidor no te enteres “de la misa la media”: en primer lugar la complejidad de los procesos productivos, muchos de los cuáles además son secreto industrial. Que el Estado controlara eso es imposible pues habría que poner un equipo de funcionarios: ingenieros, farmacéuticos, biólogos, veterinarios... en cada una de las empresas. En segundo lugar tienen la publicidad...

            -”¡Quieto, por ahí no paso! La publicidad es para los tontos, los que no se informan, los que se dejan engañar!¡No para mí, desde luego!

             - “¿Tú crees? Haz examen de conciencia de lo que ha pasado estos días: en primer lugar has ido a comprar a Carrefour porque era más barato, ¿y es más barato? Añade al precio de los productos en oferta (y a los demás que te has llevado cuándo los has visto y te has dado cuenta de que te hacían falta), el coste de transporte hasta tu casa y las horas perdidas en las que has estado haciendo de transportista... ¡ah! ¡Y también el euro que le has dado al gorrilla!¿Es de verdad el sitio más barato o es lo que te quiere hacer creer su publicidad con sus ofertas?

        - “Puede ser...

        - “¡Fíjate en los yogures! Al final elegiste los de una marca “buena” ¿cómo sabes que lo son? ¿Trabajas o has trabajado en sus fábricas?¿Eres biólogo?".

         - "No, no. Yo soy “teleco”(**). En fin, no sé: se anuncian mucho por la tele. Y luego... son marcas muy caras “ergo” tienen que ser buenos sus productos, porque lo caro es lo mejor".

         - “Buen slogan publicitario “lo más caro es lo mejor”, creo que ya lo ha usado una marca de turrones. ¿y del coche qué me dices? Te lo trajo de Alemania un amigo de toda confianza, ¿eh? ¡Ay, la amistad (como la juventud) divino tesoro! Le veías siempre de “mono” (ellos dicen “buzo”), con un pañuelo lleno de grasa, hurgando los bajos de los coches: ¡Qué mecánico más bueno! ¡Cuánto tiene que saber de lo suyo! Otro tipo de publicidad, más artesanal, pero igualmente eficaz."

           Un ruido interrumpió la conversación:

           - “¡Papá!, ¡papá!¡Ven a ver esto!¡ hay una luz verde de la nevera!¡Y sale de uno de los yogures que trajiste, el que venía en un cacharro de barro!"


(*) Lo "deja", para los que no son de León.
(**) No, no es en homenaje a mi amigo Runner: que sea “teleco” es necesario para el capítulo sobre la selección adversa.

jueves, 20 de mayo de 2010

Citizen K. y los recursos compartidos. Episodio 5.

         "Este finde...¡a cangrejos!", exclamó ciudadano K. delante de su familia. ”En el curro me han dicho de un sitio donde se cogen unos ejemplares buenísimos. ¡Mirad! ya he comprado el retel, 25 euracos, que los vamos a amortizar en dos patadas".

          Y como había dicho, ahí tenemos a la familia K., en su buga de liberal (un BMW) camino del río, el sábado, para empezar la "operación cangrejo". Paran en un bar cercano al río a "echar un pis".

          -"¡Qué verguenza!" le dice a su mujer, "A estas horas ya está el bar lleno de tíos de aquí, sin pegar un palo al agua. Tanto PER, tanto ZP para mantener a esta panda de vagos, porque seguro que pensión, subvención o ayudita, sí que reciben. ¡Así va España!".
 

            Se le acerca un parroquiano: 
 
           - "¿Ande va usté?".
           - "A pescar cangrejos". 
 
           - "¡Anda la osa!", sigue el paisano dando palique: "Yo me dedicaba a coger cangrejos, ¿sabe usté?, pero lo dejé". 
 
             - "Ya, mucho trabajo ¿no?. Es mejor estar en el bar todo el día echando la partida ¿verdad?" dijo irónicamente ciudadano K. mirando al pobre paisanico con el que estaba hablando. 
 
              - "No, ¡qué va! Lo que pasó fue lo siguiente. Yo echaba el retel y cogía, pongamos por caso, 100 euros de cangrejos al día. Enseguida ví que con otro retel más, la cantidad aumentaba a 190 euros. Entonces compré otro retel y cogí cangrejos por unos 240 euros. Cada vez que ponía un retel más, cogía más cangrejos pero cada vez menos cantidad, ¿me comprende?". 
 
              - "Sí, es la ley de rendimientos decrecientes", dijo sabihondo K., "en su ejemplo el incremento en la extracción de cangrejos va así: 100, 90, 50...". 
 
               - "Efectivamente, señor. Y si metía otro retel más sólo sacaba 20 euros más a mayores. Como cada retel vale 25 euros, usted comprenderá que no me interesaba meter un aparejo más en mi negocio. Por eso me quedé con mis tres reteles con los que me sacaba un dinerito. A más, a más, nunca se acababa el cangrejo, porque siempre quedaba suficiente pa' reproducirse".

               - "Pero entonces, pareció el tío Enemesio y dijo que él también se apuntaba al negocio. Le dije: ¡pero esgraciao! no ves que si pones un retel ya no te sale rentable. Me contestó: eso será pa' ti, Eladio, porque pa' mi, con un retel y 260 euros de pesca conjunta (240+20), que se repartirán entre todas las artes, yo me llevo la cuarta parte, que son 65 euros de cangrejo, y como el retel me costó 25, pos entavía gano 40 euros. ¡Es el libre mercao! me dijo el muy jodío . Y, endespués del Enemesio, llegó otro, y luego otro y cada uno echaba las cuentas de esa manera y al final les compensaba dedicarse al negocio. Y al final, entre todos, me arruinaron". 


         - "Normal. Es el juego de la libre competencia, Señor mío. Haber estado más listo. Las oportunidades están para quién sabe aprovecharlas y modernizar el negocio". 

 
          - "No, si ya le dije al Enemesio y a otro que hiciéramos una cofradía, un gremio, o algo asín, para repartirnos la ganancia. Pero ellos erre que erre que nones y que nada". 
 
            - "Lo que faltaba", dijo K. "un gremio, una cofradía...Si es que en este país todo se arregla con intervención pública y barreras a la competencia. ¡Qué cojones! Si la solución es la contraria, más liberalización, Señor, que no se entera. Con tanto corporativismo es por lo que en España estamos tan atrasados". 

             El paisano le miró a los ojos: 

 
        - "¿Ande dice que va?".

        - "A cangrejos" respondió K. 
 
        - "Pos que le vaya bonito, Señor. Porque los cangrejos en esta zona se extinguieron hace años".

miércoles, 19 de mayo de 2010

Scrabble

          Hoy, para rebajar el nivel del blog, uno facilito...

