A continuación os trascribo la “carta” que he enviado a la “corriente” muchopsoeporhacer, y que, sin duda, habrá ido directamente a la papelera de reciclaje:
Estimados vecinos ideológicos:
El socialismo o la socialdemocracia, o “hacia el socialismo por la democracia”, o como quiera llamarse vuestra ideología, es, ante todo y sobretodo un pensamiento económico. Sobre esta base y sobre el modelo económico que se deriva (una economía mixta, en transición hacia una economía socialista) se asienta todo lo demás (políticas sociales, avance en los derechos, reconocimiento de nuevos derechos civiles): si los cimientos se caen, el resto del edificio “progresista” se desmorona. Este es, a mi juicio, la raíz del problema en que os veis inmersos.
Cualquier análisis no debe desconocer los aspectos del pasado, presente y futuro, relevantes para poder encontrar las soluciones. En mi opinión estos aspectos son:
I.- Pasado:
Respecto del pasado, nada vale la crítica de aquello que ya no tiene solución, ni tampoco sustituir la crítica a las políticas por la crítica a las personas. De nada os sirve llorar por la leche derramada, ni culpar de ello a determinadas personas, muchas de las cuales ya han abandonado la vida política. Pero sí es interesante retener dos hechos:
1.- En primer lugar sin crisis el PSOE (me resisto a llamarlo Partido Socialista, porque creo que de Pablo Iglesias sólo quedan las siglas) no hubiera perdido las elecciones: luego la causa determinante de la derrota es la crisis. Esta conclusión es importante, porque también es posible que si la crisis (dios no lo quiera) continúa, o incluso si se agudiza, también sea la causa de una futura derrota del PP, lo que es un acicate para “dejar las cosas sin hacer” y esperar al devenir de los tiempos. Algunos, con seguridad, se apuntan a esta solución: aguantar.
2.- En segundo lugar los errores del gobierno del PSOE ni sólo se producen a partir de la crisis, ni tienen que ver (“solo” repito) con las medidas antisociales de la última época: los errores proceden de un modelo económico neoliberal o socioliberal, diseñado por “la nueva vía” e implementado ideológicamente a partir del XXXV Congreso del PSOE. Tan dañinas como las medidas antisociales de la última época, fue la gestión en la época del crecimiento insostenible. Estaba fuera del alcance de nuestro gobierno evitar la crisis mundial que se avecinaba, pero sus políticas en esa época del “tutto bonito” han sido determinantes para que en el Estado Español la crisis sea mucho más aguda. Los errores de esa época (2.004-2.008) son de tres órdenes:
a) En primer lugar se renunció a cambiar el modelo productivo, negándose incluso la existencia de una burbuja inmobiliaria.
b) En segundo lugar se olvidó el paradigma keynesiano que exige, para mantener una senda de crecimiento estable, la adopción de políticas anticíclicas, que permiten compensar los supéravits presupuestarios de las etapas de crecimiento con los déficits de las épocas de recesión, buscando el presupuesto equilibrado en el ciclo. El abandono de esta posición (socialdemócrata) supuso rebajar impuestos, rebaja que fue además absolutamente injusta pues se suavizó la tributación de las rentas del capital y de las ganancias de capital, blindar la tributación de las SICAV, se permitió la práctica exención de la tributación de los beneficios que las grandes empresas obtenían del extranjero (ETVE, deducción del fondo de comercio financiero…), se suprimió el Impuesto sobre el Patrimonio y así un largo etcétera de despropósitos en materia tributaria, que, al igual que la cigarra del cuento, permitió llegar al invierno con la despensa vacía.
c) En tercer lugar se renunció a desarrollar el “cuarto pilar” del Estado del Bienestar: guarderías, residencias de ancianos… Hasta la Ley de la Dependencia llegó tarde. En su lugar el desarrollo del Estado de Bienestar se sustituyó por una política de “cheques” (cheque bebé, 400 euros, continuación de la deducción por madre trabajadora), medidas que eludieron la responsabilidad que obligaba a un gobierno socialdemócrata, que también fueron procíclicas en lugar de anticíclicas y que, en su consecuencia, “calentaron” más la ya recalentada economía española.
