La típica “lecturita” vacacional (*) revela joyas como ésta:
“La situación del país, mala, malísima. El crédito, a tierra. La riqueza rústica y urbana, menguando prodigiosamente. Los negocios, perdidos, y no sé quién se salvará de este conflicto. Yo hago prodigios por salvar la 'Peninsular'; pero te aseguro, querido Juan, que ni como ni duermo. Bien puedo decir que paso los peores días de mi vida. Nadie paga, porque nadie tiene para pagar. Si vendes, nadie compra, ni aun cuando des la cosa por el cincuenta por ciento de su coste. La España ha llegado a una decadencia grande, y yo, como buen español, desearía que hubiese medios hábiles para levantar el prestigio y dignidad de este pueblo, que merece mejor suerte. No habiendo grande abnegación, grande desinterés, grande patriotismo en todos los progresistas y demócratas, podemos decir que hemos contribuido todos al aniquilamiento de España”
La carta fue escrita por Madoz el 12 de enero de 1.867 y se dirigía a Prim, mientras ambos preparaban ese golpe de estado que aquí se conoce como “Revolución del 68”. En ella se revelan dos cosas: en primer lugar que las crisis en el capitalismo son periódicas y recurrentes; en segundo lugar que “los de arriba” siempre piensan que la culpa de estas crisis son de “los de abajo”: que si no somos abnegados, que si hemos perdido la dignidad, que si queremos demasiado Estado de Bienestar, que si somos desidiosos, nos falta patriotismo... sin olvidar el papel de los que siempre están ahí para romper España... Vamos que las crisis las provocamos los españoles sólo por fastidiar.
Por cierto, “La Peninsular” de Madoz era una empresa de seguros. Ignoro si también tenía una agencia de viajes. Se cumpliría así la famosa frase de Marx en su “Brumario”: la historia se repite dos veces: la primera en forma de tragedia, la segunda en forma de farsa.
(*) FONTANA, J. Cambio económico y actitudes políticas en la España del siglo XIX. Ariel. 2ª Edición. Barcelona 1.975.
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