          ¿Cómo se llama a un gobierno, partido, ideología o individuo partidario de recortar las prestaciones sanitarias a los inmigrantes porque "compiten" en los hospitales con los nacionales de un país? A ver si tengo las letras: F _ _ _ _ _ _ A

            ¿Cómo se llama a un gobierno partidario de recortar las prestaciones a los trabajadores públicos porque "compiten" con las prestaciones de los parados de un país? A ver si también tengo las letras: S _ _ _ _ _ _ _ _ A.
            ¿Cómo se llama a un partido que justifica cualquiera de las dos preguntas anteriores. ¡Ah!, para eso sí que tengo las letras: P.S.F.E. Ya sólo queda refundarlo.
            Y me sobran una P, una U y una H. ¿Cuál sería el lema histórico por el que deberían estar unidos trabajadores públicos y privados, parados, pensionistas, estudiantes, amas de casa...? U.H.P: Unión de Hermanos Proletarios. 
            Pero esas letras, en esta esquina, al suroeste del tablero puntúan más: ¿Cómo deberíamos llamar a los ciudadanos de un país cuyos trabajadores (*) aprueban recortes de sueldo a otros trabajadores? Pues también me valen las mismas letras: U.H.P: Unión de Hijos de P.




(*) Curiosamente, los autónomos, por lo menos con los que yo hablo, están temblando con el recorte de sueldos a los funcionarios.

martes, 18 de mayo de 2010

Usar no es agotar

         La definición a mi juicio más acertada sobre los que es la economía la escuché en segundo de carrera: “la ciencia que busca la satisfacción de las necesidades humanas mediante decisiones sobre el uso de recursos escasos, susceptibles de usos alternativos”. Esta definición se la debemos a los marginalistas, en concreto a Robbins y en ella se destacan dos aspectos esenciales: el carácter práctico y transformador de esta ciencia (decidir en pro de la satisfacción humana), y la dualidad del objeto de esa decisión: unos recursos que son escasos y que, además se pueden destinar a satisfacer diferentes necesidades. 

           Que la economía trata sobre lo "escaso" es algo que tenemos asimilado en el lenguaje ("ecónomo", "hacer economías", "economizar") incluso en el lenguaje más vulgar, cuando se habla de que una cosa "es económica", entendiendo por tal que es (la más) barata. Y de ahí el refranero la enlaza con el "ahorro" y acaba asociando economía y ahorro, en un maridaje que nada tiene que ver con lo científico, pero que ha calado hondo en la moral y mente de las personas, como una virtud. Y ya se sabe que las virtudes engendran más sufrimiento colectivo que los vicios (y si no lo sabíamos a leer filosofía francesa contemporánea empezando por Alan Badiou). 

             Que (ciertos) recursos son escasos es algo que se ha visto desde siempre: las limitadas capacidades de producción, extracción o explotación hacían que, al final, lo disponible fuera una cantidad determinada extraída (un "stock"), sobre la que había que decidir. Sin embargo el problema de la "agotabilidad" de los recursos, o si se quiere el que los recursos (como el planeta) son limitados, es, como problema, repito, algo más reciente en la ciencia económica y, por ello mismo, menos estudiado(*). A nivel teórico desde siempre se ha conocido que los recursos son finitos, pero esto no constituía un problema económico porque se estaba muy lejos de agotarlos. Sin embargo, eso ahora ha cambiado: luego la cuestión ya no es sólo de escasez sino de agotamiento y la definición actualizada de economía debería ser: “la ciencia que busca la satisfacción de las necesidades humanas mediante decisiones sobre el uso de recursos escasos y agotables, susceptibles de usos alternativos”. 

           La primera cuestión que me suscita esta nueva definición es la doble limitación de un recurso agotable: todos los recursos son agotables ("planeta finito") pero cada recurso aisladamente considerado debe analizarse con una nueva definición: la "sustituibilidad". Si un recurso en concreto es agotable pero sustituible por otro u otros, el problema a corto o medio plazo se soluciona mediante la sustitución del recurso agotado por el o los otros. En ese proceso de sustitución, hay que tener en cuenta dos factores: los "costes de transición", que en algunos casos pueden ser dramáticos, y la "limitación general de recursos" que supone que, al final (por eso recalco lo de a corto o medio plazo) operará limitando el número de sustituciones porque se agotarán también cada uno de los sustitutivos: más o menos tarde, también el sol se apagará. 

         Para un hombre que se cae desde la azotea de un rascacielos, la posibilidad de una "toma de decisiones" para salvarse es imposible. Lo primero que tenemos que ver y discutir es si estamos en esta situación, porque, si ello es así, no merece la pena emplear la ciencia económica (**) ni ninguna otra. Esa es la impresión (aunque tengo por cierto que no es la voluntad ni pensamiento del autor) que se tiene leyendo mi blog hermano. Estoy seguro que es una dramatización interesada del futuro como vía de concienciación, empleando los mismos recursos psicológicos que se utilizan en las campañas de tráfico o en las cajetillas de tabaco, recordando, de paso, que si no hacemos nada, ése será CON CERTEZA nuestro futuro (o nuestros pulmones, nuestra traquea, o nuestra dentadura). 

           No creo que no haya espacio para la toma de decisiones (ni mi hermano tampoco lo cree). Sí que lo hay, pero no será en el entorno de un sistema económico capitalista, ni de una economía de mercado, porque, sencillamente no son sistemas viables para un mundo de recursos limitados, puesto que su "motor" está basado en el mecanismo del crecimiento ilimitado. 

           Ya tenemos la primera pieza del puzzle: un nuevo sistema debe estar basado en el crecimiento limitado, o mejor aún en el decrecimiento: deberemos contentarnos con "vivir con menos". Este "vivir con menos" conlleva decisiones problemáticas: no sólo es "vivir con menos", es que además "tiene que vivir menos gente" (algo que se acepta en mi familia y en el blog de Quim y que yo me resisto a creer) y/o "hay que vivir menos tiempo" (quizá mi alternativa minoritaria a las opiniones anteriores). Aunque, eso sí, en este último caso, habría que vivir más intensamente en cuánto a sensaciones y sentimientos (recursos inagotables por cierto), para lo que habría que abolir los esquemas morales, sociales y religiosos que hoy imperan en Occidente y en Oriente, y en el Norte, y en el Sur, pues pocas sociedades están basadas en el erotismo (de "eros", amor, aclaro) y la sensualidad (a seguir leyendo a Badiou). 

