III
¿Quién crea el dinero?
¿Quién crea el dinero?
Cómo y quién produce el dinero es algo que se utiliza en los documentales “de terror” (tipo “dinero es deuda”) como “gancho” para captar la atención de los televidentes porque tiene la ventaja de que une algo casi “esotérico” con las clásicas “teorías de la conspiración” que aquejan al noventa por ciento de este tipo de documentales, así como la falta de rigor histórico aquejan, paradójicamente, a la mayoría de la novela histórica... En fin, ¡qué se le va a hacer!
El primer “productor de dinero” como hasta un niño sabe es la fábrica de hacer billetes (y monedas). Esa fábrica tradicionalmente estaba en manos del Rey, luego en manos del ejecutivo y, relativamente reciente, en manos de un poder “independiente” del ejecutivo (los bancos centrales, llamense así, o reservas federales o como se quiera). Esta separación, por cierto, no es baladí, como veremos, si llegamos algún día, a leer el final de esta serie de posts.
Este productor mete papel y tinta en la máquina y salen billetes. Si se pusieran a hacer billetes a troche y moche y luego los lanzaran desde aviones sobre pueblos y ciudades, la abundancia de dinero estaría garantizada y la hiperinflación también aunque sólo perjudicaría a los que no han podido salir a la calle el día de tan magno acontecimiento. Si se repartieran en proporción a lo que cada uno tiene en la cartera o en el banco habría hiperinflación pero como la del caso primero (primera repetición avisada). Si por el contrario una vez emitidos, los billetes se arrojan al fuego, nos quedaríamos como estábamos (aunque habría que cesar a alguien). Si en la imprenta de la esquina se dedicaran a emitir billetes y los hicieran iguales que los de la fábrica “oficial” serían encarcelados (y los billetes destruidos) y si los hicieran con otras denominaciones (“bricoeuros”, “copaeuros”, “churros”...) y luego los repartieran, no afectarían para nada a la producción, abundancia o escasez del dinero. ¿En nada? Ya veremos...
Luego el primer tipo de dinero, el billete sólo lo fabrica alguien “revestido de poder para ello”, tiene poder para ahogar en la escasez o en la abundancia a todo el producto y además, según se reparta puede jeringar a algunos y beneficiar a otros. La cuestión del reparto es importante porque según se emiten no se regalan, se entregan cuidadosamente a quién los necesita o mejor dicho, se “prestan” a quién los necesita, a cambio de una promesa de devolución y, naturalmente, un tipo de interés. De ahí el “tándem” “fábrica-banco central” que se utiliza en todos los Estados modernos. Esto se puede decir hoy pero no se podía decir hace tiempo cuando el Rey o el ejecutivo ordenaba imprimir los billetes que le daba la gana para pagar sus vicios y si no se habían inventado los billetes, ordenaba acuñar nueva moneda rebajando la cantidad de metal precioso que contenía.
El segundo tipo de dinero, por origen histórico no es el dinero bancario, del que luego nos ocuparemos, sino el “dinero comercial”. Cuando alguien vende un producto y no consigue un cobro inmediato es fácil que sea porque el comprador se lo deja “a deber”. Poco falta para que esa deuda se ponga en una tablilla de arcilla (los economistas de hoy dirán que se ha “titulizado”) y se convierta en una “pistola” que puesta en su día delante de la cara del deudor, sea quién sea el que la empuñe, obligue al deudor a hacer frente al pago de los que debía, sin que la policía ni nadie pudiera objetar nada, salvo que el deudor no quisiera pagar, en cuyo caso, se le descuartizaba, para que escarmentara y no se le volviera a ocurrir comprar algo si no tenía dinero para ello. Estas tablillas proliferaban por aquí y por allá y se podían intercambiar como si fueran dinero, porque de hecho representaban un derecho de crédito frente a alguien. Además eran más cómodas de transportar que el dinero en efectivo, sobretodo porque los primitivos tenían la mala costumbre de utilizar como unidad monetaria básica aquella del metal más cutre que encontraban, que valía poco y encima pesaba mucho. Para viajar y eso, era más cómodo llevar la tablilla del deudor que residía en el pueblo que se pensaba visitar y una vez allí realizar el cobro... En fin, todo esto se fue profesionalizando y se creó una especie de “corresponsalías”, como una especie de “banca comercial” que, casaba las operaciones de aquí y de allá, pero que todavía no cobraba intereses, aunque sí seguramente comisiones.
