"El Ejecutivo del Estado moderno no es más que un Comité que administra los negocios comunes de toda la burguesía" (K. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista).

lunes, 15 de noviembre de 2010

La Amenaza Fantasma VII


VII.- Las novias de Fumanchú

          Si los “chinos” compran deuda, con lo cual están financiando los déficits (públicos y privados) de los demás: ¿Quién no te dice que mañana dejen de hacerlo (o amenacen con ello) y hundan nuestro sistema económico?

          Si los “chinos” tienen “mogollón” de dólares acumulados en los sótanos de su Banco Estatal: ¿Quién les quita para que mañana suelten todos esos dólares, inunden el mercado de dinero con ellos y generen un proceso inflacionista de “cágate lorito”?
          Estos son nuestros dos grandes miedos. Para explicar por qué no pasará ninguna de estas dos cosas recurriré a dos figuras comprensibles para cualquiera: el caso “afinsa/fórum filatélico” por un lado y el caso “de las colas del carrefour” por el otro. Con tan peregrinas herramientas vamos a analizar estos dos miedos.
          Miedo a dejar de comprar deuda: la deuda que compran los chinos es básicamente deuda pública norteamericana, porque es la que les resulta más interesante no sólo en cuanto a tipos de interés sino también por la moneda empleada. Esta compra es la que preocupa a los autores del “sindrome de china” en términos de inflación, asociados a “movimientos” monetarios (*). Esta preocupación es doble: por un lado si dejan de comprar deuda pública “yanki”, al Tesoro de Estados Unidos no le quedará más remedio que o reducir sus necesidades de endeudamiento, o, lo que es más probable, buscarse otros compradores de deuda, para lo que tendrá que “mejorar las condiciones de su deuda”, algo que se consigue aumentando su interés. Con esto “robará” clientes a otros títulos de deuda (privados pero también públicos de otros Estados), lo que obligará a estos últimos a “mejorar” a su vez sus condiciones en una espiral de subida de los tipos de interés de consecuencias imprevisibles. En ese escenario el malévolo chino con una sonrisa, retuerce su bigote con sus largas uñas.
          Miedo a vender la deuda que tienen en sus manos: La primera consecuencia deriva de que bien he dicho “vender”, no regalar, lo que implica recibir algo a cambio: si lo que se recibe son bienes (**), esta deuda se ha convertido en “dinero financiero” y como resultado, al menos durante un tiempo convivirán en la masa monetaria los dólares que los chinos pagaron para comprar la deuda y esos mismos títulos de deuda que se utilizaron como medio de pago de los bienes que se recibieron a cambio de la deuda. Si lo que se recibe a cambio son “billetes verdes” y éstos se almacenan en las catacumbas del Banco Central Chino, la masa monetaria se mantiene aún cuando en el mercado los billetes escasearán (“dinero legal” o “dinero monetario” como lo hemos llamado) y los títulos de Deuda Pública abundarán (“dinero financiero”) lo que es un problema porque para las transacciones comerciales éste no es un sustitutivo perfecto de aquél.

          Finalmente hay que recordar que lo primero que pasa cuando al mercado llegan muchas fresas es que el precio de las fresas baja (hace unos cuatro años incluso te las regalaban a la salida del supermercado): cuando de pronto llega mucha deuda pública norteamericana al mercado, éste se inunda de esos papeles y bajan de precio. Para conseguir que vuelva a subir se necesita que alguien la “elimine” del mercado: que la compre y la destruya: ¿quién va a hacer esto? La Reserva Federal; ¿cómo lo va a hacer? Cambiando sus dólares por deuda. ¿Y si no tiene dólares? Tendrá que darle a la máquina de hacer billetes. ¿Qué pasará entonces? Que nos inundaremos de dólares con los efectos inflacionistas fáciles de advertir, mientras el perverso chino sonríe, echando volutas de humo mientras fuma un cigarrillo enganchado a una larga, larga pitillera.

          El segundo miedo es que “abran las compuertas” donde almacenan sus dólares e inunden el mercado. Los efectos son parecidos a los del caso anterior con algún atajo: si con ese dinero (que no regalan, repito) compran cosas, habrá más dinero y menos cosas (inflación); si compran deuda habrá menos deuda en el mercado y más dinero, y, en cualquier caso mucho billete por el mundo y pérdida de capacidad de compra de ese billete, que es la otra cara que siempre hemos visto de la inflación. En todos estos casos no hace falta que la Reserva Federal saque sus dólares de sus cajas fuertes o le de a la máquina de imprimir dinero porque ya lo han hecho los chinos por ellos.
          Dicho esto ¿el miedo es real? Lo veremos después de la publicidad.



          (*) Los otros, el que compren el local de la esquina o la fábrica de quesos del pueblo no les preocupa.

         (**) Aunque no se intercambien inmediatamente los unos por los otros Habrá un proceso Deuda-billetes-bienes, aunque esos billetes no se lleguen a ver físicamente (se compensen mediante anotaciones en cuenta)

1 comentario:

  1. Pues como hagan eso y también lo de saltar todos a la vez, vamos a flipar en colores.

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