Viajé a Irlanda, hace unos cinco años, en plena ebullición económica. El avión tuvo que hacer una "parada técnica" en el aeropuerto de Manchester debido a que, por congestión del aeropuerto de Dublín, había permanecido mucho tiempo dando vueltas "en espera" y no tenía combustible. Cuando finalmente llegamos al aeropuerto de destino ví, desde la ventanilla, como se "aparcaba" el avión "a mano", dirigido por un tío en chándal. Advierto que viajaba con Iberia: si hubiera sido con Ryanair seguramente lo hubieran "aparcado" a patadas.
La visión de Dublín fue decepcionante: a la tradicional dejadez y sensación de suciedad de las gentes y locales "del norte" (frente a lo que nos pretenden hacer creer), además vi (en plena época del "milagro irlandés" repito) mendigos pidiendo a las puertas de los supermercados: chavales jóvenes, con el pelo rapado, y, esto es importante, de piel blanca. Las cosas funcionaban "regulín regulán": no había autopistas, las carreteras eran "cutres de narices", y un trayecto de cuarenta kilómetros bien podría llevarte fácilmente más de una hora.
En una especie de "mezcla de metro y cercanías" que tenían estaban empezando a poner tornos que, por supuesto, todavía no funcionaban; los trenes, es obvio decirlo, salían y llegaban cuando les daba la gana. Los pubs se pasaban las normas "por el forro" y, a diferencia de los ingleses, podías entrar tranquilamente con un niño de seis años: con lo único que parecían algo estrictos era con el tabaco.
Tampoco era el proverbial pueblo simpático que sale en las películas: obras aquí y allá que parecían no avanzar ni terminarse nunca, de día y noche borrachos tirados por la calle (y no sólo en Temple Bar); en el Trinity jóvenes holgazaneando, como es propio de todas las Universidades del mundo; de noche las calles iluminadas insuficientemente; en algunos casos (en los soportales del edificio del Banco de Irlanda) iluminadas con velas: las de una vigilia en apoyo a De Juana, por entonces, "echao", en huelga de hambre. La Irlanda rural era todavía más deprimente; sobretodo si ibas un domingo: gente de casa a misa y de misa a casa en "galochas" o como quiera que se llamen allí; siendo "el Día del Señor" te las veías y te las deseabas para poder encontrar un sitio donde comer...
Mi impresión de ese país era que su grado de desarrollo humano estaba próximo a la "Galicia profunda" y a la mayor parte de Portugal (Santiago, Coruña, Aveiro o Lisboa están más desarrollados), y que, al final, Dublín sólo valía para largar a los chavales un año en un Erasmus a que se lo pasen bien y le den a la lengua. Por cierto, a la vuelta el avión salió con cuatro horas de retraso.
Siempre me sorprendió que ese país fuera el modelo de desarrollo de la globalización: las impresionantes cifras del "dieconomist" o del "fainancial" no se dejaban ver en mejoras materiales por ningún lado. Recuerdo que incluso en un seminario de fiscalidad internacional comenté ese "gap" entre lo publicado y lo real, con escepticismo y desaprobación general (y, ¡ay!, ministerial): será que vamos a hoteles distintos, pensé.
Ahora se ve que ese desarrollo (basado en el "dumping" fiscal por cierto) era artificial; es un paso: para mí no era artificial, era inexistente... Excepto, seguramente para unos pocos... pero, por lo que vi, indudablemente ni siquiera vivían allí.
La visión de Dublín fue decepcionante: a la tradicional dejadez y sensación de suciedad de las gentes y locales "del norte" (frente a lo que nos pretenden hacer creer), además vi (en plena época del "milagro irlandés" repito) mendigos pidiendo a las puertas de los supermercados: chavales jóvenes, con el pelo rapado, y, esto es importante, de piel blanca. Las cosas funcionaban "regulín regulán": no había autopistas, las carreteras eran "cutres de narices", y un trayecto de cuarenta kilómetros bien podría llevarte fácilmente más de una hora.