          Por el medio habría que abordar decisiones económicas "tácticas" o intermedias. Se me ocurren dos de cierta relevancia: no todos los recursos tienen la misma capacidad de agotamiento: como antes indiqué, el último pozo de petroleo (o de carbón, o de uranio) se secará antes de que se apague el sol; y, en segundo lugar, existen recursos que, al menos parcialmente, pueden ser reciclados. La toma de decisiones para la creación de una economía "sustentable"(***) debería tener en cuenta estos dos aspectos y orientar la toma de decisiones al favorecimiento de la diversidad de fuentes de energía renovables, sin olvidar otras derivadas, como los cambios alimenticios hacia dietas basadas en cereales y en general vegetales, en lugar de carne. Y también se debería orientar hacia la utilización de recursos "reciclables", pero sin olvidar que estos dos aspectos no son la panacea de nada: lo verdaderamente estratégico es una economía (y una sociedad) limitada, para unos recursos limitados. ¡Veremos si somos capaces de ello! 

           Ignoro si este es el tipo de post que se espera de un blog "cañero" como el que tripulo y si, lo que es más importante, con este post satisfago las ansias de mi hermano y de sus compañeros, por conocer mi opinión sobre estos temas y si me tomo en serio o no la cuestión del "peak oil". Habría que dedicar otro a la "teoría general de un blog", sobre lo que debería ser un blog, en mi opinión, un vehículo divertido de opinión, agitación y propaganda y no una separata de "Science" o "Sistema" (lo que por cierto, a los que no somos profesionales de esto, rebajar el nivel intelectual del blog  nos agobia menos). Pero esto quedará para otra ocasión.





(*) Por eso sorprende que economistas de la talla de Krugman, en su largo, largo artículo publicado en El País construir una economia verde sobre la contaminación no se plantee, siquiera de refilón el problema del agotamiento de los recursos contaminantes.
(**)LLevo empleando el tema "ciencia económica" todo el rato pese a que, como sabe quién me conoce, niego la consideración de ciencia a la economía, lo correcto sería hablar de "arte económico" pero el término podría ser confuso, con lo que estoy.
(***) prefiero usar este término, empleado entre los "ambientalistas" (otro término interesante) sudamericanos, en lugar del de "economía sostenible" tan prostituido por las "transnacionales" (gracias de nuevo por el término a los hispanoamericanos) y sus lacayos (ZP).

lunes, 17 de mayo de 2010

Citizen K. y los monopolios naturales. Episodio 4.

          Sigamos con la saga/fuga de Ciudadano K. (quizá debería cambiarle el nombre por Z.), y dejemos el cabreo contra el "zapatazo" para siguientes posts.

          Fue al salir de aquella celebración del trabajo, en la que Ciudadano K. había bebido demasiado y después cogió el coche (¿quién tiene que conducir por mí?) cuando, de repente, en aquella curva, todo dio vueltas y más vueltas. Lo siguiente que vio K. fue la orilla del mar y otras personas a su alrededor:

        - "¿Dónde estoy?", preguntó. 
       Afortunadamente, a su lado, estaba su economista de la guarda, para ayudarle. 
         - "En la orilla de la Laguna Estigia, y eso que tienes en frente es lo que te separa del mundo de los vivos. Lo siento, tu religión judaico-cristiana estaba equivocada. Sobre la idea del más allá quiénes tenían razón eran los clásicos". 
        - "¿Cómo puedo volver al mundo de los vivos?", preguntó K. con desesperación. 
         - "Es fácil. Ahí tienes a Caronte, que ofrece viajes de vuelta a buen precio". 

          K. miró la cartera: afortunadamente todavía tenía en ella 100 euros, que pensaba gastar en aquél pub de carretera, famoso por sus macizas brasileñas. "Estoy salvado" pensó. ¡Pobre iluso! 

          La barca de Caronte tenía diez plazas, justo el tamaño ideal para poder transportar a las almas en pena que vagaban junto a K. En total eran diez: ¡fenomenal, todo el mundo podría resucitar! Pero estaba el pequeño problema del precio, porque, después de todo, Caronte era un empresario, en régimen de monopolio, que no iba a renunciar a un pingüe beneficio por motivos de compasión. 

          - "Vayan formando en fila según el dinero que cada uno haya traído consigo y luego yo les diré el precio del billete, que será igual para todos". 

         La fila comenzaba con un señor que traía 500 euros, seguía con otro con 400, otro con 300, otro con 200. Luego, en quinto lugar estaba K. con sus 100 euros. Por detrás de él quedaba uno con 50 euros, otro con 30 euros, otro con 20, otro con 10 y, finalmente un niño que no llevaba nada. K. respiró tranquilo: su economista de la guarda le había dicho que los gastos de Caronte para ese viaje ascendían a 400 euros de costes fijos y a 10 euros más por pasajero de coste variable, compuesto prácticamente por el "catering", toda vez que al Infierno había llegado el "peak oil" y la barca se movía a golpe de remo. 

            K. sonrío. ¡Salvado gracias al mercado!: echó cuentas y vió que si Caronte ponía el precio del billete a 100 euros (justo la cantidad que él tenía), recaudaría 500 euros (100 euros por cada uno de sus cinco pasajeros) y sus costes serían 450 euros (los 400 euros fijos más los 10 euros por cada uno de los cinco pasajeros): Caronte ganaría 50 euros. Seguro que ése sería el precio del billete. 

            Caronte, mientras tanto echaba cuentas con papel y lápiz: Si ponía el billete a 500 euros, transportaría a un solo pasajero, sus ingresos serían 500 y sus gastos 410: ganaba 90 euros, ¡buen negocio!. Si ponía el billete a 400 euros, transportaría a dos pasajeros, sus ingresos serían 800 euros y sus gastos 420 euros: ganaba 380 euros, ¡mejor!. Si ponía el billete a 300 euros, transportaría a tres pasajeros, con lo que cobraría 900 euros, con unos gastos de 430 euros: beneficio 470 euros, ¡muchísimo mejor!. Si el precio del billete fueran 200, los pasajeros transportados serían cuatro, los ingresos 800 y los gastos 440 euros, con lo que ganaría 360. "¡quieto, parao!. Eso es menos beneficio que si llevara a tres pasajeros. ¡Decidido!, el precio del billete serán 300 euros!"

          K. se desesperaba sin entender el problema: si él tenía 100 euros, si con el billete a 100 euros todavía Caronte ganaba dinero, ¿cómo podía ser tan avaricioso? Su economista de la guarda le explicó que lo que tenía ante él era un monopolio, y que, cuando esto sucedía, el monopolista fijaba el precio y la cantidad que le daba la gana para maximizar su beneficio. 

          - "¡Pues que liberalicen el sector!, ¡Que reine de verdad el mercado!". 
           - "Eso no puede ser, ingenuo mío", dijo el economista: "una barca como la de Caronte cuesta mucho dinero. Piensa que en cada viaje la barca sufre un desgaste de 400 euros, y Caronte hace unos mil viajes de estos al día. En un año habrá hecho unos 365.000 viajes y la barca tiene una vida útil, a ese ritmo de unos cien años (aquí, en el Olimpo las cosas son eternas). En el mercado una barca de estas, ya habrás echado cuentas, vale un pastón. Ni siquiera el dios mercurio tiene esa pasta acumulada, ni se la fían. Además tampoco tendría sentido que hubiera un mogollón de barcas pululando ni por la Laguna Estigia ni por el Ponto Euxino porque todos se arruinarían. Es lo que se llama un monopolio natural". 

