¿Qué pensaríamos de unos Juegos Olímpicos en los que, en la prueba de Maratón, los atletas marroquíes comenzaran la carrera en el quilómetro veinte?¿y de una liga en la que el Barça empezara con quince puntos?
Este tipo de abusos no se consentirían en el ámbito deportivo... y, sin embargo, en el ámbito social y democrático no se discuten: aunque en teoría se habla de igualdad de oportunidades, lo cierto es que unos empiezan la carrera social a unos centímetros de la meta, mientras que la mayoría comienza en la línea de salida, o más atrás, en sus poblados keniatas de origen.
¿Cómo se producen estas injusticias? En la cuna: mientras unos nacen en familias con recursos, medios, dinero, influencias, etc... otros carecen de todos esos "aceleradores". Los "progres buenistas" creen que la solución consiste en impulsar, con otros medios, también a los que no tienen pedigrí, para empezar todos la carrera de cien metros en el metro noventa y cinco. Pero esto, que sobre el papel está muy bien, en la práctica no deja de ser una declaración vacía de contenido: vacía de contenido porque los recursos para impulsar a todos los seres humanos (¡sí sí, incluyendo a los del Tercer Mundo!) son ingentes, y ni existen, ni los Hanks(*) que en el mundo han sido están dispuestos a concederlos.
Entonces sólo queda la otra vía: la "vía dura": igual que en las carreras de caballos se lastra a los jinetes más ligeros para que exista igualdad de opciones, en la vida democrática se debería "lastrar" a los que más medios tienen para evitar estas injusticias: ¿por qué hacerlo? Porque una sociedad democrática sólo se puede considerar como tal, cuando los valores centrales que la inspiren sean la libertad, la IGUALDAD, y la fraternidad, como, en su día descubrieron los revolucionarios franceses.
¿Cómo se puede lastrar a los jugadores de ventaja? Existen diversas vías como la no homologación de centros educativos privados, la obligatoriedad de exámenes de estado para todos los alumnos (la selectividad bien entendida podría jugar ese papel) en todos los grados del sistema educativo y, ¡cómo no!, mediante la prohibición de las transferencias lucrativas o gratuitas de rentas o capitales "intervivos" y "mortis causa": una sociedad sólo será verdaderamente democrática cuando se suprima el derecho a la herencia(*) (esto lo sostienen incluso pensadores conservadores en el mundo anglosajón) y a las donaciones, de forma tal que podamos decir que una persona lo que ha ganado ha sido por su propio esfuerzo y no por haber sido hijo de Lola Flores, sobrino de Lorca o de Ramoncín. Y si no es posible eliminar el derecho a la herencia (sólo las sociedades más libres y democráticas se plantean hacerlo(**)), por lo menos crujirla a impuestos.
De esta manera, en la linea de salida de la carrera todos, liebres y tortugas, estaremos colocados a la misma distancia de la meta. Lo contrario no es democracia, es ¡Villarato!
La pregunta del millón será ahora si deben competir juntas liebres y tortugas, pero eso lo veremos en el siguiente capítulo de la serie.
(*) Los Runners ya se encargaran de hacer de la anécdota la regla general, rememorando el caso de aquél botones que llegó a Presidente de un Banco y de aquél Grande de España que se arruinó con el juego. Pero lo cierto es que, como en la Ley del Tabaco, los incidentes son anecdóticos y la realidad es que aquí siguen mandando los mismos que en tiempos del aguila roja.
(**) Salvo los casos más sangrantes que los tradicionales opositores a este blog ya estará pensando en utilizar en sus contestaciones: que si el hijo menor de edad cuyos padres mueren en accidente, que si la hermanita con sindrome de down... Y ni en estos casos cabría la herencia si hubiera un servicio decente de protección social pública.
(***) Deberes: ¿y en los Parlamentos de qué países se han planteado estas cosas? Desde luego no en ciertas democracias árabes o hindúes donde el derecho a la herencia incluye a la/s parienta/s.
Creo que en Cataluña si que existe un impuesto al heredar un piso sobre un porcentaje considerable de su valor no precisamente en libros.
ResponderEliminarPor otro lado, si no existieran las herencias creo que ya no tendría caso hipotecarse, y como en España hay mucho ladrillo no le convendría.
De momento, siguen mandando los mismos que cuando el águila... negra.
ResponderEliminarOtro abuso no consentido deportivamente es que sancionados por dopaje participen en las competiciones de más prestigio, como el Tour. Sin embargo, ahí tenemos al presidente de Nuevas Generaciones agarrado a su escaño del Congreso (y éste que le deja) pese a su condena por el Supremo. O Trinidad Rollán, que seguirá como número dos del PSOE madrileño pese a que prevaricó. O la alcaldesa de Plasencia, dispuesta a repetir candidatura por el PSOE. ¿Nuestra democracia es de Tour de Francia o de "carril bici" de León?
Lo que realmente no me encaja de este modelo es dónde pones ese punto de "reseteo" del contador para empezar todos iguales y cuántas veces lo vas a accionar por el camino pues, en realidad, para mantener permanentemente esa sociedad justa en plena igualdad deberías, igualmente, accionar el botón constate y permanentemente. Entonces, ¿quién querría correr en una carrera como esa?
ResponderEliminarSí, ya sé, eso te lleva al punto que querías, el de "abolir" la carrera para ir todos al unísono en la dirección que marque ¿el árbitro? Sin embargo, ¿dónde está la libertad en una sociedad que no permite a cada cual correr como mejor puede o quiere?
La terna "libertad, igualdad, fraternidad" va junta, no vale quitar unas para forzar otras.
Runner, un "reseteo" por generación nos va bien... Es una obsolescencia programada de la riqueza...
ResponderEliminarjajaja, pues tampoco parece muy justo pues las generaciones, salvo excepción trágica, suelen tener unos cuantos años de solape... Imagina el pobre hijo de un reseteado de nacimiento al que gracias a su valía personal le fue bien y que tuvo la desgracia de perder a su padre cuando al cumplir (el hijo) los 25 años. ¡¡25 años dándose a la buena vida y de repente un reseteo!!
ResponderEliminarAlgo falla..
Si un hombre no puede dejar a quien quiera su patrimonio (en vida o a su muerte) entonces ese hombre no tienen derecho a la propiedad privada. Si no existe el derecho a la propiedad privada, el hombre no tiene derecho al fruto de su trabajo. Si un hombre no tiene derecho al fruto de su trabajo entonces es un esclavo.
ResponderEliminarLa vida no es una carrera de liebres y no todo el mundo tiene las mismas metas. Los objetivos de cada uno son personales e intransferibles. Hay gente que disfruta dejando pasar el tiempo y otros cuya obsesión es tener el yate mas grande. La meta no es la misma para todos. Supongo que, en general, todo el mundo pretende mejorar su situación de partida y prosperar: esa meta está al alcance de todo el mundo.
Ya me hubiera gustado a mi que tu politica se hubiera establecido hace unos años, porque hubiese ligado mucho mas en las discotecas si los niños guapos hubiesen estado lastrados. En fin, hay que jugar con las cartas que uno tiene.