En una especie de "mezcla de metro y cercanías" que tenían estaban empezando a poner tornos que, por supuesto, todavía no funcionaban; los trenes, es obvio decirlo, salían y llegaban cuando les daba la gana. Los pubs se pasaban las normas "por el forro" y, a diferencia de los ingleses, podías entrar tranquilamente con un niño de seis años: con lo único que parecían algo estrictos era con el tabaco.
Tampoco era el proverbial pueblo simpático que sale en las películas: obras aquí y allá que parecían no avanzar ni terminarse nunca, de día y noche borrachos tirados por la calle (y no sólo en Temple Bar); en el Trinity jóvenes holgazaneando, como es propio de todas las Universidades del mundo; de noche las calles iluminadas insuficientemente; en algunos casos (en los soportales del edificio del Banco de Irlanda) iluminadas con velas: las de una vigilia en apoyo a De Juana, por entonces, "echao", en huelga de hambre. La Irlanda rural era todavía más deprimente; sobretodo si ibas un domingo: gente de casa a misa y de misa a casa en "galochas" o como quiera que se llamen allí; siendo "el Día del Señor" te las veías y te las deseabas para poder encontrar un sitio donde comer...
Mi impresión de ese país era que su grado de desarrollo humano estaba próximo a la "Galicia profunda" y a la mayor parte de Portugal (Santiago, Coruña, Aveiro o Lisboa están más desarrollados), y que, al final, Dublín sólo valía para largar a los chavales un año en un Erasmus a que se lo pasen bien y le den a la lengua. Por cierto, a la vuelta el avión salió con cuatro horas de retraso.
Siempre me sorprendió que ese país fuera el modelo de desarrollo de la globalización: las impresionantes cifras del "dieconomist" o del "fainancial" no se dejaban ver en mejoras materiales por ningún lado. Recuerdo que incluso en un seminario de fiscalidad internacional comenté ese "gap" entre lo publicado y lo real, con escepticismo y desaprobación general (y, ¡ay!, ministerial): será que vamos a hoteles distintos, pensé.
Ahora se ve que ese desarrollo (basado en el "dumping" fiscal por cierto) era artificial; es un paso: para mí no era artificial, era inexistente... Excepto, seguramente para unos pocos... pero, por lo que vi, indudablemente ni siquiera vivían allí.
Algo tendra que ver que son norteños pero catolicos.
ResponderEliminarNo hay milagros economicos, solo trabajo, esfuerzo, sentido de la responsabilidad, talento y ganas ... y capital acumulado, claro!
Sobre todo capital acumulado, claro. Pero mejor centrarse en resaltar que lo importante es el el talento y el esfuerzo, como muestran miles de casos individuales a lo largo del mundo y a lo ancho de la historia. Y olvidarse sobre todo de la espinosa cuestión de saber cómo se ha acumulado ese capital, porque sino tal vez a algún iluminado y tercermundista líder populista se le ocurre por ejemplo hablar de cómo y a costa de quién las potencias europeas acumularon capitales inaúditos durante la Edad Moderna, y habría que explicarle que los delitos prescriben, que la historia la escriben los dueños de la imprenta y que no vamos a pagar por las tropelías de nuestros abuelos aunque hayamos heredado sus haciendas.
ResponderEliminarPasando a otro asuntillo, me permito hacer una pregunta al autor de este blog que llevo leyendo un tiempo y que me ayuda a pensar y me hace aprender.
En una entrada anterior, y en medio de otro encendido debate sobre el capitalismo, hablabas del GPS como ejemplo paradigmático de bien público, pues la señal está disponible para todos y su uso por unos no excluye a los demás. Se me ocurre entonces que cualquier información publicada en un soporte digital (como una película o una canción) entraría dentro de esa categoría de bien público. Si yo cojo un disco en una tienda y salgo sin pagar, estoy apropiándome de un objeto y retirándolo del mercado, con lo cual nadie más podrá disfrutarlo. Si lo que hago es copiar una canción, porque un amigo me presta su disco, o porque alguien me permite descargármela de su ordenador, no le estoy quitando a nadie nada... Igual que el paisano medieval que se aprendía la tonada de un trovador de paso y luego la cantaba en la fiesta de su pueblo.
