"El Ejecutivo del Estado moderno no es más que un Comité que administra los negocios comunes de toda la burguesía" (K. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista).

lunes, 17 de mayo de 2010

Citizen K. y los monopolios naturales. Episodio 4.

          Sigamos con la saga/fuga de Ciudadano K. (quizá debería cambiarle el nombre por Z.), y dejemos el cabreo contra el "zapatazo" para siguientes posts.

          Fue al salir de aquella celebración del trabajo, en la que Ciudadano K. había bebido demasiado y después cogió el coche (¿quién tiene que conducir por mí?) cuando, de repente, en aquella curva, todo dio vueltas y más vueltas. Lo siguiente que vio K. fue la orilla del mar y otras personas a su alrededor:

        - "¿Dónde estoy?", preguntó. 
       Afortunadamente, a su lado, estaba su economista de la guarda, para ayudarle. 
         - "En la orilla de la Laguna Estigia, y eso que tienes en frente es lo que te separa del mundo de los vivos. Lo siento, tu religión judaico-cristiana estaba equivocada. Sobre la idea del más allá quiénes tenían razón eran los clásicos". 
        - "¿Cómo puedo volver al mundo de los vivos?", preguntó K. con desesperación. 
         - "Es fácil. Ahí tienes a Caronte, que ofrece viajes de vuelta a buen precio". 

          K. miró la cartera: afortunadamente todavía tenía en ella 100 euros, que pensaba gastar en aquél pub de carretera, famoso por sus macizas brasileñas. "Estoy salvado" pensó. ¡Pobre iluso! 

          La barca de Caronte tenía diez plazas, justo el tamaño ideal para poder transportar a las almas en pena que vagaban junto a K. En total eran diez: ¡fenomenal, todo el mundo podría resucitar! Pero estaba el pequeño problema del precio, porque, después de todo, Caronte era un empresario, en régimen de monopolio, que no iba a renunciar a un pingüe beneficio por motivos de compasión. 

          - "Vayan formando en fila según el dinero que cada uno haya traído consigo y luego yo les diré el precio del billete, que será igual para todos". 

         La fila comenzaba con un señor que traía 500 euros, seguía con otro con 400, otro con 300, otro con 200. Luego, en quinto lugar estaba K. con sus 100 euros. Por detrás de él quedaba uno con 50 euros, otro con 30 euros, otro con 20, otro con 10 y, finalmente un niño que no llevaba nada. K. respiró tranquilo: su economista de la guarda le había dicho que los gastos de Caronte para ese viaje ascendían a 400 euros de costes fijos y a 10 euros más por pasajero de coste variable, compuesto prácticamente por el "catering", toda vez que al Infierno había llegado el "peak oil" y la barca se movía a golpe de remo. 

            K. sonrío. ¡Salvado gracias al mercado!: echó cuentas y vió que si Caronte ponía el precio del billete a 100 euros (justo la cantidad que él tenía), recaudaría 500 euros (100 euros por cada uno de sus cinco pasajeros) y sus costes serían 450 euros (los 400 euros fijos más los 10 euros por cada uno de los cinco pasajeros): Caronte ganaría 50 euros. Seguro que ése sería el precio del billete. 

            Caronte, mientras tanto echaba cuentas con papel y lápiz: Si ponía el billete a 500 euros, transportaría a un solo pasajero, sus ingresos serían 500 y sus gastos 410: ganaba 90 euros, ¡buen negocio!. Si ponía el billete a 400 euros, transportaría a dos pasajeros, sus ingresos serían 800 euros y sus gastos 420 euros: ganaba 380 euros, ¡mejor!. Si ponía el billete a 300 euros, transportaría a tres pasajeros, con lo que cobraría 900 euros, con unos gastos de 430 euros: beneficio 470 euros, ¡muchísimo mejor!. Si el precio del billete fueran 200, los pasajeros transportados serían cuatro, los ingresos 800 y los gastos 440 euros, con lo que ganaría 360. "¡quieto, parao!. Eso es menos beneficio que si llevara a tres pasajeros. ¡Decidido!, el precio del billete serán 300 euros!"

          K. se desesperaba sin entender el problema: si él tenía 100 euros, si con el billete a 100 euros todavía Caronte ganaba dinero, ¿cómo podía ser tan avaricioso? Su economista de la guarda le explicó que lo que tenía ante él era un monopolio, y que, cuando esto sucedía, el monopolista fijaba el precio y la cantidad que le daba la gana para maximizar su beneficio. 

