"El Ejecutivo del Estado moderno no es más que un Comité que administra los negocios comunes de toda la burguesía" (K. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista).

jueves, 6 de mayo de 2010

Cornudos y apaleados

            O “Humillados y ofendidos” en la versión "dostoyevskiana" del término. Es lo que se ve en la mayoría de los blogs y medios de comunicación y también aquí, en algunos comentarios. Que si el problema de España, Grecia, Portugal... es que somos todos unos vagos, que si tenemos malos gobiernos, que si estamos todo el día de juerga, que si nos creíamos ricos y ahora viene el castigo divino... Como diría Borja Pérez: “¡qué fácil es criticar!"(*)

             Atribuir el devenir de un país a la "banalidad” de sus habitantes, a un determinado rasgo de su conducta, de sus costumbres o de su folklore es de una simplicidad absoluta rayana en lo que hace tiempo oí a una señora: “los negros, no sé, tienen  algo en la cara, que te hace pensar que te van a comer vivo”. Seguramente estaría influenciada por los dibujos en los que se ve al explorador o al misionero dentro de una gran olla, con un corro de negritos bailando alrededor. Faltaría decirle a la señora que, para que la realidad coincidiera con su imaginación, faltaba que llevaran un moño sujeto con el hueso de algún hombre blanco.

         No voy a entrar a descalificar las opiniones sobre la sinvergonzonería y vagancia de los latinos con los mismos argumentos que emplean ellos, empezando por decir que unos suecos crearon el portal “piratebay” o que la Casa Real Británica provee una buena muestra de jetas, vagos y sinvergüenzas superior a la de cualquier hogar griego, italiano o español.

         La mejor o peor fortuna de los países (mejor dicho de las sociedades) depende esencialmente de las oportunidades de las que hayan dispuesto y hayan sabido aprovechar. 

           Este argumento es aplicable a todos los países subdesarrollados: todos los países africanos no han sabido aprovechar las suyas (por eso se dice que tienen dirigentes corruptos, incompetentes y sanguinarios), ni los de latinoamérica (mismos argumentos) ni los del este de europa (ídem), ni los de Asia Menor (otra vez lo mismo). En resumen es la traslación a los países del viejo principio liberal según el cual “el que es pobre es porque se lo merece”.

             Pero ¿de verdad muchos de estos países han tenido alguna oportunidad? Porque si no tienes oportunidades es muy difícil saberlas aprovechar (¿a alguien le ha tocado la lotería sin jugar?) Esos países, en lo económico, han pasado de ser explotados directamente por los países europeos, a ser explotados indirectamente por las multinacionales. En lo político han pasado de ser sojuzgados por una administración extranjera, a serlo por unos lacayos (indígenas eso sí) de las multinacionales que los explotan.

             Y en el “club med” ¿qué pasa? ¡Hombre! ¡oportunidades, oportunidades sí ha habido!. ¡Ahí está!, dirán muchos: los españoles no hemos sabido aprovechar nuestras oportunidades y así nos va. ¿Seguro? 

              En el fondo con las oportunidades pasa como con la lotería: cuántas más tienes, más fácil es aprovechar alguna. Si tu padre, con apuros, puede pagarte una carrera, si luego resulta que esos estudios no te gustan y la abandonas, habrás desaprovechado tu oportunidad, tu única oportunidad. Sin embargo, si eres hijo de un multimillonario no tienes ningún problema: podrás cambiarte de carrera cuántas veces quieras hasta encontrar la que te gusta o en la que destaques: habrás, al final, aprovechado tu oportunidad. No todos los países tienen iguales oportunidades: depende del momento y de la “potencia” de uno y otro:  dudo que al imperio romano se pudiera oponer con éxito una aldea gala, más allá de las historietas, y dudo que en la actualidad los países desarrollados tengan las mismas oportunidades que los demás. 

          El país que tiene más oportunidades a su alcance es Estados Unidos. Podrá desaprovechar las que quiera, porque siempre le quedará alguna: y tanto va el cántaro a la fuente... 

            En Europa sucede otro tanto: los países más desarrollados tienen más oportunidades que los demás y no son las mismas las oportunidades de Grecia o Portugal, que las de Francia y Alemania. De hecho, como indicaba en un post anterior, nuestras oportunidades para competir con ellos era tradicionalmente la devaluación de la moneda. Era nuestro único cartucho. Ahora, ni siquiera éste existe.

