En los dos post anteriores (polvos y lodos ) relaté las diferentes decisiones que ZP fue tomando, de carácter económico tanto en la época de crecimiento como en la de recesión, y las causas que las motivaron. En este último post describiré el comportamiento político que ha mantenido a lo largo de sus dos periodos de mandato.
De un líder político se espera convicción y valentía en la toma de decisiones, independientemente de que coincidan o no con nuestra propia opinión. Así, al menos, nos tenían acostumbrados los anteriores Presidentes del Gobierno, con independencia de que nos gustaran, más o menos, sus políticas y decisiones.
Pero con Zapatero esta forma de actuar se rompe. Aunque inicialmente, con la retirada de las tropas de Irak, pudo dar la impresión de firmeza en sus decisiones, posteriores comportamientos, demostraron que lo de Irak había sido un espejismo (nunca mejor dicho, por aquello del calor y el desierto). Hay, al menos cuatro decisiones políticas relevantes (y muchas menores), que ponen al descubierto su carácter moral y su norma de proceder, a saber:
- Primera: cobardía en la política territorial. Partiendo de posiciones “federalistas” consagradas en el Pacto de Santillana, e impulsadas desde la recientemente conquistada Generalitat Catalana ("Pacto del Tinell"), ZP señaló, en la reforma del Estatut, que “apoyaría lo que se aprobara en Catalunya”. La fuerte contestación de la caverna mediática de Madrid (Madrid, no Cataluña, ese es siempre el problema), supuso que, en lugar de defender valientemente su modelo de Estado, se acobardara, recortara en Cortes el Estatut, y, en última instancia, deseara que ese problema desapareciera “cerrando los ojos” como los niños. Pero, a día de hoy, el problema persiste, por más que lleve ya, casi seis años, jugando a la “gallinita ciega”:
- Segunda: cobardía en la negociación con la banda terrorista ETA: cuando alguien se sienta a negociar es para dar algo a cambio de algo. De nuevo el miedo ante la caverna mediática, le llevó al bloqueo mental y de acción y a ser incapaz de conseguir nada a cambio de un cierto precio (político o no político). Llegado el momento de las decisiones valientes y trascendentales que se le pedían como hombre de Estado, se “acojonó” y aquello terminó en vía muerta.
- Tercera: cobardía en conseguir una democracia completa(*). La Ley de Memoria Histórica debía haber supuesto la culminación de un proceso de recuperación del Estado Democrático. Pero de nuevo le faltó valor en el desarrollo de un conjunto normativo que supusiera la derogación de la Ley de Punto Final (llamada en España Ley de Amnistía), el desmontaje del Estado del 39 que hoy todavía padecemos, y la refundación de una Sociedad y un Estado Nuevo, no un “amejoramiento” del Estado Fascista. Pero tampoco pudo ser, porque le faltó valor. Aquello quedó en un “aguachirle” en el que hoy se ahoga, sin remisión, algún juez estrella.
- Cuarta: cobardía en la defensa del gasto social: Una semana después de renovar su promesa de defensa “a muerte” de lo social, encabeza el piquete de derribo. Se arruga ante los poderes económicos y financieros nacionales y mundiales y, lejos de “empoderarse” (como indica Juan Torres en su brillante artículo Zapatero hinca la rodilla ), se arrodilla sumisamente ante esos poderes, y, él el primero, se dedica a hacer un trabajo tan sucio, que es difícil que la oposición se hubiera atrevido a ello.
Entre los aspectos menores, podríamos destacar desde la Educación para la Ciudadanía, que acaba en un pacto con los Marianistas y otras hierbas para que al final cada cuál imparta lo que le dé la gana, hasta la Ley del tabaco, que acaba en un sonoro fracaso, hasta la eliminación de la Religión en el Estado, que culminó tomando un “caldito” con el Nuncio. Todo esto (y más) pasó desapercibido porque en esos momentos “había alfalfa” y “en habiendo alfalfa, a los líderes les reímos las gracias” que hubiera dicho el mismo Cervantes redivivo.