          - "¡Pues que liberalicen el sector!, ¡Que reine de verdad el mercado!". 
           - "Eso no puede ser, ingenuo mío", dijo el economista: "una barca como la de Caronte cuesta mucho dinero. Piensa que en cada viaje la barca sufre un desgaste de 400 euros, y Caronte hace unos mil viajes de estos al día. En un año habrá hecho unos 365.000 viajes y la barca tiene una vida útil, a ese ritmo de unos cien años (aquí, en el Olimpo las cosas son eternas). En el mercado una barca de estas, ya habrás echado cuentas, vale un pastón. Ni siquiera el dios mercurio tiene esa pasta acumulada, ni se la fían. Además tampoco tendría sentido que hubiera un mogollón de barcas pululando ni por la Laguna Estigia ni por el Ponto Euxino porque todos se arruinarían. Es lo que se llama un monopolio natural". 

         - "¿Y que solución hay?" preguntó el ciudadano K. "Pues la de siempre: regular el mercado mediante la intervención del Estado. Obligar a Caronte a que, por lo menos se comporte como un mercado de competencia perfecta. Que, por ejemplo ponga un precio en el que no obtenga beneficio (más allá del suficiente para comer), lo que supondría que tú podrías pagar el billete. Incluso podemos obligarle a poner un precio más bajo a cambio de una subvención y así hasta el niño se salvaría. Y luego está la solución óptima...
         - "¿Y cuál es esa solución?". 
        - "Mira a tu alrededor", dijo el economista (que a estas alturas casi podríamos suponer que se llamaba Galbraith),"¿qué ves? Diez personas que quieren salvarse, unas cuantas estacas por ahí tiradas, frente a un sólo mamón que quiere hacer dinero a costa de vuestras desgracias. Pues venga, ¡A por él!. Esto es lo que se llama nacionalización. Y funciona, ¡vaya si funciona!

           Y en el momento en el que Caronte iba a recibir su merecido, sonó el despertador. Empezaba otro día de trabajo para el ciudadano K., pero algo empezaba a cambiar en su un tanto desamueblada, cabecita.

5 comentarios:

  1. La degracia es que para que esto pasase en el mundo "real" seria necesario tener una conciencia, perdon, un economista como el que relatas.
    Busca, busca, no lo encontraras, todos ha sido amamantados por el capitalismo. ¿y el resto de personas que no son economistas?. Tambien, tambien lo estan.

    Si es que al final no va a ser "tontuna" si no "adiestramiento".

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  2. No es por hacer la pelota, pero me ha gustado mucho. Ahora, tanta coña con el peak oil no me deja en claro si te lo tomas o no en serio (y justamente el otro día un compañero me preguntaba eso precisamente, que cómo cuadra el problema del declive de producción de los recursos con tu discurso económico).

    Salu2,

    Antonio

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  3. Es que en el blog,en todos los blogs, se mezclan churras con merinas. De hecho la serie de K, es, digamos, teoría de la Hacienda Pública convencional, que está en cualquier manual pero que mucha gente (si no ha estudiado la asignatura) no conoce. En el siguiente episodio sí podrás ver un fallo de mercado, el de los recursos compartidos, que, aún siendo un tipo de externalidad, he querido darle relevancia especial. Te gustará. Hemos hablado bastantes veces de la "Teoría del decrecimiento" y con P. también hemos hablado de la imposibilidad del mercado para gestionar la escasez. La escasez sólo se puede gestionar mediante el racionamiento, que es una forma de planificación. Pero ya hemos visto en otros post que la planificación, al menos la centralizada, es inviable. Quizá sea posible una planificación descentralizada que, pasa en primer lugar por poner los recursos en manos de las comunidades más cercanas. Algo de eso hay en el libro que estás leyendo, con los bosques, lagos y recursos de Montana, o de Nevada (me da perece volver a abrir el colapso), en algunos posts de tu blog también están presentes ideas de este tipo (cuando no te pones catastrofista) y hay mucho sustrato y muy valioso en el blog de Quim. Bueno, ya lo iremos comentando, si el blog sigue con esta "vidilla".

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  4. Hoy Quim me decía que escribir el blog le está matando... Ya sabes que un optimista es un pesimista mal informado ;) . Lo curioso es que yo no me considero catastrofista, simplemente quiero prevenir de tendencias que, descontroladas, pueden ser destructivas. Pero podemos y debemos controlarlas. Ahora bien, ¿los Zapateros y los Rajoys nos lo permitirán?

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  5. Si hace 1000 viajes al dia el catering sera una patata frita.una alumna

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