          La pregunta del millón es ¿por qué esos países han logrado acumular esa cantidad de capital, de “potencia” que les permite contar hoy con más oportunidades para capear el temporal que nosotros. La historia es un libro abierto: mientras en esas sociedades se potenciaba el comercio, la libertad de pensamiento, la ilustración y también se producían las primeras luchas entre una clase emergente, la burguesía y otra decadente, la feudal (o la lucha entre terratenientes e industriales y comerciantes en el Reino Unido), aquí seguíamos bajo las garras de la Iglesia y la opresión de las clases dominantes (dueñas de la tierra). Y cuando este país intentó salir de ese atraso, una Guerra Civil instigada por esos poderes la devolvió de nuevo a las cavernas. Sí, esos mismos que ahora nos llaman holgazanes y despilfarradores, son los mismos que llevan siglos robándonos oportunidades de progresar. ¡Qué cara más dura!


(*) Escribo esto desde Budapest, en una reunión de Administraciones Tributarias. Mis lectores más críticos pueden sentirse satisfechos al saber que la Agencia Tributaria, es, de lejos, la mejor Administración de Europa. Y si esto sucede en éste ámbito, qué tanto no sucederá en otros que no conozco. Y pese a todo nos auto-consideramos unos mierdas. A ver si al final nuestros problemas se solucionan yendo al psicólogo.

4 comentarios:

  1. De todas maneras, viendo la evolución de las bolsas de hoy (con ese instante de pánico en Wall Street en el que el Dow Jones llegó a perder momentáneamente un 9%), creo que hay hostias para todos.

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  2. 1/2

    Sobre la juerga -¿cómo se traducirá eso al alemán?- cabe decir que los españoles suelen jactarse de una capacidad importante al respecto, incluso sobrehumana, reconocida con asombro por nuestros huéspedes forasteros. Los extranjeros suelen maravillarse de la frecuencia con la que salen los españoles después de cenar, y eso que cenamos tarde, acostándose a no sé qué horas para ir a trabajar temprano al día siguiente.

    Con esto no recurro a tópicos sinó que expreso, subjetivamente por supuesto, lo que percibo a mi alrededor. Seguramente el fenómeno tenga bastante de tópico (alimentado por los propios españoles porque a nadie desagrada destacar en algo y asombrar al mundo), pero que nos acostamos tarde y nos va la vida social, creo que estamos de acuerdo en eso.

    En cuanto a considerar a todos sinvergüenzas y holgazanes o trabajadores y honrados, o con mayor tendencia a lo uno que a lo otro, no lo hago. Sí creo que determinadas características culturales pueden ayudar más o menos a enfrentarse mejor o peor a determinados retos, pero tampoco recurro a eso para juzgar ningún país ni para diagnosticar su situación económica.

    Me limito a constatar en el caso griego por ejemplo, que sus cuentas estaban falseadas y que se lanzaron a endeudarse más de lo que debían. Si no les quedó más remedio que hacer lo que hicieron, porque "es triste pedir pero más triste es robar" o algo así, pues qué le vamos a hacer, pero da la impresión que los propios griegos no han llegado al extremo de autodisculparse de esa manera. Su recorrido de los últimos años no fue la hazaña de una escuela de sabios sorteando, cual Ulises, las trampas mortales de la economía doméstica y mundial.

    En el caso español me limito a observar el desfase entre el gasto (público y privado, así como la calidad de ese gasto) y las bases de nuestra economía y recursos del país. Parece que cabe hablar de cierto despilfarro en el país de las mariscadas y de las bodas de 300 comensales. Un país donde los ayuntamientos, las inmobiliarias y las entidades financieras se ponen de acuerdo para darse un atracón de hipotecas durante veinte años, sin que el gobierno pestañee ni regule nada. (Ya decía Keynes que la inflación es una fantástica manera que tiene el Estado de sustraer al ciudadano el fruto del sudor de su frente.) Un país donde nos gusta tanto el trabajo que incluso nos traemos a millones de inmigrantes para construir más casas que todo el resto de Europa junto, y para servir cafés en el país de Europa que más bares y restaurantes tiene. Un país donde los unos quieren rebajar impuestos (a los que más tienen especialmente), y los otros quieren rebajarlos menos, pero para repartir cheques y medidas munificentes, que nos alegren el día, o para retrasar el aumento del paro a base de asfaltar calles, levantar aceras y subvencionar industrias que se encuentran en periodo de gracia.

    Sobre las oportunidades mayores o menores, sí, claro, algunos tienen más oportunidades. Por eso resulta especialmente imperdonable o insensato al menos, perder su oportunidad quien tiene menos. España parece especializada en pérdida de oportunidades. Empezando por su aventura de las Américas, pasando por un siglo y medio de postal de Mérimée, y acabando en dos largas décadas de prosperidad europea. Al final uno se pregunta si somos un país de muchas o pocas oportunidades, y si lo que más importa es tener muchas o saber aprovecharlas.