Estos efectos comerciales son también dinero, o sucedáneo del dinero, en cuanto que se aceptan como instrumento en lugar de aquél. Pero a diferencia del billete (o la moneda) no son creados por el “estado”, sino por los particulares. Y por cierto, no por la banca, sino por Pepito Pérez: Si Pepito Pérez va al ikea a comprarse un sofá que vale 300 euros y no le da la gana sacarlos de la cartera (pero los tiene) y consigue en el ikea que no los tenga que pagar hasta dentro de tres meses, firmará un “papelín” diciendo lo que debe: se irá a casa con el sofá y los 300 euros en el bolsillo y mientras ikea (o “muebles emporio”, me da igual) andará por ahí con el papelín como si fuera dinero: lo usará para pagar parte de sus compras, o para hacer nuevas compras, lo llevará al banco a descontar para pagar las nóminas... Durante esos tres meses la economía (si no existiera más) “circulará” con 600 euros: los 300 oficiales en forma de billete y los 300 del papelín con la firma de Pepito Pérez. La masa monetaria se habrá doblado sorpresivamente, para después del trimestre, cuando “nosesabequién” enseñe el “papelín” a Pepito, éste abra la cartera y de ahí saque los 300 euros, otros trescientos euros, los de la nómina del mes (trabaja para Diaz Ferrán), los otros ya los gastó en bares. Conviene reparar que si, cuando Pepito fue al Ikea hubiera llevado la cartera vacía y por eso tuvo que comprar a plazos, el dinero comercial se hubiera creado igualmente.
Finalmente llegamos al dinero “bancario”, el que asombra a los documentalistas conspiranoicos. Dinero presta el que lo tiene (sea suyo o de otro): el prestamista (de dinero, de carros, de almazaras, de aperos...) ha existido siempre, lo que se ha discutido a lo largo de la historia es sobre la legitimidad (sobretodo moral) de, prestando dinero, exigir a cambio más dinero (intereses). En cualquier caso esto es una discusión que ahora no nos atañe: lo cierto es que dinero presta el que lo tiene y presta hasta el límite de lo que tiene. Esto es rigurosamente cierto si estamos hablando sólo de billetes y monedas, pues a medida que se va vaciando el saco (o la caja fuerte) llegará un momento en que no haya ni billetes ni monedas y, en consecuencia nada que prestar. Pero como vimos anteriormente ya hemos descubierto el instrumento para que los particulares puedan crear dinero: las obligaciones de pago futuras. Siendo así, nada impide al prestamista, en vez de físicamente entregar la cantidad de billetes y monedas que el prestatario demanda, entregarle un papel en el que él mismo (el dueño del dinero) se reconoce obligado a pagar una determinada cantidad a la vista al portador del papel en cuestión, a cambio, es de suponer, de otro papel, “en el sentido contrario” en el que el prestatario se obliga a pagar a un determinado vencimiento una cantidad aún mayor, o al menos la misma, si andamos con prejuicios morales. Como además es gente de solvencia (tienen dinero y por eso lo prestan) ese papel será aceptado casi en cualquier sitio, sin olvidar que es más ligero y se transporta mejor y no se deteriora tanto como el metal acarreado de un lugar a otro. Nace así el dinero bancario, que realmente es lo mismo que el dinero comercial excepto porque ha desaparecido el “subyacente” (“la pérdida del subyacente” en todo el capitalismo financiero será nuestra ruina), es decir, la operación comercial que le dio sentido. A partir de aquí sí, ya podemos aceptar que el prestamista, al ver que no todos los receptores de los papelitos en los que él aparece obligado al pago, y obligado “a la vista” acuden “a por el dinero” y, lo que es más, aquellos papeles circulan de unas manos a otras sin que se ejecute la obligación, es normal que “se crezca” y empiece a emitir una cantidad de papeles superior al numerario que, efectivamente, guarda en sus arcas, y que, con la experiencia, calcule cuál es la cantidad de billetes y monedas que realmente le vienen a pedir, y “ajuste” el importe de sus préstamos a esa cantidad. Esto, inevitablemente conlleva que el prestamista haya prestado una cantidad muy superior a la que tenía y que el dinero creado y circulando sea muy superior a la que correspondería si hubiera apartado en su caja fuerte la parte de dinero que había ido prestando vía papelitos, en cuyo caso la masa monetaria no hubiera aumentado: se habrían cambiado monedas y billetes por papelitos, nada más.