         - "¿Y que solución hay?" preguntó el ciudadano K. "Pues la de siempre: regular el mercado mediante la intervención del Estado. Obligar a Caronte a que, por lo menos se comporte como un mercado de competencia perfecta. Que, por ejemplo ponga un precio en el que no obtenga beneficio (más allá del suficiente para comer), lo que supondría que tú podrías pagar el billete. Incluso podemos obligarle a poner un precio más bajo a cambio de una subvención y así hasta el niño se salvaría. Y luego está la solución óptima...
         - "¿Y cuál es esa solución?". 
        - "Mira a tu alrededor", dijo el economista (que a estas alturas casi podríamos suponer que se llamaba Galbraith),"¿qué ves? Diez personas que quieren salvarse, unas cuantas estacas por ahí tiradas, frente a un sólo mamón que quiere hacer dinero a costa de vuestras desgracias. Pues venga, ¡A por él!. Esto es lo que se llama nacionalización. Y funciona, ¡vaya si funciona!

           Y en el momento en el que Caronte iba a recibir su merecido, sonó el despertador. Empezaba otro día de trabajo para el ciudadano K., pero algo empezaba a cambiar en su un tanto desamueblada, cabecita.

sábado, 15 de mayo de 2010

Barro

          En los dos post anteriores (polvoslodos ) relaté las diferentes decisiones que ZP fue tomando, de carácter económico tanto en la época de crecimiento como en la de recesión, y las causas que las motivaron. En este último post describiré el comportamiento político que ha mantenido a lo largo de sus dos periodos de mandato.

          De un líder político se espera convicción y valentía en la toma de decisiones, independientemente de que coincidan o no con nuestra propia opinión. Así, al menos, nos tenían acostumbrados los anteriores Presidentes del Gobierno, con independencia de que nos gustaran, más o menos, sus políticas y decisiones.
           Pero con Zapatero esta forma de actuar se rompe. Aunque inicialmente, con la retirada de las tropas de Irak, pudo dar la impresión de firmeza en sus decisiones, posteriores comportamientos, demostraron que lo de Irak había sido un espejismo (nunca mejor dicho, por aquello del calor y el desierto). Hay, al menos cuatro decisiones políticas relevantes (y muchas menores), que ponen al descubierto su carácter moral y su norma de proceder, a saber:
          - Primera: cobardía en la política territorial. Partiendo de posiciones “federalistas” consagradas en el Pacto de Santillana, e impulsadas desde la recientemente conquistada Generalitat Catalana ("Pacto del Tinell"), ZP señaló, en la reforma del Estatut, que “apoyaría lo que se aprobara en Catalunya”. La fuerte contestación de la caverna mediática de Madrid (Madrid, no Cataluña, ese es siempre el problema), supuso que, en lugar de defender valientemente su modelo de Estado, se acobardara, recortara en Cortes el Estatut, y, en última instancia, deseara que ese problema desapareciera “cerrando los ojos” como los niños. Pero, a día de hoy, el problema persiste, por más que lleve ya, casi seis años, jugando a la “gallinita ciega”:
             - Segunda: cobardía en la negociación con la banda terrorista ETA: cuando alguien se sienta a negociar es para dar algo a cambio de algo. De nuevo el miedo ante la caverna mediática, le llevó al bloqueo mental y de acción y a ser incapaz de conseguir nada a cambio de un cierto precio (político o no político). Llegado el momento de las decisiones valientes y trascendentales que se le pedían como hombre de Estado, se “acojonó” y aquello terminó en vía muerta.
            - Tercera: cobardía en conseguir una democracia completa(*). La Ley de Memoria Histórica debía haber supuesto la culminación de un proceso de recuperación del Estado Democrático. Pero de nuevo le faltó valor en el desarrollo de un conjunto normativo que supusiera la derogación de la Ley de Punto Final (llamada en España Ley de Amnistía), el desmontaje del Estado del 39 que hoy todavía padecemos, y la refundación de una Sociedad y un Estado Nuevo, no un “amejoramiento” del Estado Fascista. Pero tampoco pudo ser, porque le faltó valor. Aquello quedó en un “aguachirle” en el que hoy se ahoga, sin remisión, algún juez estrella.
               - Cuarta: cobardía en la defensa del gasto social: Una semana después de renovar su promesa de defensa “a muerte” de lo social, encabeza el piquete de derribo. Se arruga ante los poderes económicos y financieros nacionales y mundiales y, lejos de “empoderarse” (como indica Juan Torres en su brillante artículo Zapatero hinca la rodilla ), se arrodilla sumisamente ante esos poderes, y, él el primero, se dedica a hacer un trabajo tan sucio, que es difícil que la oposición se hubiera atrevido a ello.

             Entre los aspectos menores, podríamos destacar desde la Educación para la Ciudadanía, que acaba en un pacto con los Marianistas y otras hierbas para que al final cada cuál imparta lo que le dé la gana, hasta la Ley del tabaco, que acaba en un sonoro fracaso, hasta la eliminación de la Religión en el Estado, que culminó tomando un “caldito” con el Nuncio. Todo esto (y más) pasó desapercibido porque en esos momentos “había alfalfa” y “en habiendo alfalfa, a los líderes les reímos las gracias” que hubiera dicho el mismo Cervantes redivivo.
             Así es ZP, el eterno “líder sin talla” que, en los momentos de dar la cara se arruga y que, viendo su culo amenazado, cambia de convicciones. Para completar el cuadro debería haber nacido un poquito más al Oeste de donde lo hizo, o haber pacido un poco más al sur: hubiera sido reconocido como el Bellido Dolfos actual.
            Condena al PSOE a al menos 50 años de oposición, si no a su desaparición como partido. Envía a la hoguera del capitalismo despiadado a los más débiles, defrauda a cualquiera que tenga ideales de izquierdas y avergüenza a los pocos socialistas “que en el mundo han sido”... pero él, como Felipito Tacatún,  sigue diciendo: “yo sigo”.



(*)Sigo recordando el excepcional aporte de Vicenç Navarro al definir a la democracia española, como una “democracia incompleta”.

viernes, 14 de mayo de 2010

Lodos

         La gestión de la crisis tampoco fue la ideal ni la que se esperaba de un político de izquierdas. Independientemente de que, de cara a  la galería negara la existencia de la misma hasta pasadas las elecciones  generales de 2.008, lo que importa en este blog es saber si, realmente, se hizo un análisis serio del problema y se tomaron las decisiones correctas. 

