La receta de los mandos de la economía global para salir de la crisis es clara: consumir, consumir, consumir... Al contado o a plazo (de ahí el interés en restablecer el crédito, ¡cómo si no hubiera que devolver los préstamos!), consumo público o privado... ¡más consumo!, ¡es la guerra!.
Aplicando estas recetas no se si llegará la solución a la crisis económica, pero la destrucción del Género Humano está garantizada (la del planeta Tierra no, éste seguirá hasta que se lo trague el Sol). A lo mejor no hay que ir a Minessota para entender que la solución está en los libros de cocina de la abuela: consumir menos, repartir mejor.
En las recetas de esos libros siempre aparece: para cuatro personas, para ocho, para seis... y a continuación se acompaña de un cálculo de ingredientes en razón del número de comensales, en iguales proporciones: no se dice "700 gramos de ternera para cada uno de los del primer mundo, 300 para los del segundo, 50 para los del tercero..., sino una taza de arroz por persona..." Pues eso, repartir mejor.
También se dice "si el precio del producto A es muy elevado o no puedes conseguirlo, se puede sustituir por B y el plato quedará igual de rico". Así se puede sustituir el besugo por merluza, la escalonia por apio, la chalota por cebolla, el caviar por hueva de oricios... Está claro, consumir menos (y si lo dejamos en manos de la cocina de diseño, todavía mejor).
¿Pero se puede consumir menos y repartir mejor? Depende del sistema económico: al parecer los que están basados en el mecanismo de la bicicleta (o pedaleas o te caes, véase acelerador y multiplicador) no. Bueno, pues cambiemos la bicicleta ¿por...? (Se admiten propuestas sobre nuevos (o viejos) medios de transporte.
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