Antes de atender la petición de mi blog hermano sobre ese asuntillo que tienen los keynesianos con la inflación, que me llevará tiempo si el trabajo, el pluriempleo y las migrañas lo permiten, voy a reordenar dos posts que ya tenía escritos y que, van a venir muy bien como aperitivo de lo que en cuánto pueda explicaré sobre el pretendido efecto inflacionista de las políticas keynesianas. Este es primero de ellos:
Esta semana, en clase, explicaba las tres posiciones sobre la crisis (esta crisis y, en general, todas las crisis del capitalismo), de la siguiente forma:
Todos coinciden en que el paciente está enfermo, pero discrepan sobre sus causas y, en consecuencia, sobre la cura.
Están, en primer lugar, la de los que creen que la enfermedad se debe a las privaciones: al paciente se le ha encerrado en una celda, falta de aire y con malos alimentos y por eso, se ha puesto malo. Excesiva regulación estatal, mucho intervencionismo público, demasiadas bocas que alimentar: la solución abrir la jaula y dejar que el paciente vaya a su aire hasta que se recupere. Académicamente esto supone des-regular, reducir el Sector Público, liberalizar... Esta corriente que, como decía en clase, es mayoritaria en España, tiene una aceptación inversamente proporcional al grado de desarrollo intelectual de las personas (y gobiernos) que las sostienen: cuanto más desarrollado menos crees en ella, entre otras cosas porque al saber leer y leer en los libros de Historia, te das cuenta que el paciente ya se ponía malo antes siquiera de que existiera el Sector Público.
Luego están los que creen que el capitalismo es un maniaco depresivo que debe tomar su medicación para estar controlado: cuando no se la toma se producen etapas de euforia y de depresión. Si se las toma todo va por una senda de crecimiento estable. Esta medicina se llama rama de estabilización del Sector Público. Como hacía tiempo que el enfermo no se estaba tomando las pastillas, bien porque no nos habíamos dado cuenta de que se habían acabado, bien, en la mayoría de los casos porque pensábamos que ya estaba curado, ahora resulta que tiene una recaída y hay que volvérselas a dar. Estas pastillas son una mezcla de bromuro y antidepresivos: de bromuro para que, en las épocas de euforia, no se tire a todo lo que se menea como un perro en celo y de antidepresivos para que las "horas bajas" el paciente no se suicide. Estas pastillas se llaman políticas fiscales y consisten en animar el gasto público y la inversión cuando nadie lo hace y en sangrar al enfermo cuando está excesivamente eufórico. Esta opinión es mayoritaria entre los expertos económicos más reconocidos a nivel mundial, y se predica (aunque no se haga) en muchos foros.
La tercera opinión es que el enfermo tiene un cáncer terminal: a temporadas mejora pero luego vuelve a recaer. Los intentos de hacerle mejorar son como las hierbas, los curanderos o las oraciones: una pretendida mejora, psicosomática, durante un tiempo y luego vuelta a caer... Esta opinión sólo la encontraréis rebuscando mucho, en foros alternativos, y bebe de esas viejas teorías de aquel barbudo que, viene a aburrirnos con sus molestas opiniones que han devenido ciertas.
¿Y cuál es mi opinión? Una cosa es la libertad de cátedra y otra llamar a la revolución... Pero que conste que soy partidario de una muerte digna.
Los austriacos (entre los que cada vez me encuentro más cómodo) han demostrado que los ciclos económicos tienen su origen en (esto tendría que gustarte) la connivencia y la relación de privilegio entre la banca (no el empresariado) y el Estado. Osea, en el fondo lo que denuncia este blog.
ResponderEliminarCreo que está claro que el Comandante apuesta por la tercera opción, no hace falta discutir mucho sobre eso.
ResponderEliminarPor cierto, Hank, prepárate, porque el proemio de este post tiene que ver con lo que tú me enviaste, y que mi hermano te contestará. Yo por mi parte al Comandante agradecerle su dedicación, y su cariño.
Salu2
¡Este muerto está muy vivo! :)
ResponderEliminarEspera a ver si el petróleo llega de ésta a 150$ antes de cantar victoria...
ResponderEliminarEn efecto, el muerto esta muy vivo. Si algo nos ha enseñado el capitalismo es que es como un cancer al que se le da quimioterapia. El cancer se reduce y se reduce, y parece que va a desaparecer, pero de pronto el cancer se alimenta de la sustancia que pretendia destruirlo y se convierte en un tumor mucho mas maligno que el inicial.
ResponderEliminarEso es lo que nos pasa hoy. Expresiones como"hay que poner limites al liberalismo”(no recuerdo las palabras textuales), son pronunciadas por un señor que hoy es presidente de una nacion, y mañana sera consejero experto en asuntos medioambientales y para el cambio climatico de, por ejemplo, suez o de societe generale. En el caso de España la iberdrola, la endesa o el santander.
Un video para que el Comandante se motive y responda con mas ganas:
ResponderEliminarwww.anarcocapitalismo.com/boombust.htm
Sí sí: "este muerto está muy vivo", o "este barco jamás se hunde" (Titanic).
ResponderEliminarInteresante post. Como yo lo veo, tanto el capitalismo como el socialismo tienen por un lado una dimensión ideológica y por otro una dimensión teórica y práctica que incluye los distintos enfoques con los que se configura un sistema económico concreto. Ambas dimensiones pueden separarse perfectamente pero lo frecuente es utilizar la dimensión teórico/práctica para atacar e exaltar la ideológica.
ResponderEliminarEn cualquier caso, ambas son ideologías cuya explosión ha tenido lugar al abrigo de la sociedad industrial y la pregunta es, ¿hasta qué punto tienen sentido fuera de ella? Incluso si como ideologías siguen sirviendo, ¿seguirán valiendo los enfoques teórico/prácticos o habrá que inventar nuevos?
@Hank, ..no sé si es problema mío, pero la página del vídeo que propones no parece funcionar... o quizá la han cerrado por la Ley Sinde.
@dmc: joer, es www.anarcocapitalista.com/boombust.htm
ResponderEliminarGracias, runner