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  3. 2/2

    Nadie merece la miseria (no diré ser pobre por respeto al ideal franciscano, que pronto se pondrá de moda). Pero que unos cuantos griegos se merecen quedarse sin pagas extras una temporada... Eso sí. Ni que sea en pro de dar una oportunidad a los numerosísimos griegos que no tienen ahora mismo 14, ni 12, ni 1 nómina digna de ese nombre. Hay que repartir lo que haya: si es riqueza, riqueza, y si es pobreza, pobreza. Pero repartamos, y si puede ser, aumentando los impuestos directos en lugar de los indirectos, o bien inventando impuestos indirectos inteligentes (más altos para los más ricos, tecnológicamente factibles).

    No sé si alegrarme de tener una agencia tributaria modélica. Preferiría tener un modelo fiscal modélico. Una agencia tributaria supereficaz con un modelo fiscal superinjusto sería la peor pesadilla de las clases oprimidas. Además hay que tener en cuenta que no basta con un modelo justo sinó que entran en juego más factores. Por ejemplo la accountability -¿como se traducirá eso al castellano?- de los gobiernos y AAPP frente al ciudadano, etc. Una agencia tributaria supereficaz en un Estado superineficaz sería otra pesadilla.

    En cualquier caso, no tiene sentido decir que hay poderosos y débiles, y que los segundos no pueden hacer nada por salir de su situación porque son los primeros quienes les mantienen en ella. Eso desanima la parroquia por un lado (no hace falta que hagas nada porque no iba a servir de nada) y resulta nefasto si la única acción promovida son las manifestaciones sectoriales con mentalidad gremial.

    Lo peor de todo es que, si los débiles no podemos cambiar nuestra situación porque no van a dejarnos los poderosos, y para tener una oportunidad hay que manifestarse en espera de que nos la den, entonces lo tenemos muy mal para hacer cualquier revolución, eh. Si los griegos en su conjunto no tienen en sus manos cambiar la situación de su país, ¿cómo van a tener los griegos oprimidos la posibilidad de vencer al capitalismo mundial?

    No es que me ilusione revolución alguna ahora mismo (me conformaría con evolucionar), pero ¿cómo vender seriamente cualquier programa de cambio ambicioso partiendo de las anteriores premisas?

    Creo sinceramente que habría que echarle un poco más de imaginación, de templanza y de autocrítica al asunto. Una pizca más de generosidad de todos. Un pelín más de sentido del humor. Un pequeño esfuerzo de claridad y de lógica. Una brizna de buena voluntad. Un pellizco de esperanza. Una pequeña apuesta por todos nosotros.

    Joao Ninguem

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  4. A falta de oportunidades, más reflexión y mejores decisiones. Dice el refranero, que "el hambre agudiza el ingenio". La falta de hambre hace que el acomodadísimo hijo del millonario yankee cambie de carrera caprichósamente hasta que encuentre la que le guste (o en la que mejores fiestas haya y más ligue).

    Mejor para nosotros, su decadencia nos ayudaría a reducir distancias si hiciésemos las cosas bien. Al españolito que empezó una carrera y la dejó porque no le gustaba, ¡ayy! gran fracaso de las etapas previas que no supieron ayudarle a encontrar la que le gustaba sin tener que hacer el "ensayo y error" del millonetti.

    Pero el amigo americano no se preocupa porque su prole sea más "flojita" pues donde sí nos ganan por goleada es en captar cerebros foráneos. Lo de educar bien lo dejan para los europeos (también para los alemanes, británicos y franceses), que ellos ya te robarán el mejor capital del que una sociedad puede disponer: su talento.

    Así que no digo que nuestro problema sea cultural sino estructural, como ya he dicho antes. Es de educación y no de rasgos de conducta intrínsecos. Hay muchos otros informes que demuestran que el español medio trabaja muchas más horas que el alemán medio. La cuestión es la calidad no la cantidad.

    ¿Qué podemos esperar de un país que echa a patadas a sus mejores cerebros por no disponer de medios donde puedan desarrollar sus capacidades?

    Al margen de las causas coyunturales que puedan hacernos pasarlas canutas en breve, o de las oportunidades perdidas antes de 1975, éste punto es el que nos serviría para salir (o no) adelante y, sencillamente, no hemos hecho los deberes en los últimos 30 años donde las excusas tipo "Iglesia" y "franquismo" no sirven.

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