"El Ejecutivo del Estado moderno no es más que un Comité que administra los negocios comunes de toda la burguesía" (K. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista).

lunes, 25 de octubre de 2010

Águila Roja

          Dicen los eruditos que los valores de un pueblo se pueden conocer a través de sus cuentos populares. Eso sería antes: ahora los valores de la sociedad se conocen por sus series de televisión.

          En la que arrasa los jueves por la noche entre los televidentes con alguna neurona viva (entre los que las tienen todas muertas indudablemente gana “Gran Hermano”), la acción, cuando escribo esto, se sitúa en una revuelta popular en la que unos cuantos campesinos han “okupado” el Palacio de la Marquesa, reteniendo contra su voluntad a nobles y lacayos.
           Acepto, por imperativos del guión, que liquiden en primer lugar a los lacayos, puesto que se trata de figurantes, más fácilmente reemplazables que las estrellas, cuyo caché es mayor. Lo más gordo es que se presenta a los asaltantes como a una panda de psicópatas movidos por deseos entre sádicos y carnales, que se aprovechan de su momentánea posición de fuerza para vengarse de las injusticias a que fueron sometidos por nobles y (no lo olvidemos) también por los lacayos: de esta forma, desviando la atención a los aspectos “sucios” de una revuelta, se ampara un “statu quo”, se identifica enseguida al malo de la “peli” y se consigue que, cuando finalmente aparezca el Águila Roja, espada en ristre para degollar a todos los malos y salvar a los nobles, cuente con la general aprobación del público televidente.
           ¡Qué pena! Todos esperamos en las revoluciones que, a las puertas de palacio, se presente un pelotón de uniformados con metralletas y, al frente un joven intelectual de gafitas redondas, estrella roja en la gorrita, con los galones de teniente, al menos de “su” ejército o partido, pistola en mano, declarando, como en la canción de Manu Chao: “Estas instalaciones están ahora bajo control del Gobierno de la República Democrática Saharaui”, y, en su lugar se presenta una panda de indeseables, primos de los que salen en Viridiana, matando y violando a todo lo que se pone a su alcance.¡Qué decepción, esta revolución!
            Pobre Maestrillo: toda la serie predicando para que el pueblo tome conciencia de su situación y se levante contra sus opresores y, ahora que por fin le hacen caso, todo se va al traste por una cuestión de etiqueta.

8 comentarios:

  1. Se ve que se inspiraron en la revolucion ... Francesa

    (si, la de nuestros tradicionales e ilustrados "amigos")

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  2. Bueno, a mí esto no me pasa: yo sólo veo (por imposición desde abajo) Bob Esponja.

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  3. Bob Bob, Bob...
    ¡Con su maravilloso McJob!
    El trabajador ideal,
    Para Hank y Diaz Ferrán.
    Buen personaje para un post.

    Fdo. Calamardo.

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  4. Hank... ¿No me digas que reniegas de la Revolución Francesa? Pero... si esta prueba ya la pasó Runner en su día...

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  5. No estoy muy documentado sobre el tema, pero lo poco que he leido me resulta tan tan desagradable ... (las circunstancias que rodearon el periodo de cautividad de Maria Antonieta). Casi que prefiero la tirania de segun que sujeto que la de segun que populacho desbocado

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  6. ¿¿¿??? Hank, aquí sí que patinas. Uy, la que te va a caer...

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  7. Buf, es que lo que le hicieron al hijo de Maria Antonieta, teniendo hijos de esa edad, es MUY DURO, y me dejo bastante tocado. No simpatizo NADA con esa gentuza

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  8. ¿Y cuantas Marías Antonietas hay por ahí muertas y desconocidas? Lee los primeros capítulos de la Historia de dos ciudades, novela basada en hechos reales de un autor, Dickens, que para más señas, era contrario a la Revolución Francesa.
    Lo siento, Hank, todo cambio, y no digo ya toda revolución, tiene sus efectos colaterales: hay que aceptarlo. Como hay que aceptar que sin Revolución Francesa, Occidente tal y como lo conocemos no existiría: eso sí tendriamos, en su lugar una versión salafista-cristiana de la sociedad.

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