V.- A empujones:
Dos razones mueven los agitadores del fantasma de la hiperinflación, por lo que leo de sus artículos: las políticas expansivas de los gobiernos y el “síndrome de China”. Vamos con ellas:
Políticas expansivas de los gobiernos: creen estos autores que en la situación actual las políticas expansivas de gasto público degenerarán en un aumento de la inflación. Por un lado piensan que, si Obama quiere pagar las obras y gastos que encargue, incluyendo su Sistema de Sanidad, tendrá que recurrir o a la máquina de hacer billetes (“dinero oficial” ) o al endeudamiento (“dinero comercial” o incluso “financiero”). Creen, además, que si el Estado compite con el sector privado por los recursos, estos saldrán a subasta y se los adjudicará el mejor postor, que, como no me canso de repetir, en la economía de mercado es el que más paga por ellos: por tanto subirán los precios de esos recursos y, por ende subirán los precios de todas las cosas, hasta la estratosfera.
Con esas ideas (más o menos encubiertas) ya se ve lo bien que enseñan la “patita”. En el fondo les molesta la acción expansiva del estado que, más tarde o más temprano implicará una variación en la correlación de fuerzas, en favor de lo público. Parece difícil compensar, dando a la manivela de la máquina de hacer billetes tanto “dinero oficial”, como “dinero comercial o financiero” se ha destruido. Lo del efecto expulsión (“crowding out”) que se nos vende bajo una competencia entre lo público y lo privado por los recursos tampoco parece corresponder con el escenario económico que presenciamos, en el que vemos, como en las películas de un futuro apocalíptico, unos enormes desiertos donde la iniciativa privada ya desertó (nunca mejor dicho) y donde si tampoco llega la iniciativa pública, aquello no será más que arena, maleza y espinos.
Hablar de expulsión de lo privado por lo público en los tiempos actuales es una ridiculez, máxime cuando existe un termómetro que mide, como la fiebre, un síntoma para saber si eso se produce: examinando los tipos de interés lo vemos claro: si realmente lo público y lo privado estuvieran compitiendo hoy por los recursos económicos, entre ellos el dinero, los tipos no estarían casi al 0%. Al cero están, porque, ni aún así se logra adivinar en qué se puede colocar el dinero, una vez cerradas las timbas, en plena “Ley seca” y a la espera de que se abran nuevos garitos. Si los tipos están al cero, es que el dinero sobra, pero que no se preocupe el lector porque no se lo van a regalar: antes de eso, harán como con las prendas de H&M: lo destruirán. Por eso no hay que preocuparse: jamás darán dinero a quién lo necesita, ahora ni siquiera lo prestan.
Hablar de expulsión de lo privado por lo público en los tiempos actuales es una ridiculez, máxime cuando existe un termómetro que mide, como la fiebre, un síntoma para saber si eso se produce: examinando los tipos de interés lo vemos claro: si realmente lo público y lo privado estuvieran compitiendo hoy por los recursos económicos, entre ellos el dinero, los tipos no estarían casi al 0%. Al cero están, porque, ni aún así se logra adivinar en qué se puede colocar el dinero, una vez cerradas las timbas, en plena “Ley seca” y a la espera de que se abran nuevos garitos. Si los tipos están al cero, es que el dinero sobra, pero que no se preocupe el lector porque no se lo van a regalar: antes de eso, harán como con las prendas de H&M: lo destruirán. Por eso no hay que preocuparse: jamás darán dinero a quién lo necesita, ahora ni siquiera lo prestan.
Los del “síndrome de China”: estos ignoran muchas cosas sobre China, Estados Unidos, el papel del dólar como moneda de intercambio comercial y de refugio universal... Tantas cosas que habrá que realizar digresiones a mansalva. Vamos por ellas, no en vano, como Dickens, cobro por cuartillas escritas.
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