Lo peor de todo ello es que nada se hizo por azar, sino que correspondía a la hoja de ruta que el modelo económico de un “socialismo neoliberal” (Nueva Vía) tenía en mente, a veces de forma directa (“la política económica se hace con la mano derecha y la política social con la mano izquierda”), a veces de forma solapada (diciendo una cosa y haciendo todo la contrario, como ha sucedido en la lucha contra el fraude fiscal, con una Ley que se ha convertido en una nueva atadura a las actuaciones de inspección) . La conclusión que se debería sacar es que el PSOE no puede abandonar su modelo económico socialdemócrata, o dejará de existir. Haberlo abandonado probablemente haya ocasionado ya un daño irreparable.
II.- Presente:
Interesa invertir el orden de las cosas, manteniendo una actitud de resistencia hasta que se pueda planificar el futuro. En ese orden de cosas hay tres acciones inmediatas:
1.- Una oposición muy dura a cualquier iniciativa económica del gobierno que se aparte del modelo socialdemócrata, venga impulsada por el propio gobierno español o por mandato de la Unión Europea: se trata, por encima de todo, de ser fiel a vuestra ideología, no de ser fiel a las instituciones.
2.- Una recuperación de los municipios y comunidades autónomas donde existe una mayoría de izquierdas. Desarbolado el poder territorial del PSOE a unas cuotas que difícilmente aseguran su supervivencia (pues los partidos viven, también, de gestionar los presupuestos) interesa recuperar poder pactando con Izquierda Unida, al precio que sea: si para ello hay que apartar personalidades históricas o ceder cuotas de poder a esa coalición, debería hacerse. Hay que tener en cuenta que IU sigue sin capitalizar el descontento del votante de izquierdas y que sus estructuras están aún más anquilosadas que las vuestras, por lo que es posible que cualquier coalición revierta, incluso en beneficio vuestro. El caso de Extremadura es paradigmático: es una afrenta que una comunidad cuyos ciudadanos se expresaron mayoritariamente por una opción de izquierdas haya acabado en manos de la derecha: pasados los momentos iniciales de “desquite” es necesaria ya una moción de censura. Otro tanto cabe predicar de municipios en los que se produce esta misma circunstancia.
3.- Una defensa numantina de la Comunidad Andaluza: deben retrasarse las elecciones autonómicas todo lo que sea posible y presentar, para entonces un proyecto absolutamente regenerado, con caras y planteamientos nuevos: El tiempo es un factor esencial, pues cuenta en contra del PP y a favor de la regeneración, pero hay que empezar ya.
III.- Futuro:
Al PSOE se le abre el dilema de elegir entre ser un partido “del cambio” o “del recambio”: si elige este segundo camino, desde luego el más fácil, sólo queda esperar a una posible alternancia al estilo Cánovas-Sagasta. Pero si elige la primera vía tiene que actuar en los siguientes órdenes:
1.- Debe empezar limpiando la casa por dentro, recuperando (si es que alguna vez la ha habido) la democracia interna. Mecanismos como las primarias son fundamentales, pese a quién pese, pero también lo es la necesidad de que buena parte de las decisiones se tomen de acuerdo con modelos de democracia participativa, incluso en las decisiones más nimias de una agrupación local. En las sedes hay que tirar los tabiques de los despachos para hacer salas de reuniones: cualquier cargo debe estar expuesto a todo tipo de críticas de afiliados y simpatizantes: y si no está dispuesto a ello, que abandone la nave: “no da el perfil”.
2.- Una vez limpia la casa hay que pensar en ampliar los cimientos, la base: se trata de dar acogida a todos los grupos e individuos definidos o autodefinidos como “de izquierdas”. Debe cesar la persecución a determinadas corrientes como “izquierda socialista” y, aún más, debe fomentarse la existencia de corrientes dispares. Hay que salir a la calle a “captar” militancia, en lugar de encerrarse en el menor número de personas que me permitan tener controlada una determinada agrupación. Hay que colaborar y conseguir integrar a “oenegés” especialmente en el ámbito la economía y lo social.
La percepción que muchos hemos tenido estos años es que el PSOE se parecía al clero: un grupo de personas, encerradas en palacios episcopales y coches oficiales que permanecían sordas y despreciativas a cualquiera de los que nos encontramos fuera pero en el entorno, simplemente como si fuéramos basura. Esta situación debe cambiar: allí dónde se vea cantera hay que fichar. Sólo así el PSOE podrá ser el “gran” partido de la izquierda. Una de las críticas más severas de la gente que se considera de izquierdas es el bipartidismo y la poca visibilidad que alcanzan, grupos, partidos, grupúsculos minoritarios. Esto, en sí, no es un problema, siempre que puedan ser oídos, estar representados y ser partícipes de las decisiones de un gran partido de izquierdas; pero, sin embargo sí es un gravísimo problema si, todas esas sensibilidades no encuentran otra salida que presentarse en las elecciones o en la calle, de forma fragmentada: no hay que enfrentarse a ellos pensando que debilitan la izquierda, hay que plantearse qué errores hemos cometido, para no ser capaces de integrarlos en nuestro (vuestro quiero decir) partido, pese a ser primos hermanos y una fuente de ayuda formidable.
