Otra cosilla "urgente": hoy es jueves y esta mañana he examinado del primer parcial de la asignatura:
Entre los agoreros que desde tiempos de Cicerón vienen advirtiendo que la juventud no tiene arreglo, hay dos ideas que deberíamos destacar:
Los jóvenes, la juventud, no son producto natural sino un producto social, fabricado a partir de ciertos "insumos" incorporados al proceso productivo: no aparecen inesperadamente, como un terremoto o un nubarrón, ni proceden del espacio exterior: los hemos creado nosotros, es decir la sociedad. Si son buenos o malos dependerá, en definitiva, de la mano del artista que les dio forma.
En segundo lugar es frecuente achacar a los jóvenes una falta de valores (aparte de falta de conocimientos, disciplina... y hasta mal gusto estético). Esto tampoco es cierto: los jóvenes de hoy en día tienen exactamente los mismos valores que los de hace varias generaciones, valores que, por cierto, son comunes a todo el Género Humano.
¿Cuáles son esos valores? Todo Ser Humano quiere alcanzar el reconocimiento social. En eso conoceréis, mis discípulos, que los humanos son, ante todo y por encima de todo, seres sociales. El problema no estriba tampoco en cómo se alcanza ese reconocimiento social, ni en qué consiste ese reconocimiento social, sino que el intríngulis está en conocer a quiénes presta la sociedad reconocimiento.
Sabemos "en qué" consiste el reconocimiento social: en todas las sociedades está o ha estado formado por dos cosas: los honores y las riquezas. El "cómo" también es invariable: consiste en realizar hazañas que nos igualen con las personas a quiénes la sociedad considera. Pero lo que sí han variado son los referentes, las personas a las que la sociedad pone como ejemplo de lo que deberíamos ser, y las pone como ejemplo, no en los púlpitos o los libros de texto, sino recompensándolas con, repito, honores y riquezas.
Adam Smith advertía en contra de la temeridad de los jóvenes a la hora de alistarse en el ejército o la marina con el fin de obtener reconocimiento. En las emigraciones y junto con la idea fundamental de necesidad (marcharse para sobrevivir) convivía la idea de obtener riquezas con las que regresar y conseguir el reconocimiento de la sociedad que los abandonó (buena muestra son las "casas de indianos"). De pequeño una buena parte de mis compañeros querían ser astronautas; las niñas por su parte jugaban a ser médicas, enfermeras o maestras: creían, ingenuamente, que la sociedad reconocía a las personas que cuidaban de ella...
Siendo los humanos "monos de imitación" la cuestión es saber cuál es el mono al que imitar, es decir, qué tenemos en el escaparate social, en el candelero (¿o era el candelabro?). En ese escaparate, a lo largo de la Historia y dependiendo de la moda de temporada, hemos visto una iglesia, un cuartel, una universidad y, actualmente, lo que vemos es un zoológico. Y no son los jóvenes los escaparatistas, a no ser que incluyamos también a sesentonas que se consideran "jóvenes de espíritu", ¿verdad, Señora Milá?
Stephen Covey en su libro de los 7 hábitos (cuya tapa AMT ni si siquiera se abrá dignado a levantar) nos informa que después de haber realizado una investigación sobre el liderazgo en los últimos 200 años, se había encontrado que desde después de la 2ª guerra mundial la literatura sobre el tema se había enfocado hacia la personalidad de los líderes, y no hacia su carácter (que es lo que se había hecho hasta entonces).
ResponderEliminarEn efecto, vivimos una época en que prima el "espejo social" (como nos ve la gente, el que dirán), el culto a la personalidad, y no la ética del carácter.
Pero los únicos responsables de nuestras elecciones somos cada uno de nosotros. Mercedes Milà no elige por mi, y si lo hace la culpa es mía por dejar que elijan por mí.
Cambia "dignado" por "podido", chico, que uno está muy atareado.
ResponderEliminarLo de la libertad de elección es bastante cachondo, puesto que dado que somos animales sociales la presión social para seguir el referente de moda es muy grande. Puedes ir a contra-corriente (quién me lo va a decir a mí), sí, pero a qué precio.
Salu2.
A lo mejor querías decir que el que no levanta la tapa es ATM. Ten en cuenta que el tiempo es limitado y hay que seleccionar lectura, buscando, básicamente, alguien que diga algo nuevo, no libros (o periódicos) de los que ya sabes lo que te van a decir antes de leerlo. Algún día hablaré de esto: de la necesidad del ser humano de encontrar autores, columnistas... que reafirmen nuestras opiniones, no que las pongan en tela de juicio... De todas formas podrías probar a leer otras cosas, para evitar errores como "abrá" por "habrá", que, evidentemente no es más que un lapsus mental derivado de darle un toque dramático ("levantar una tapa") cuando lo que querías de decir era simplemente que no lo "abría" (de abierto). De nada, es una cosa frecuente que nos pasa a todos, cuando pensamos conceptos simples y luego los expresamos engoladamante.
ResponderEliminar...mmm, ¿soy yo o este post lleva relación con la pasada discusión sobre Gates & Jobs?
ResponderEliminarmodelos peligrosos, estos, aunque "menos malos" que los chicos de la Milá, ¿o en esto tampoco vamos a estar de acuerdo? :P
@ATM: no, no, lo de la tapa era para AMT. La recomendación de lectura ya me pilla mayor, escribo como escribo y soy carne de corrector ortográfico (a ver si Jobs me ayuda un poco y lo incorpora en el nuevo iPad).
ResponderEliminar@AMT: eso, eso de ir contracorriente (no porque sí, sino por coherencia) es precisamente carácter, y eso es lo que se ha perdido en gran medida
(de todas formas a abrir y haber si llego, qué se yo que conyo hice)
ResponderEliminar@AMT: ya se de donde has "heredado" la habilidad para meter el dedo en el ojo de la gente con su (incorrecta) manera de expresarse (herramienta dialéctica muy efectiva, tengo que reconocer)
Perfecto, Hank, pero eso fue ATM. Ay, la presbicia... Fíjate en la fotito...
ResponderEliminar@AMT: :)) Ya, ya, me refería a TI :)) ¡que sueles hacer lo mismo!
ResponderEliminarHank, Hank, Hank... ¡Mala leche! No sé cómo puedes pensar eso de nosotros... Si todos sabemos que los empresarios leéis y escribís “asín”
ResponderEliminarPiñeradas