           La crisis sorprendió a todos los economistas y gobiernos de la escuela de pensamiento dominante, también llamado "pensamiento único", que creían que con sus políticas neoliberales los ciclos económicos habían dejado de existir. Lo que no pensaban es que la combinación de la progresiva desrregulación de la economía junto con la cada vez más injusta distribución de la riqueza estaba fraguando una recesión de proporciones descomunales. En eso a Zapatero no se le puede criticar nada, pues él y sus asesores,  estaban y están inmersos en el magma del pensamiento único. 

            Cuando la crisis se desató, en 2.007, el pensamiento único creyó que se trataba de un simple "calado" por falta momentánea de "gasolina". Había que cebar la bomba del consumo de los hogares (o abrir el "estárter" de los coches viejos) y con eso bastaría para salir adelante. La idea de la administración neoliberal y neoconservadora de Estados Unidos fue establecer un "rebate" o devolución de impuestos a las familias para poner de nuevo en marcha el motor. En España se plagió esa medida en forma de "los 400 euros": Zapatero copia a Bush porque, en esencia coinciden en el diagnóstico (crisis puntual) y la medicina (cebar la bomba);  a ZP además le conviene copiar la política de Bush porque tiene delante elecciones generales, y una medida como la de los 400 euros le va a permitir ganar (o al menos empatar) las elecciones. Esta "perfecta medida keynesiana", como he oido decir, tenía dos defectos sustanciales: en primer lugar la brecha entre el consumo y las rentas de las familias ya no se cerraba con 400 euros; en segundo lugar mucha de esa gente guardó, en lugar de gastar esos euros, bien porque no le hacían falta (eran más ricos y tenían menor propensión marginal al consumo), bien porque estaban aterrorizados ante lo que se venía encima (en forma de paro en algún miembro de la familia) y decidieron hacer "guardiola". 

          Pero la crisis no desaparece, antes bien, se agudiza. El pensamiento dominante empieza a echar la culpa (que la tiene como detonante) al sector financiero, que ya no puede disimular más su estado comatoso y empieza a manifestar su enfermedad: grandes quiebras y terror en el mundo financiero. Entonces el pensamiento dominante considera (acertadamente) que no se puede dejar caer al sector financiero y empieza a apoyarle con ayudas que, se diga lo que se diga, es probable que nunca vayan a ser reintegradas. Eso supone un endeudamiento masivo de los Estados, que pasa desapercibido tras la cortina de humo de que, una vez saneado el sector financiero, el dinero volverá a fluir, se concederán créditos y la economía repuntará. Este análisis, como ya he indicado en otros post, tiene dos errores graves: confunde "detonante" o iniciador de la crisis con las causas profundas de la misma y, considera que la solución está en el crédito. El primer error condiciona el segundo: si erróneamente se cree que la crisis la causaron "tres o cuatro" directivos sin escrúpulos resulta claro que la solución está en fusilar a esos tres y cuatro y asunto concluido. Si se cree que la crisis es solamente o puramente financiera la solución vendrá por "el restablecimiento del crédito". Pero la crisis es muy tozuda, es sistémica, y como tal no va a dejarse enderezar por políticas moralistas o financieras. 

           ZP, buen gregario(*), de nuevo se suma al pelotón ideológico que supone el final de la Administración Bush y el inicio de la administración Obama: dinero para los bancos. Como muy gráficamente señaló Stiglitz en esa época: trasfusiones de sangre para un paciente que se desangra sin antes cortar la hemorragia. Dinero tirado

         La llegada de la Administración Obama trae más que unos aires, unos pequeños soplos de política neokeynesiana:  tímidos planes de obras, que, en España son copiados inmediatamente por este gran imitador (y escapista) que nos gobierna. Inmediatamente lanza el Plan E que es, de nuevo, una copia de los planes "de los países que mandan". El Plan E es el primer tiro "entre los tres palos" que hace ZP en dos años: la idea es buena, pero, como buen neoliberal sigue pensando que la crisis es transitoria, por lo que nada de grandes obras (que luego haya que mantener), ni nada que tenga un desarrollo o ejecución plurianual. Zapatero y sus asesores concibieron el Plan E como una segunda versión de "los 400 euros": algo que puntualmente se pone y en cuanto esto tire se retira. Esa evanescencia y provisionalidad del Plan E explica que, sin haber sido un absoluto fracaso, la sensación que quede sea un tanto agridulce. 

          A partir de aquí vamos hacia la deriva hasta que se desencadena la tormenta especulativa con la deuda pública (cuyas causas sigo analizando para dar una explicación en este blog, como me exige mi hermano). La Unión Europea empieza a mirar con lupa los déficits públicos de los países de la zona euro, probablemente haciendo de policía de los poderes económicos privados que temen o bien la insolvencia de sus créditos o bien la erosión de los mismos si se desata una gran inflación. Pese a lo que en los medios de opinión convencionales, el Gobierno sí tiene una estrategia y, en mi opinión no muy descabellada: "hacerse el sueco". En Bruselas se trasmite la sensación de "estar en ello", reformando, recortando, transmutando... pero todo esto (el caso más evidente es el del IVA) hoy no... ¡mañaaaaaaaaana!.  En realidad seguimos como estamos esperando a ver si por fin escampa. Y digo que no es mala política porque es preferible seguir endeudándose hasta salir de la crisis que recortar el gasto y condenar a muerte el desarrollo económico de nuestro país en varias décadas. 

           Y así estábamos hasta que el "tsunami especulativo" anegó la Unión: El FMI y sus cipayos el BCE decidieron poner coto a esto: bastó una llamada, una reunión con unos y otros, y nueva política económica del Presidente, siempre tan pegada al pensamiento neoliberal: recorte salvaje de gastos, especialmente recorte del gasto social. Continuará...

            (*) Excelente ayuda de cámara: si hay que adoptar una medida liberal siempre "esprinta" para adelantarse un poco a los demás. Si hay que hacer alguna política social, siempre "se deja caer" hasta el fondo del pelotón. Así es nuestro ZP.

jueves, 13 de mayo de 2010

Polvos

          Pese a la extendida convicción de los medios de derechas (y alguno de izquierdas) de que los errores de ZP que nos han conducido a la situación actual proceden de no haber tomado las medidas oportunas "cuando empezó la crisis", lo cierto es que las "garrafales meteduras de pata" proceden de mucho antes: de la primera legislatura, "la buena" según la opinión de algunos militantes socialistas que conozco. 