3.- Si se lograra hacer todo esto, y se retornara a la senda del socialismo o de la socialdemocracia (pues ambas sensibilidades conviven en el alma del partido) habría que sentarse a redactar un proyecto en lo material y en lo formal. En lo material hay que retornar a los principios clásicos de la socialdemocracia o del socialismo, con todas las modernizaciones que se quiera pero sin que esas modernizaciones contradigan el estado general de los cimientos, o, lo que es peor, que inviertan la carga, y haga recaer el peso, en vez de sobre los pilares o columnas de la ideología, sobre los adornos o aspectos accesorios de tal o cuál moda.
¿Y cuáles son los pilares de la socialdemocracia? Son, como dije al principio, pilares económicos que se centran en el cambio de las relaciones de producción y en la distribución del producto. No hay que olvidar que, como en la economía, vuestro modelo tiene dos caras: la producción y la distribución.
En el ámbito de la producción se necesita, desde luego, “más Estado”: más estado, en forma de regulaciones, para controlar las empresas, para evitar los desmanes de las “empresas financieras” o de los que deslocalizan la producción o de los que producen a costa del medio ambiente, o del bien común. Hace falta también más Estado para nacionalizar la producción de aquellos bienes y servicios en régimen de monopolio natural o que se consideren básicos (Sanidad, Educación…). Hace falta más estado para evitar que sean los mercados los que manden, que se produzca sólo lo que el mercado demande, o que la soberanía caprichosa del mercado nos empuje hacia el final de la humanidad sólo porque el último trozo de recurso disponible se entregue al que está dispuesto a pagar más por ello. Hace, finalmente, falta más estado, para ir avanzando, paso a paso, hacia el socialismo.
En el ámbito de la distribución las posiciones socialdemócratas implican una redistribución pacífica de la riqueza. Hace falta quitar al que menos necesita para dar más al que más lo necesita y, hay que reconocer que, a falta de solución mejor, las necesidades tienen que ver con la capacidad económica, por lo que no nos tenemos que ruborizar si identificamos al que más tiene con el que menos lo necesita y al que menos tiene con el que más necesita. Por lo tanto, hay que desarrollar políticas redistributivas tanto en la parte del gasto como en el ingreso.
Las políticas redistributivas en la parte de los ingresos han sido las grandes olvidadas en la época del gobierno del PSOE y deben ser rescatadas, tanto porque forman parte de las esencias de la socialdemocracia (que pague proporcionalmente más el que más tiene) como por las necesidades financieras presentes. En esta línea hay que recuperar y actualizar impuestos como el de Patrimonio (y no su simple restablecimiento) el de Sucesiones y Donaciones (haciendo tributar las herencias y donaciones de alto importe con independencia del grado de parentesco) y el tratamiento de las rentas “pasivas” en el IRPF. Además hay que crear nuevas figuras impositivas , contra el deterioro ecológico, contra la especulación como la Tasa a las Transacciones Financieras Internacionales e incluso revisar los aranceles en contra de aquellos países que practican la explotación descarada de sus trabajadores. Estas últimas medidas, es obvio, trascienden al ámbito nacional, pero deberían ser propuestas programáticas recogidas igualmente y compartidas con el resto de partidos socialdemócratas del mundo.