Todo este negocio se basa en la confianza que la sociedad tiene en que el prestamista (al que todavía no hemos llamado banquero), pague “a la vista” sus deudas(*). De hecho lo que vende es “confianza”, una variante del “humo” menos tóxica para los pulmones pero más para el bolsillo. Con el nacimiento de la banca “moderna” esta confianza se refuerza, no se sabe muy bien por qué, toda vez que las quiebras bancarias has sido reiteradas y desastrosas a lo largo de toda la historia del capitalismo; pero lo cierto es que se refuerza, quizá con la idea de que puesto que recogen depósitos y a la vez prestan, la solvencia de unos garantiza el cobro de los otros. Y por supuesto, al recibir dinero, la capacidad para prestar, que ya estaba sobredimensionada en el prestamista como vimos hace un momento, todavía aumenta más.
A estas alturas podemos distinguir, en todo el dinero creado, dos tipos según su creador: el dinero “público” y el dinero “privado” y éste último puede tener un origen comercial o financiero. La denominación “pública y privada” no nos sirve porque cuando el Estado compra gasolina para los vehículos del desfile del Día de la Raza y lo deja a deber, previa firma de un “papelín” ese papelito es dinero (dinero comercial) pero ha sido creado por el Estado. Podríamos por tanto llamar a los tipos de dinero: “oficial” (monedas y billetes) y “resto” y en ese “resto” distinguir entre “dinero comercial” y “dinero financiero”, que junto con la primera categoría “dinero oficial” forman un lenguaje que yo, más chulo que un ocho, me acabo de inventar para tratar de explicar, no el origen (que ya lo hemos hecho) sino la abundancia, escasez o equilibrio del dinero “versus” las demás clases de mercancías. Pero eso no será hoy, sino ¡mañaaaaaana! (o más bien después de este puente).
(*) Sobre los subterfugios para no hacerlo, conviene leer a A. Smith: el más empleado en aquellos tiempos consistía en obligar al que quería cobrar del banco a aceptar moneda pequeña como pago, de forma tal que se eternizaba la transacción, se hacía difícil de contar y exigía la tenencia de un carro de al menos dos bueyes para poder retirar el dinero “del cajero automático” de entonces. De ahí que una Ley inglesa prohibiera a los bancos pagar cantidades por encima de un determinado importe con moneda pequeña.
Un post muy ilustrativo y desarrollado, pero a mi juicio pasas por alto algo que es MUY IMPORTANTE.
ResponderEliminarUna cosa es darle dinero a un banco o particular para que me lo guarde. Seguramente el banco deberia cobrarme una comision en concepto de custodia de ese dinero, o por los serivicos que me preste: transferencias de. I dinero, domiciliaciones etc. Pero en ningun caso el banco tiene derecho sobre mi dinero, ni derecho a apropiarse de el aunque sea de manera temporal (es decir, a prestarlo). Este tipo de operacion no crea dinero de la nada.