         Al menos hay cuatro errores en ese periodo de crecimiento económico (2.004- 2.007) achacables al Gobierno socialista, que se pueden resumir en uno: continuismo. Vamos con ellos: 

        - Primer error: no aplicar una política keynesiana en materia fiscal: Estando sometida la economía a crisis periódicas (no he hablado de economía capitalista puesto que las crisis económicas están ya descritas en tiempos de Josué) el papel del Estado como agente estabilizador, implica actuar "a contrapelo" de las economías domésticas y las empresas: el Sector Público debe "ahorrar" en épocas de crecimiento y "gastar" en épocas de recesión, con lo que se consiguen dos efectos: por un lado se enfría una economía recalentada (o bien se arranca una economía atascada) y, por otro lado, se consigue un presupuesto equilibrado "en el ciclo" pues los superávits de las épocas de vacas gordas se compensan con los déficits de las vacas flacas. Esto se consigue mediante el "piloto automático" (estabilizadores automáticos) pero también mediante un "pilotaje profesional de la economía" (acciones discrecionales). 

           Eso suponía haber acumulado "importantes" (los simbólicos no me valen) superávits fiscales en ese periodo: pero no se hizo, sino que por el contrario, bajo el lema "bajar impuestos es de izquierdas", se "devolvió" parte de este superávit a los ya embriagados ciudadanos ( o mejor dicho a los contribuyentes, que no coinciden exactamente con todos los ciudadanos), para que gastarán más en vinos y casas. Si realmente Zapatero hubiera sido de izquierdas, hubiera mantenido e incluso aumentado los impuestos en esa época para prevenir los desastres futuros. Pero ZP con esa mezcla de irresponsabilidad, inconsciencia e ignorancia que da el haber sido funcionario docente de una universidad, pensaba que el crecimiento era eterno (*). 

          - Segundo error: ZP concibe las mejoras del Estado de Bienestar como una cuestión "de rentas", en el más puro estilo de la derecha económica mundial moderna (que aquí representa el PSOE, nacionalistas, y algún sector del PP): no se trata de que el Estado produzca o siquiera provea una prestación social sino que basta con que dé el dinero al "necesitado" y que éste luego con el dinero haga lo que quiera (aunque sea en "vicios"). Por lo tanto, no se construyeron guarderías (públicas mejor que concertadas) sino que se creó el cheque-bebé, no se mejoraron las condiciones laborales o las rentas salariales sino que se dieron 400 euros a los trabajadores, y no se apoyó con medios a las madres trabajadoras, sino que se continuó con el pago de un dinerito a las "mamás supercurrantas", implantado por el gobierno de Aznar(**). Como esas "infraestructuras sociales" nunca llegaron, ahora, en época de recesión sólo hay que meter la tijera en el presupuesto y asunto solucionado. Si esas infraestructuras (cuarto pilar del Estado Social) estuvieran creadas y dotadas del personal correspondiente ahora deberían ser mantenidas, el paro contenido pues trabajarían (especialmente en este sector están las mujeres) en su atención y por tanto la crisis la sufrirían menos los más necesitados. Pero para ello se necesitaba que en 2.004 hubiera ganado las elecciones la izquierda, y eso no fue así. 

        - Tercer error: Zapatero jamás se preocupó por el cambio de modelo productivo en la época de bonanza. Anteayer, un catedrático de esta Universidad (la misma por cierto de dónde salió el ínclito presidente) me decía que los cambios hay que hacerlos en los tiempos buenos, porque hay más oportunidades para que los afectados puedan encontrar otras oportunidades (contradiciendo la doctrina del Shock de Friedman y eso que ese catedrático es conservador). Pero ZP no lo hizo: pensó que el crecimiento español, basado en la burbuja inmobiliaria creada por Aznar en 1.998 con su Ley del Suelo y con la inestimable ayuda de la política de tipos bajos del BCE, era consistente y eterno. Ahí, de nuevo, se ve la capacidad intelectual del líder, pues en mi opinión, realmente "se creía" que nuestro crecimiento era sólido. Aunque de cara a la galería se le llenaba la boca con el cambio de modelo productivo, lo cierto es que, ni por asomo, pensaba tocar nada, no fuera a ser "que se cayera todo el tinglado". Conviene recordar que el malhadado Gordon Brown, en el Congreso Laborista de Manchester dijo que los tejados de las casas deben arreglarse cuando hace sol y no cuando llueve, pero que su gobierno no lo había hecho entonces y que ahora tendría que hacerlo, en el peor momento. Mientras Brown realizaba estas reflexiones, ZP todavía negaba la existencia de la crisis. Por supuesto, si no se preocupó del cambio de modelo, mucho menos lo iba a "regular". En eso, de nuevo se dejó llevar por el modelo derechista Clinton-Blair (¿-Sevilla?) de liberalizaciones y desrregulaciones. 

          - Cuarto error: Desprecio absoluto  por la lucha contra el fraude fiscal. Frente a declaraciones rimbombantes a las que nos tiene acostumbrados, lo cierto es que los ingresos del Estado que se escurren por las cloacas de los defraudadores jamás le han preocupado. Tres botones sirven de muestra: nombró (y mantuvo en su puesto hasta hace unos días) a un director de la Agencia Tributario con un empuje que no le llega ni a subirse los pantalones y cuya única preocupación, en 2.004, era que le nombraran lo que fuera pero con coche oficial (ignoro si ahora, en la CNMV, sigue gozando de ese privilegio). Segundo, mantuvo en sus puestos a altos cargos de la administración tributaria nombrados por el gobierno popular, de conocida significación política por ese  partido y, lo que es más grave, sin ninguna competencia acreditada ni con aquél ni con este Gobierno. Y, en tercer lugar, mantuvo absolutamente TODAS las vías de fraude (los llamados “coladeros fiscales”) que se habían ido produciendo en etapas anteriores (Sicav, ETVE, paraísos fiscales, operaciones vinculadas, deducciones al cine, módulos, Ley General Tributaria que "ata" a la Administración...) y, además, abrió otros nuevos (tratamiento de plusvalías especulativas, socimis, pérdida de progresividad de rentas pasivas...). Esto ha supuesto que, como dice un lector en su comentario, tengamos uno de los sistema tributarios más injustos de Europa.

          - Corolario: Zapatero, desde que llegó, en lo económico conviene resaltarlo, no hizo una política distinta de la que venía haciendo Aznar. De hecho, ni hoy sigue haciendo (en lo económico insisto) una política distinta a la que se haría si Rajoy, Esperanza o Camps, estuvieran en el Gobierno. Ese es el verdadero drama de este país (y probablemente de toda la socialdemocracia europea). 


           A los tres meses de la llegada de Zapatero a la Moncloa, le definí como "un Aznar de rostro humano"; durante años estuve predicando que sus políticas, en lo económico(***) no se apartaban un ápice de las que hubiera llevado a cabo un gobierno popular. Frases como las de Moraleda sobre que el Gobierno tenía una mano derecha para lo económico y una mano izquierda para lo social, confirmaban, paso a paso mi teoría. Pero aquello fue como predicar en el desierto, represalias incluidas. Hoy, sin embargo, mis profecías se cumplen. ¿Quieren una predicción más?: ZP saldrá a gorrazos de la Moncloa y probablemente el PSOE se resentirá (¿para siempre?) del daño que este personaje les ha inflingido. Y el partido de Pablo Iglesias, o por lo menos muchos militantes de ese partido, se merecen algo mejor que la herencia que ZP les deja en la mochila. 