Sí, ya sé que hay una cosa que se llama propiedad intelectual y que los autores tienen que vivir, pero eso es otro debate. Ahora sólo hago una disquisición económica sobre la que solicito humildemente la opinión de un especialista.
Saludos.
Perdona Rob, pero he estado buscando dónde se había marchado tu comentario, porque lo leí en el correo y no lo encontraba en el blog... Los del blogspot lo habían colocado en la bandeja de ¡spam!
ResponderEliminarQuería a toda costa recuperarlo porque lo que planteas es muy interesante, pero quizá una parte excede de las pretensiones del blog: lo que vamos a hacer, si te parece es dividir el problema en dos partes: por un lado si lo que quieres es un resumen de los problemas de los bienes públicos, lo tendrás en un par de semanas como apuntes, que estoy elaborando para la clase. Ya te avisaré en una posdata cómo y cuándo lo tendrás disponible.
Lo de las canciones es una derivada del problema de la imposibilidad de excluir al consumidor de estos bienes que ya incluiré en los apuntes, porque en definitiva es lo que determina que no exista mercado: "no se puede producir lo que luego no se puede cobrar".
Lo del GPS es una actualización tecnológica del ejemplo del faro como bien público, que citan todos los manuales (Rosen, Stiglitz, Villarejo...) y que a mí ya me parecía un poco demodé...
Muchas gracias por tu post.
Vaya, otro con la historia del pecado original. Se ve que el bautismo era algo muy necesario. A ver, Roy, sumerge tu cabeza en la bañera de casa y repite conmigo: "yo no tengo la culpa de haber nacido aqui". Y luego da las gracias a tus ancestros: a papa, a mama, a los abuelitos, a los bisabuelitos, etc. por haberte nacido aqui y heredado el capital economico, humano, intelectual etc. que ellos crearon. Dar gracias si, culparse por haber nacido aqui no.
ResponderEliminarEsto de sentirse culpable sin haber hecho nada malo debe ser una cosa como un tanto insportable no?. Disfrutas cuando te tomas una cerveza o vas al cine? O estas pensando en lo gusano que eres por estar pasandotelo bien "a costa de no se quien". O quizas no piensas en ello y solamente lo sacas en foros como este para quedar bien.
Enterate bien: la riqueza se crea. Tambien se puede robar y destruir, pero principalmente se ha creado. Ya puedes revolcarte en montañas de carbon, que sin el conocimiento de la revolucion industrial para lo unico que sirve es para darselo de regalo a los niños malos en navidad.
Por cierto, el crecimiento exponencial de la riqueza en muchos paises del tercer mundo de los ultimos años es posible porque su curva de aprendizaje es mucho mas rapida que la historica del mundo occidental, porque ellos no tienen que generar nuevo conocimiento para mejorar su calidad de vida, sino aprender y aplicar el conocimiento ya creado.
Es curioso como se considera que se esquilma a un pueblo al que se le compran piedras o recursos que no saben utilizar para nada y cuyo unico merito es que ocupan el terreno en el que se extraen y en cambio no se valora el desarrollo de conocimiento, que evidentemente requiere trabajo y merito. ¡Pero que escala de valores tan nefasta es esa!
ATM, gracias por tu respuesta. Espero con interés esos apuntes.
ResponderEliminarHank, gracias a ti también por tomarte la molestia de comentar mi comentario, aunque la verdad es que me sobra un poco toda esa agresividad. Trataré de responder a tu diatriba más tarde.
Nada, encantado de comentar tu primer comentario, este comentario y al futuro comentario a mi comentario de tu primer comentario,
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