Que la culpa del déficit en España la tienen las autonomías es algo que estamos acostumbrados a oír en los medios de la caverna; lo que es más sorprendente es empezar a oírlo también entre las voces de izquierda (Escolar-Público).
La realidad es otra: al margen de los “a-ochos” de Touriño, circuitos de formula 1 en Valencia o Cortes faraónicas como las de Castilla y León, lo cierto es que el déficit de las Comunidades Autónomas procede de la asunción de dos de las competencias que más gasto público suponen (y más deberían suponer en un Estado subdesarrollado como el nuestro): la Sanidad y la Educación. Como quiera que, además, la transferencia de tales competencias NO ha ido acompañada de la financiación suficiente, el déficit fiscal de las Comunidades Autónomas parece desorbitado. Ocultando este hecho, la “basca neoliberal” pretende que se recorten los gastos de las Comunidades Autónomas y, de esta forma, recortar también el gasto en Sanidad y Educación.
Por eso, por paradójico que resulte al profano, la solución al déficit de las Comunidades Autónomas no consiste en recortar sus gastos sino en mejorar sus ingresos: aumentar su capacidad de financiación. En esto sí son culpables las autonomías porque la mayoría de ellas viven muy a gusto gastando la propina ,mientras que el papá de la Administración Central tiene que ir casa por casa a recaudar los dineros necesarios. En algún caso, incluso, determinadas Comunidades Autónomas se han permitido el lujo de rebajar su (escasa) imposición directa, favoreciendo a las grandes herencias de los ricos instalados en sus territorios.
También hay que reconocer que cuando una Comunidad ha reclamado una mayor capacidad de financiación (como es el caso de Cataluña) los grandes partidos nacionales se la han echado encima como fieras: unos de forma descarada (como el caso de PP) y otros de forma sibilina (PSOE), mediante engaños, traicionando sus propias propuestas (pacto territorial Santillana), y dejando colgados de la brocha a los militantes de esa Comunidad.
Si la solución no es recortar el gasto de educación y sanidad, ni “devolver” estas competencias al Estado, sino establecer la corresponsabilidad fiscal real de las Comunidades Autónomas, de forma que puedan gestionar todos los impuestos que se recaudan en su territorio, y subirlos, si es necesario, para atender las demandas sociales, parece cierto lo que muchos pensamos: que el Estado de las Autonomías era un primer paso hacia el Estado Federal y que sólo éste último resolverá muchas de las contradicciones que hoy se mantienen fruto de que no somos “ni chicha, ni limoná”. Y no, Señor Escolar, a España le queda mucho para ser un Estado Federal.
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