Otra cosa es prestarle dinero a un banco o particular, es decir, entregarselo (a cambio o no de un interes, eso es otro debate) para que lo devuelva al cabo de un tiempo. En este caso, al entregar el dinero estoy incurriendo en un riesgo. Si al finalizar el vencimiento acordado no me devuelven el dinero, lo pierdo. TAMPOCO se crea dinero en este caso, porque el prestamo esta respaldado por un ahorro previo.
En cambio hay un tercer caso en el cual al banco, mediante un privilegio del Estado, se le permite hacer un uso FRAUDULENTO del dinero DEPOSITADO (primer caso), puesto que lo utiliza para hacer prestamos que NO ESTAN RESPALDADOS por un ahorro previo, puesto que la persona que ha depositado el dinero cuenta con tenerlo disponible en todo momento. Es esta operacion la que CREA DINERO de la NADA con perniciosos efectos sobre la economia.
Bueno, es eso lo que dice el Comandante en el post previo cuando dice que el crédito nos comerá a todos. Su punto, creo yo, es que el crédito no respaldado no es una cosa nueva, no es un invento perverso y demoníaco de hace tres días.
ResponderEliminarSalu2.
No, nada de esto es nuevo, pero lo perverso no es el credito, sino el credito no respaldado. Todo lo que puede pasar con el credito respaldado es que unos ganes y otros pierdan, es el credito no respaldado el que crea un riesgo sistemico, la generalizacion de los errores de calculo economicos que desembocan en multiples proyectos inviables, consumo excesivo y despilfarro de recursos
ResponderEliminarSe oyen fanfarrias austriacas en tu discurso...
ResponderEliminarSi, si, definitivamente. Deberias leer o escuchar a Jesus Huerta de Soto, por ejemplo en el link que ha colgado en facebook un amigo tuyo.
ResponderEliminarYo creo que te gustaria mucho, porque proporciona un modelo MICRO economico (es de Mises y Hayeck) que, personalmente, tiene una potencia enorme y, en psrticular, sirve para entender los efectos de la expansion monetaria en la economia.
Desgracidamente no he tenido tiempo para "interiorizarlo" suficientemente, pero basicamente lo estructura en 3 componentes: los recursos (materiales o de trabajo), el capital (medios de produccion) y el consumo. Hasta aqui bastante ortodoxo, la novedad consiste en la apreciacion de que la produccion tiene una estructura muy compleja pero que en cierta medida se puede pensar como compuesta por multiples capas que van de la parte mas proxima al consumo final a la mas lejana. Normalmente las capas mas lejanas del consumo final tienen un tiempo de maduracion mas alto, son mas complejos y requieren mayor acumulacion de capital.
En fin, que tenemos un componente productivo muy complejo con distintos tiempos caracteristicos. Es vital que se produzca una coordinacion entre todos los agentes economicos para que el sistema funcione bien, pero esa coordinacion ha de ser una coordinacion espontanea, la que se da en una economia de libre mercado.
Existe un teorema, que le encantara al Comandante, que es el teorema sobre la imposibilidad del socialismo y que desgraciadamente aun no he podido estudiar, que basicamente dice que cualquier coordinacion forzada que se haya desde arriba (osea, economia planificada) esta condenada al fracaso porque es imposible disponer de toda la informacion necesaria para obligar a que los agentes se coordinen correctamente.
Y este es el teorema que JHS (que no es una cofradia) aplica al funcionamiento del sistema financiero, donde sorprendentemente sobrevive un sistema de planificacion central orquestado por los bancos centrales y que es la causa ultima de los ciclos economicos.