En la parte de los gastos la redistribución va en defensa de los pilares del Estado de Bienestar: pensiones, educación, sanidad, desempleo, dependencia. Todo esto no debe recortarse sino ampliarse, a costa de un aumento de la recaudación impositiva procedente de los que más tienen. Pero no tenemos que quedarnos sólo en la consignación de la cuantía presupuestaria, es necesario defender también una forma de gestionar estas prestaciones: la gestión pública. Debe haber pensiones, sí, pero pensiones públicas, en sistema de aportación intergeneracional (y no en capitalización), gestionadas por la Seguridad Social y financiadas con los recursos necesarios, cuotas y todos los demás que sean necesarios, en lugar de elevar la edad de jubilación por insuficiencia de los recursos afectos (cuotas a la Seguridad Social): si estos se revelan insuficientes habrá que complementarlos con recursos generales. Otro tanto sucede con la educación: debe ser pública y gratuita en los niveles previos a la universidad, y, para ello debe desplegarse una red de escuelas públicas de calidad que haga sencillamente estúpida la decisión de los padres de llevar a sus hijos a la enseñanza concertada, siendo ésta peor que la pública. La Sanidad también debe ser gestionada públicamente, con criterios no de rentabilidad en el tratamiento, sino con el criterio médico pertinente: esto, por cierto, sólo se consigue si la gestión no está sometida a la rentabilidad económica.
Se trata en definitiva no sólo de pelear por las cantidades, que desde luego deberían ser más elevadas que las actuales, sino también en la forma de gestionar, que en un modelo socialdemócrata sólo debería ser una: La gestión pública.
4.- Cualquier programa socialdemócrata trasciende las fronteras de los Estados, exista o no una Unión Europea. Las primeras Internacionales políticas y de trabajadores se concibieron de esa manera en un mundo en el que los Estados frecuentemente estaban en guerra entre ellos. Pero con la Unión Europea esta necesidad es mucho mayor. La solución a los males de la socialdemocracia no saldrá de España, pues nos falta relevancia ideológica, moral y de conocimiento frente, no sólo al mundo, sino a países con partidos progresistas e individuos intelectualmente más desarrollados. Pero el PSOE puede ser parte de la solución si se incorpora a un proyecto europeo verdaderamente socialdemócrata. Hay que internacionalizarse, siempre y cuando sepamos claramente cuál es la línea ideológica en otros países que más claramente nos representa y no demos por sentado que cualquier partido, por el hecho de pertenecer a una Internacional Socialista es, precisamente, socialista: ello implica analizar programas de otros partidos en otros estados, y tratar de enlazar vínculos, oficiales y oficiosos, con aquellos partidos que de verdad contengan algo socialdemócrata en sus programas.
Pero con la Unión Europea existe una cuestión adicional. Al margen de las afinidades de partido, las estructuras institucionales forman parte de nuestras propias estructuras y eso es algo insoslayable. En mi opinión no es posible abandonar esas estructuras de forma alegre, ni siquiera es conveniente abandonar ese invento del maligno que es el euro, ahora que ya lo hemos incorporado a nuestro “acervo” institucional. Pero, esto es una cosa y otra es negar la existencia de alternativas. ¡Claro que las hay! No debemos renunciar a transformar las instituciones europeas y su política, su forma de hacer las cosas. Para empezar hay que democratizar estas instituciones, fortaleciendo el poder del Parlamento Europeo en detrimento de todos los demás órganos de gobierno de la Unión. Hay que desplazar la idea de un gobierno “tecnocrático” y pasar a un gobierno europeo “político” (realmente ya lo es) y “democrático” (esto no lo es). Y además hay que conseguir una verdadera unión social y no sólo económica. Pero esto no se hace si no se cuenta con aliados en forma de partidos en todos los estados de la Unión.
El mundo de la izquierda puede que ya no sea eurocéntrico. Es posible que Latinoamérica haya tomado ya el relevo (yo así lo espero) y que no nos hayamos enterado, sencillamente porque no hemos mirado para allá o lo hayamos hecho con la prepotencia de un antiguo imperio colonial o con la ignorancia de unos medios de comunicación que presentan la realidad política de esos países como algo histriónico y subdesarrollado. En este sentido mi consejo es mantener los mismos lazos con los partidos, movimientos, intelectuales… de esa parte del globo que con los homólogos europeos y estar muy pendientes de sus iniciativas sociales y económicas: y, en muchos casos, simplemente copiarlas.
5.-Queda la parte del “enfoscado”. Quizá el PSOE se vea abocado a un proceso de “refundación”, en cualquier caso habrá un nuevo PSOE, y en ese nuevo PSOE no pueden “dar la cara” (otra cosa es trabajar en cocina) todas las personas. Hay gente que no puede dar la cara porque las ideas de ese nuevo PSOE y en general las ideas de la socialdemocracia no son las suyas y es difícil que piloten algo en lo que no creen. Pero, además, tampoco puede dar la cara gente demasiado comprometida con el “régimen anterior”: es muy difícil que la ciudadanía entienda el travestismo de quién hace poco tiempo representaba todo lo contrario de lo que antes defendía y esa falta de entendimiento se traduce en pérdida de credibilidad, desconfianza en el cambio y desafección a la hora de votar. Quizá sea un sacrificio injusto, porque es posible que esa gente de verdad crea en el nuevo proyecto y es posible que siempre hayan estado (en minoría) sosteniendo estos valores, pero es un sacrificio necesario. En un mundo mediatizado es muy difícil que el observador entienda algo si siempre siguen las mismas personas.
