"El Ejecutivo del Estado moderno no es más que un Comité que administra los negocios comunes de toda la burguesía" (K. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista).

sábado, 5 de marzo de 2011

Sopa de Ganso

          Comparto la opinión del Partido Popular respecto de las últimas políticas gubernamentales de ahorro(*): son políticas marxistas. Lo que no alcanzo a ver es exactamente a que rama pertenecen: no creo que sean “grouchistas” porque no me parece que tengan la altura intelectual de esa escuela, tampoco creo que vengan de “Chico”, las veo faltas de picardía... ¡Ah! ¡Ya sé!, sin duda vienen de la escuela de Zeppo, el más ignorado de los hermanos: el galán insulso que, precisamente, comparte inicial artística con nuestro gran líder: la Z. Incluso el nombre de la corriente suena bien: zepporra... ¡Hasta el mismo Rubalcaba la suscribiría!

           En España todas las políticas serias se improvisan: la política económica, la social, la educativa... La energética no podía ser menos. Por el contrario las políticas “menos serias” se meditan y meditan: las corridas de toros, las selecciones nacionales, el fumeteo, los preámbulos de las normas... Es nuestro carácter nacional.


           ZP ha sido un gran administrador de la herencia de la “aznaridad”(**): un modelo económico, político, social, energético insostenible, que él se ha encargado de cuidar y amamantar hasta que ha explotado. Todavía recuerdo los debates de la primera legislatura en la que los diputados, un poco más a la izquierda de Zapatero, le conminaban a que eligiera entre AVE y mercancías o entre AVE y cercanías. La respuesta era siempre la misma: “Ustedes son mezquinos, nuestro Gobierno quiere las dos cosas, es ambicioso en las infraestructuras: queremos AVE, cercanías, autovías, aeropuertos, puertos...”. Mientras, el españolito de pie, aplaudía con las orejas. Era la época que yo denomino del “tutto bonito” cuyo espíritu corrompió hasta a mi familia más cercana. Pocos (Iñaki, tan autocomplaciente, diría que nadie) dijimos que ese “querer todo” era falta de criterio y exceso de conservadurismo: la falta de criterio de los niños malcriados que van al kiosko a comprar todo tipo de chuches sin renunciar a nada, el conservadurismo de esos mismos niños que creen que el bolsillo de su padre es infinito y eterno... ¡En fin, de esos polvos, estos lodos!



            Tienes razón, Cospe: son políticas marxistas... Lo que no tengo claro es si al menos sirven para algo, o si sería mejor optar por otras que también son marxistas: de la escuela de Harpo, claro está(***).



(*) Dejo al margen el sistema de “factoring inverso” de la factura eléctrica de los Entes Locales, que, viniendo de quién viene, hay que mirar con lupa, por los “lobbies” a los que siempre favorece el miembro más peligroso del Gobierno.

(**) Es la tesis que sostiene Juan Francisco Martín Seco en su artículo “La economía española en el laberinto” (Le Monde Diplomatique, febrero, 2011): “el nuevo Gobierno no sólo no denunció los fallos existentes en el modelo seguido, sino que incluso asumió la misma política económica que hasta ese momento había realizado el PP. De modo que, en la actualidad, aparece ante la opinión pública como el único culpable de las dificultades económicas, mientras que el PP se permite comparar la dramática situación presente, con su etapa de bonanza”,

(***) Que es la del PP en asuntos energéticos: el silencio absoluto, sólo roto con los “bocinazos” de la energía nuclear, la más cara, peligrosa y antirrentable de todas. La pena es que la bocina se ha convertido en el “canto de sirena” con el que ha llevado a las rocas del acantilado al PSOE y a los sindicatos.

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