Hank: socialismo = planificación central, o según tú, "desde arriba" es una aportación tuya al concepto de socialismo. Supongo que, la Standar Oil, Apple, Telefónica... no planifican nada y, si lo hacen, lo hacen desde abajo, como en las "fasinpat". Yo creo que el capitalismo monopolista (el realmente existente) es el paradigma de la planificación central ineficiente: eso sí, ejecutada por una plantilla de subalternos (con master USA) al servicio de sus accionistas (los que sientan su culo en las sillas del consejo de administración, no de los demás, no te engañes). La diferencia con un socialismo "de planificación central" debe estar en los amos, porque en lo demás lo veo todo igual...
ResponderEliminarY ya del comunismo ni hablamos: ¿planificación desde arriba? ¿has mirado en el diccionario el origen del termino "comunismo"?¿sabes lo que opinaba Lenin del futuro del Estado? Si lo lees ("guglea" un poco, anda) te sorprenderías.
Zas, en toda la boca! LOL!
ResponderEliminarNo, no se que opinaba Lenin del futuro del comunismo, pero tenemos la ventaja de haber visto cual era el futuro que realmente tenia por delante el comunismo: su desaparicion. No pasa nada, a Lenin y a todo el mundo nos ocurre lo mismo, que hacer prediciones es dificil, sobre todo del futuro.
ResponderEliminarY si, la Standard Oil y Apple planificaron desde abajo, desde un garaje concretamente. Su crecimiento se ha basado en el merito y en las caracteristicas del sector en el que operan, no en la coaccion del ejercito o la policia.
Hay sectores en los que, por su naturaleza, existen (o se pueden configurar) caracteristicas (economias de escala, ...) que favorecen una composicion no atomizada de los agentes, asi como en otros sectores ocurre lo contrario. En esos casos hay empresas que pueden adquirir una dimension considerable (si bien es cierto que con muchos pequeños, medianos y grandes accionistas detras). Cualquier organizacion necesita de un organo que la lidere, si bien no necesariamente exige una planificacion y toma de decisiones totalmente centralizada. En todo caso las consecuencias de que ese organo tome decisiones acertadas o no las pagan, principalmente, sus accíonistas. Muchas de estas grandes empresas acaban convirtiendose en ministerios (es una forma de hablar para entendernos, no quiero ser peyorativo). Acaban convirtiendose en elefantes lentos y normalmente su supervivencia esta amenazada. Hay innumerables ejemplos de grandes empresas que han quebrado o que han estado a punto de hacerlo. (inisto, no es una critica a la funcion publica: la administracion esta enfocada a no cometer errores y eso la tiende a hacer mas lenta, en cambio la empresa privada debe estar enfocada a ser mas productiva y eso la debe hacer mas agil y flexible).
Muy distinto es el caso de algunas de esas grandes empresas se hacen grandes o se mantienen gracias a privilegios del Estado (o del comite que administra sus intereses). Evidentemente eso es un caso de planificacion central debido al intervencionismo del Estado y es muy negativo, porque en ultima instancia no estan cimentando su exito en el merito, en el valor que proporcionan al cliente, sino en la capacidad de coaccion del Estado.
@AMT:
ResponderEliminarGive an H, gimme an A, gimme an N, gimme a K!
H. A. N. K.
ya que no tengo cheerleaders en este foro, me las invento :)
Hank, no te desdobles... ¡Y hazme los deberes! ¿de dónde viene "comunismo"? de commune, el "lowest level of administrative division in the French Republic" dice la wikipedia, ¿planificación central y por arriba?
ResponderEliminarLenin escribió "El Estado y la revolución" en el que se nos cuenta que el Estado ha de extinguirse necesariamente porque poco a poco dejará de tener sentido su existencia, al no haber distinción alguna entre el Estado y la sociedad. (y esto se saca sin necesidad de leer nada, sólo con la wikipedia delante).
¿Apple se dirige hoy desde un garaje? Me da que cuando esos tíos estaban en el jodido garaje de los cojones pensaban en que iban a llegar a dónde iban a llegar con la misma claridad que Letizia en su noche de bodas con Alonso...
Joer, que mala leche tienes. Pobre Leti,
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