          (*) A lo que ayudaban sus lecturas de cabecera, o mejor dicho, las lecturas de cabecera de sus asesores económicas (creo que Zapatero dejó de cultivar el hábito de la lectura hace años): Fukuyama y el fin de la historia, o Greenspan, el hombre que venció el ciclo. 


           (**) La Ley de Dependencia es una excepción a ese modelo neoliberal de cómo deben implantarse la prestaciones sociales. 


           (***) Y en política territorial: el centralismo zapateril se ha demostrado casi tan eficaz (aunque "de buen rollito") como el de Aznar.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Citizen K. y la función de asignación del Estado. Episodio 3

         He introducido este capítulo como "bonus track" habida cuenta de los tristes acontecimientos ocurridos hoy en España.

          La mujer de ciudadano K. es diseñadora. Trabaja en una empresa de cerámicas y porcelanas realizando composiciones de baldosas, baldosines y azulejos sobre diversos escenarios (cocina, baño, exteriores...) que luego se fotografían y se ponen  en un catálogo para proponer ideas de decoración a los clientes. Todo "muy fino" como se ve, porque, como hemos dicho, ciudadano K. o mejor dicho él y su familia, además de un idiota liberal contemporáneo está también afectado por el pijismo urbanita que invade las calles de Madrid (y me temo que las de Barcelona). 

             Esta mañana K. escuchó en la radio (o se conectó a internet en horas de trabajo: ¡uy, uy. uy, si te pilla el jefe!) que el Presidente del Gobierno había decidido rebajar el sueldo de los funcionarios un 5%. "Por fin" dijo, "este pancartero hace algo. Esto es lo que hacía falta, que recorten el sueldo a estos vagos y mangantes", reproduciendo como un papagayo, lo que llevaba leyendo, día sí día también, en el panfleto del Perro Jdiota, único periódico que, es obvio decirlo, entraba en casa de K. (y no todos los días, porque habiendo televisión e internet, es bobada tener que leer negro sobre blanco). 

             Efectivamente ZP recortó el sueldo a los funcionarios, incluso más a los que más ganaban. Los funcionarios tuvieron que apretarse el cinturón: dejaron de ir al bar en la hora del café y pasaron a tomarlo en casa. Dejaron de ir de vacaciones a cambio de "pegar la gorra" en casa de la tía del pueblo... pero también dejaron de cambiar baños y cocinas y ahí K, o mejor dicho su mujer, empezó a notar que, a lo mejor, la idea no había sido tan brillante, especialmente por lo que se refería al recorte a los funcionarios que más ganan, que solían ser clientes de Porcelanosa. A falta de pedidos en la empresa de cerámicas empezaron los despidos, y, al aprovechar los catálogos del año pasado, la primera que se fue a la calle fue la sufrida (aunque pija) esposa de K. Y no sólo ella: también tuvieron que cerrar unos cuantos bares, algunas librerías (porque muchos funcionarios tienen la maldita costumbre de leer), mercerías, agencias de viaje, zapaterías... El paro se disparó otro medio millón de personas, y la economía se contrajo otro punto porcentual de P.I.B. Eso sí, las ganancias de los mercados se multiplicaron por diez. 

             K. necesitó que su economista de la guarda, el que se le aparecía en sueños le explicara que toda el sistema económico está interrelacionado, que en épocas de recesión hay que gastar y que el que mejor gasta es el Estado, entre otras cosas mediante el pago de pensiones, prestaciones y salarios a funcionarios. Le explicó que, según todos los economistas (y gracias en primer lugar a L. Robbins) el Estado tiene tres funciones esenciales para que funcione la economía: una función de asignación, otra de estabilización y otra de redistribución. Le explicó que la primera función, la de asignación, consiste en que el Estado actúa como un agente económico más comprando y vendiendo bienes y servicios, y que dado el tamaño del Estado en los países democráticos occidentales de nuestro entorno (probablemente en Afganistán no sea así: estado de mínimo tamaño, quizá el paraíso de la libre empresa), si el Estado "echa la trapa" la gente del barrio ya puede ir pensando en irse a vivir a otro sitio. Cuando, por fin, K. lo entendió ya era demasiado tarde: su mujer estaba de patitas en la "rue". 

             Por cierto, ese día, fue tal la crisis de ansiedad que tuvo que  acompañar a su mujer hasta las urgencias de un espe-hospital cercano. Allí la atendió una enfermera, que también era  funcionaria,  que la inyectó un tranquilizante. Costó tiempo porque la enfermera llevaba dos días sin dormir doblando (y multiplicando) turnos porque, con el recorte de personal, sólo están ella y otra chica embarazada. Pero, pese a todo, la mujer de K. tuvo suerte: ahora está privatizada la gestión de ese hospital y gracias una gestión más eficiente (y más barata) cuando llegas, tienes que ponerte tu mismo la inyección de tranquilizante. Y como hay muchos accidentes con eso, creo que están probando con supositorios.

martes, 11 de mayo de 2010

Citizen K. y las economías externas. Episodio 2

          Ayer, cuando Ciudadano K. salía de casa para ir al trabajo, en el ascensor un vecino, le dio la gran noticia: en los bajos del edificio van a instalar una churrería. “Esto no puede ser”, pensó. Imposible, una churrería genera humos y olores, que se escaparán por el patio donde tendemos la ropa, y, al final todos vamos a acabar oliendo a churro. Por la noche miró los estatutos de la Comunidad, pero no se podía hacer nada para impedirlo.

          Preguntó a sus compañeros de trabajo. Uno que había estudiado “tonting” en el IESE le dijo: esto es un caso de externalidad o de economía externa negativa, que se resuelve mediante el mercado.

          - “Por fin” dijó K. “dios acude en mi ayuda. ¿y como se resuelve?

           El listillo contestó:

          - "Primera idea, que el churrero compre todo el edificio o vosotros compréis el local”.

           - "Pues va a ser que no. ¿alguna otra idea?”.