IV.- Conclusión:
Trabajo hay mucho por hacer. Hay mucho PSOE por hacer. La cuestión es que ”la mies es mucha y los jornaleros pocos”. Tampoco está asegurado el resultado pues el descrédito en el que ha caído el PSOE entre la ciudadanía llevará varias generaciones solventarlo. Pero merece la pena intentarlo. Cuando todos estos problemas, que hoy nos parecen insalvables, hayan sido solucionados, nos (“os” quería decir) quedará la tarea más difícil: si se recupera el poder, no volver a traicionar al electorado.
Un abrazo de un amigo.
Chapeau! (riau riau el esmirriau que diría F.Ibañez)
ResponderEliminarUn abrazo
SaintMichael
Tan coherente como inútil. Están demasiado atrapados en el BAU como para poder pensar en otra cosa.
ResponderEliminarPues ... me ha quitado la (primera) palabra de la boca tu hermanito: desde la discrepancia mas absoluta, respecto la coherencia del discurso.
ResponderEliminar@AMT: para cuando una alternativa al BAU, o qué es concretamente el BAU en cualquier caso
ResponderEliminarHay que 'vender' que el socialismo es tan bueno que los ricos y bancos lo quieren para si mismos, en forma de socializar las pérdidas; mientras que el capitalismo nos lo dejan a las personas para que los disfrutemos y pagando y repagando los ya pagado y lo amortizado, vendiéndolo a bajo precio a los ricos, como el Canal de Isabel de los palotes.
ResponderEliminarExpliquemos que es el socialismo, cargar con los desmanes lo único que nos hará revelarnos como leones, para ser libres como niños.
PP=PSOE=PP=PSOE=PP=PSOE :)
ResponderEliminarpodriamos hacer cadenitas en plata con el PP=PSOE y nos forramos¡¡
ResponderEliminaros falta mentalidad de empresario¡¡ ;D
Por muy coherente y sensata que, desde el punto de vista de la ideología que se supone debería representar el PSOE, sea la vía que propones es imposible por una simple cuestión de time to market.
ResponderEliminarSi admitimos que el objetivo del PSOE es volver a gobernar a cualquier nivel (local, autonómico, estatal,..), es decir, que más que un partido político con ideología es una organización (como el resto de partidos) que busca proporcionar un modo de vida a sus integrantes (tú mismo dices que "los partidos viven, también, de gestionar los presupuestos"), entonces la estrategia de refundarse desde cero, reconstruir todos los cimientos y recuperar la esencia lleva mucho más tiempo que, simplemente, hacer un par de parches, poner caras nuevas y esperar a que el PP se hunda por sí mismo.
Otra cosa es que de verdad quiera ser un partido político.
Excelente su carta ATM. Coincido totalmente con su postura. Saludos desde la Argentina
ResponderEliminarTambien coincido con tu postura. Lo que no coincido es con el destinatario: mejor a Papa Noel o a los Reyes Magos; por ahí si que veo yo más posibilidades ...
ResponderEliminarFelices fiestas a todos.
Lo dicho, cuando dicen "mucho por hacer" se refieren a una pura campaña de marketing.
ResponderEliminarGarcía-Page: “El líder primero, y luego las ideas”
“No se le puede decir a gente muy preparada políticamente, como son casi todos nuestros militantes, que lo importante son las ideas y lo de menos los líderes”
Ya que, según García-Page, eso sería “tomar a los militantes por párvulos” pues lo que se necesita es "un líder con ideas y no un portavoz de las ideas de todo el partido".
Es decir, que si, en el congreso o fuera de él, se encuentra un Obama o a un Cicciolina que arrastre masas, ya habrá "mucho psoe hecho". Las ideas ya las pondrá el líder, de acuerdo a lo que mejor le combine con su "look".
Me asalta la duda de si realmente lo que quieres es salvar al PSOE o hundirlo.
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