Así es ZP, el eterno “líder sin talla” que, en los momentos de dar la cara se arruga y que, viendo su culo amenazado, cambia de convicciones. Para completar el cuadro debería haber nacido un poquito más al Oeste de donde lo hizo, o haber pacido un poco más al sur: hubiera sido reconocido como el Bellido Dolfos actual.
Condena al PSOE a al menos 50 años de oposición, si no a su desaparición como partido. Envía a la hoguera del capitalismo despiadado a los más débiles, defrauda a cualquiera que tenga ideales de izquierdas y avergüenza a los pocos socialistas “que en el mundo han sido”... pero él, como Felipito Tacatún, sigue diciendo: “yo sigo”.
(*)Sigo recordando el excepcional aporte de Vicenç Navarro al definir a la democracia española, como una “democracia incompleta”.
... y para completar el cuadro parece ser que está planeando un viaje a la Santa Sede. Se ve que necesita un poco de ayuda del más allá.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo en la critica al personaje.
Bastante en desacuerdo con todo lo demás.
Esto ya va pareciendo el patio del colegio, hace 30 años. Aún tengo que leerme "La rebelión de Atlas" para captar toda la sutiliza de este avatar (antes me gustaría acabarme el no menos interesante "Collapse" de Jared Diamond)
ResponderEliminarNo se puede decir que te guste el personaje. Como siempre, te estás superando en la nitidez de la descripción arrastrándonos hoy a los “barros” de tu brillante exposición. Hoy te puede la lucha, Agustín. ¿No piensas que: La política territorial de tu primer punto, las negociaciones del estado de tu segundo punto, el gasto social de tu cuarto punto y muchas más cosas para las que ha sido elegido ZP las debería aplicar, sin ningún sesgo partidista (lógico y aceptable en la campaña electoral), según el único objetivo de no hincar la rodilla (como bien indicas) ante ningún otro poder que el de sus ciudadanos ante los que sí debería dar la talla como estadista, consciente que la única “democracia completa” es la de respetar su voluntad mayoritaria en todos y cada uno de los puntos antes referidos, y de no verse arrojados a la hoguera del capitalismo despiadado (justo por ser más débiles), como lo han sido hasta ahora siempre, gobernase quien gobernase? ¿Qué es más importante: Los partidos, grupos, movimientos para proseguir las eternas luchas, ó todos los ciudadanos con el respeto a sus diferencias y sus ideales? Ideales ó hogueras, esta es la pregunta. Miraremos los textos de la Educación para la Ciudadanía, quizá está (o estará) contemplado.
ResponderEliminarBien, Antonio, ¡no me decepcionas!. Al contrario que el otro compañero de colegio al que le parecía un libro de demasiadas hojas y con la letra muy pequeña.
ResponderEliminarHe tenido que licenciar a Gladiator para tratar de ponerme al nivel del blog.
Estaré por aquí
Pues no recomiendo ninguno de los dos libros. Colapso lo leí hace un par de años (hay una edición en castellano del Círculo de Lectores, al menos es ahí donde lo compré) y me pareció pesado y con un trasfondo de "yankicapitaltecnoooptimismo" que no me convenció nada. El de la aleación z. (Digo aleación Rearden) después de ver el argumento, no me atrae siquiera. Eso sí, ambos tienen mogollón de páginas. Me recuerda lo que decía Montaigne: "Lo siento, pero no he tenido tiempo de hacerlo más breve". Los argumentos más profundos no necesitan más que unas pocas líneas para ser expresados, todo lo demás es paja (de ahí que me fastidie profundamente enrrollarme en mis posts). De todas maneras puestos a ponerse nicks de personajes literarios (una vez abandonados los del cine), yo, desde luego elegiría COLIN SMITH (clásico, corto y para toda la familia).
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