          - “Sí. Hubo un tío muy listo, llamado Coase (es un economista de los nuestros), que construyó un sistema perfecto para estos casos, sin necesidad de recurrir al Estado. Todo depende de quién tenga el derecho inicial: como los vecinos tenéis el derecho a tener el edificio limpio de humos y olores, vais a ver al churrero y le preguntáis cuánto está dispuesto a pagar por que permitáis que os atufe con los churros: si os convence el dinero bien y si no pues no le dejáis poner el negocio”.
           No muy convencido K. Habló con los demás vecinos. Encontrar la cantidad de la compensación a pedir al churrero fue tarea imposible: unos se contentaban con cuatro duros, pero otros no querían, a ningún precio la churrería, especialmente la vecina del quinto, que trabaja de azafata en Iberia y no quería subirse al avión con el uniforme oliendo a churro, por la simple minucia de que la despedirían fulminantemente. Tras muchas discusiones, se acordó pedir una cantidad elevada, y exigir, además, una secadora para la vecinita problemática.
            K. se reunió con el churrero pero la reunión no duró ni veinte minutos.

          - "¿y dónde está escrito que vosotros tengáis derecho a un edificio sin olor a churro? Yo creo que es más bien al revés: esto es un país libre y cada uno puede hacer lo que le de la gana siempre que esté dentro de la ley. Que yo sepa hacer churros no está prohibido y si queréis que no los haga, o que haga pocos, ofrecedme una cantidad y ya hablaremos”.

         - "Nos veremos en los tribunales” dijo K.

          Y, efectivamente, todo llevaba camino de un largo, largo, largo, proceso judicial.

        Afortunadamente, esa noche, a K. se le apareció su ángel de la guarda, digo su economista salvador.

         - “Mira”, le dijo, “Lo de Coase y las demás soluciones de mercado, incluyendo creación y transferencia de derechos no funcionan con las externalidades (mira Kyoto). La solución es la intervención del Estado. Mañana, vete al Ayuntamiento e infórmate sobre la ordenanza de actividades molestas e insalubres”.

          Así lo hizo, y enseguida supo que para poner la churrería el empresario tenía que acondicionar el local, cumplir un horario, invertir en unas instalaciones de depuración de gases y olores, reciclar el aceite... y pagar una tasa por la actividad. Todo esto perfectamente regulado “por ley”, independientemente de lo que diga el mercado. Satisfecho con la respuesta, anotó todos los gastos en los que iba a tener que incurrir el churrero y, con una sonrisa en los labios, le pasó la minuta al churrero en cuánto lo vió.

         - “Esto es lo que te va a costar poner la churrería, amigo”, le dijo.

         - “Imposible, con todos estos gastos no me es rentable poner la churrería. Esto es un robo. Estos parásitos del Ayuntamiento siempre con cargas e impuestos para gastarlos en sueldos de funcionarios y cuchipandas. No hay derecho”.

         K. Sonrió por lo bajo. Cuántas veces había soltado él también esa retahíla de improperios contra lo público, y ahora veía lo bien que le venía para no tener lleno de estómago el resto de su vida. ¡Ver para creer!

lunes, 10 de mayo de 2010

Citizen K. y los bienes públicos. Episodio 1.

          Ciudadano K vive en un bloque de edificios de una gran ciudad. K es un fiel defensor del mercado. El mercado es su dios. En él (en su honor debería poner Él) confía ciegamente porque le va a dar todas las soluciones a sus problemas y a todos los problemas de la humanidad. Consagra parte del día a rezar a su dios: lee expansión o cinco días (y si no puede el mundo), escucha la cope o es.radio, en el coche cuando va a trabajar. Se reúne con sus compañeros, todos obreros “white collar” como él, para hablar de los mismos problemas, y da gusto, porque todos, absolutamente todos, piensan como él. Por las noches, antes de ir a la cama, siempre dedica algún momento a la oración: ve Libertad Digital o Intereconomía. En algún momento, con el gato al agua, ha alcanzado el éxtasis místico, en forma de ereccion, ante la presencia de alguna tertuliana(*), posando sus labios en la copa de vino (el cáliz) en el que, como nuestro insufrible expresidente, buscan la inspiración de sus razonamientos. Ciudadano K, es, ante todo, el perfecto idiota contemporáneo.

          El portal del edificio donde vive K está, de noche, mal iluminado. El Ayuntamiento puso la farola demasiado lejos. Cuando, en invierno, K. vuelve de trabajar le cuesta encontrar la cerradura donde meter la llave. Piensa, además, que cuando vuelva del trabajo su mujer, con tanta oscuridad, cualquiera puede darle un susto, incluso violarla. Nunca ha pasado nada así, solamente una vez un borracho estaba meando en el portal, aprovechando la falta de luz, nada más. Pero Ciudadano K, se me había olvidado decirlo, además de idiota, es también un acojonado.
             Recurre al mercado buscando la solución: podría comprar un foco para iluminar la parte de calle próxima a su portal. Él solo no puede acometer el gasto, que además tampoco sería justo, pues todos los demás vecinos también se aprovecharían de la iluminación. Y no sólo los vecinos, también todos los transeúntes se beneficiarían de esta nueva luz, especialmente aquellos que se dirigen a las casas que hay más arriba en el barrio, que, además son, mayoritariamente inmigrantes. Inicia una tarea de postulación entre todo bicho viviente, pero siempre obtiene el mismo resultado: “a mí no me interesa”, “yo llego a casa de día”, “es muy caro”, “voy por otra calle”, “ya me apaño yo con una linterna”, “no me jodas, si aprovechando esa oscuridad me he tirado en el portal a tres novias”... En su ser íntimo sabe que no es cierto, que todos quieren tener luz en el portal (les ha visto despotricar más de una vez), pero nadie quiere pagar por ello.
            Tu problema es evidente, le dijo una vez un economista que se le suele aparecer en sueños, un tal Galbraith, o Stiglitz, o alguien así (no lo tiene muy claro): la farola que quieres poner es un bien público, pero no en el sentido que tú, ignorante tontorrón con corbata, crees que es: “algo del Estado”. Un bien público, es, en economía, un bien de consumo no rival (varias personas pueden aprovecharse de él a la vez sin que una se lo quite a la otra, lo que no pasaría si se tratara de una pizza, donde el pedazo que me como yo, no lo catas tú) y en el que no hay posibilidad de exclusión: no podemos hacer que la farola sólo de luz a unos sí y a otros no, lo que supone que siempre habrá “polizones”, “free riders” en terminología económica, que no quieren pagar, pero sí se apuntan a disfrutar de estos bienes, porque no los podemos echar. En estos casos, querido K., el mercado no puede darte la solución: la solución te la dará el Ayuntamiento. Pide que pongan una farola al lado de tu casa, y, a cambio, paga con gusto tú y los demás propietarios el impuesto que, bajo la forma de contribución especial, esa Administración te girará.
          Así lo hizo Ciudadano K, y así tuvo luz en su calle pagada por él y todos los que se benefician con ello. Ese día, K. empezó a dudar de su dios omnipotente. Le había fallado una vez. Y el pobre no sabía, aún, lo que le esperaba.



(*) Esa Esther Jaén, tan voluptuosa ella, y a la vez tan rojilla (más bien rosa palo): la tentación de Satanás.